Revista Historia
Pero hay un acontecimiento histórico que retrata la presencia que llegó a tener Nueva Era nº 93 en la sociedad isleña. Tener entre sus filas a librepensadores y profesionales tan importantes del mundillo intelectual tinerfeño de finales del XIX como los hermanos Zerolo y Herrera y Francisco María Pinto explican que la logia impulsara la fundación de la Revista de Canarias (1878-1881), una publicación que fue definida por el historiador y experto en masonería, Manuel de Paz, como "uno de los logros culturales más encomiables de las Islas en las últimas centurias".La nueva generación de masones de Nueva Era nº 93 quiere abrirse a la sociedad, pero también mantener unos ritos que son su razón de ser, sus iniciaciones, sus tenidas (reuniones) y sus planchas (escritos de conclusión) en el ámbito de la máxima discreción que siempre ha caracterizado a estas instituciones iniciáticas, no religiosas y filosóficas, que, como explica el propio Bonales, "buscan el conocimiento y el debate". "Yo porque he elegido dar la cara, pero el resto de los integrantes de la logia prefieren mantenerse en el anonimato porque a lo mejor peligran sus trabajos y sus relaciones sociales", matiza, para añadir: "No por pertenecer a la obediencia de una logia vas a sacrificar el trabajo o las amistades. Es un problema de la visión que se tiene en España de la masonería".Lo cierto es que los masones han pasado página desde que fueran prohibidos por el franquismo al entender la dictadura que eran un nido de conspiraciones. Esos tiempos quedan muy atrás, pero según Bonales "se sigue mirando mal a los masones, a diferencia de lo que ocurre en el resto de Europa y Estados Unidos". Allí son entendidos cada vez más como focos de desarrollo e inteligencia, mientras en España se les sigue viendo como grupos elitistas rodeados de un halo de oscurantismo y misterio.El principal foco de la masonería tinerfeña siempre ha estado en la capital y de hecho en ella se encuentra el mayor templo de España, hoy abandonado. En la ciudad chicharrera también nació la primera hermandad, en 1817, la Respetable Gran Logia Metropolitana de los Comendadores del Teide. Aparecía nueve años después de que la masonería comenzara a desarrollara en España de forma sistemática a partir de la invasión francesa de 1808. Aguere, sin embargo, siempre jugó un papel crucial y de hecho hoy posee dos logias, una en las afueras y Nueva Era nº 93, instalada en el casco. El historiador Manuel de Paz desvela en su estudio La francmasonería decimonónica en Tenerife los contactos entre la logia lagunera, desde su fundación, con la Teide nº 53 de Santa Cruz, aunque también las diferencias entre ambas por la escasa representatividad de los laguneros en algunas planchas. Hoy se mantienen las relaciones con la logia santacrucera, con la que comparte el anhelo de ver reabierto el gran templo de la calle San Lucas de la capital. "Es un edificio declarado Bien de Interés Cultural, el único de toda España en pie, el único que se construyó con permisos para albergar una logia y forma parte de la historia de la Isla", señala Javier Bonales. "No queremos el edificio; queremos que sea un museo, que se haga un instituto de masonería de España y América, que sea un centro divulgativo con biblioteca... Cerca de 4.000 masones acuden a ese edificio al año para verlo. Pero también queremos que nos lo cedan para celebrar nuestras asambleas nacionales e internacionales", precisa el masón lagunero.Bonales define a Nueva Era nº 93 como una logia "bastante estricta" en cuanto a la manera de ver las cosas y organizarse. "Si alguno de los integrantes no se adapta a nuestra forma de trabajar, antes de la iniciación lo pasamos a otra logia. Lo decidimos después de tres entrevistas con cada persona". Sus miembros se reúnen al menos dos veces al mes y no es obligatorio acudir a las reuniones, aunque sí excusarse por la ausencia. Pero hay más condiciones, como explica Bonales. "La crítica tiene que ser constructiva. Si es destructiva, se retira de inmediato la palabra a la persona que cae en esta conducta y no la puede volver a utilizar a lo largo de todo el periodo que dura esa tenida, ese trabajo". "Venimos a construir, no a destruir", concluye. El mismo significado de la bóveda celeste del templo secreto de La Laguna refleja la visión de los masones. "Arranca en un occidente en tinieblas, en la penumbra, y se desarrolla y expande hacia el oriente, la luz, como ocurre en la masonería con el ser humano que comienza a caminar hacia el conocimiento. En el extremo opuesto a la oscuridad se dibuja un compás que triangula lleno de luz un resplandeciente amanecer". Pero son una perspectiva y una pintura reservadas a los aprendices, compañeros y maestros de la logia más antigua de La Laguna.Fuente: LaOpinión.esPodéis leer la entrevista a Javier Bonales