Los libros de Corina tienen por así decirlo algo mágico. Es cierto que la inmensa mayoría no son historias actuales, pero la forma de narrar hace que te veas transportado a otras épocas mágicamente. En este caso tiene dos historias paralelas, dos épocas distintas. Ambas con una narración lineal, con unos buenos puntos de giro y en los cuales ninguna decae el ritmo por lo que ambas historias están perfectamente entretejidas y por tanto no ocurre que te decantes por una o por otra porque las pone más o menos el mismo peso a ambas.
Melanie es la que por decirlo de alguna forma abre la puerta para que el lector conozca todo el pasado de su familia. Su prometido acaba de tener un accidente, está en coma, por eso (y porque no aguanta a su suegra) decide pasar una temporada en casa de sus abuelas, están relativamente cerca así que si sucede algo en el hospital puede volver sin problemas. Para matar el tiempo Melanie decide que colocará el desván y así podrá ver que objetos pueden servir o no para el museo familiar que ha creado su abuela. Pero encuentra más de lo que en un principio busca. Al encontrar una fotografía hará que su abuela destape la caja de Pandora y le desvele su historia familiar, una que ha estado oculta demasiado tiempo. Ambas llegaran a una complicidad máxima y a Melanie le hará plantearse muchas cosas sobre su propia vida.
Los personajes tanto principales como los secundarios está bien definidos, aunque aparezcan en muy contadas ocasiones con pocas líneas nos va a dejar muy claro cuál es su carácter. No obstante sobre este punto sí que tengo que dar a conocer un personaje que me ha resultado mero relleno y es el jardinero, por mucho que su historia sirva para empujar a Melanie hacia un cambio mental creo que se podría haber realizado de otra forma porque realmente no cuaja.
Corina nos transporta a épocas pasadas con sabor a nostalgia, historias que si bien tienen unos finales felices son duras, pero que aunque ficción son historias reales, plausibles. Es una ficción realista, con sus toques de romanticismo pero que en ocasiones no son la trama principal y eso empuja a tener mucho más tipos de lectores.
Las narraciones nos hacen evocar los distintos lugares en los que ha vivido Hanna. No son extensas, son concisas por lo que su lectura no se hace pesada. Obviamente por su temática principal se englobaría en el género landscape.
Este es su tercer libro y si no habéis leído nada de ella ya es hora de comenzar, no os defraudará.