El budismo no fue “otra” religión más en Japón. Fue una revolución, un golpe sobre la mesa que cambió buena parte del inconsciente colectivo de la gente del ya enterrado antiguo Japón que, como bien decía Basil Hal Chamberlain, jamás volverá.
El templo “Shitenouji” (四天王寺), es el primer templo budista de este maravilloso país. Representa el cambio de mentalidad que supuso esta religión originada en la India.
En el Japón de hace miles de años, los muertos eran intocables. El primitivo sintoísmo prohibía la entrada a los lugares donde había fallecido alguien. Se abandonaban las casas e incluso los negocios si alguien daba su último aliento en alguno de estos sitios. Los más ancianos narraban, casi con miedo, a los más jóvenes cómo los muertos seguían estando con los vivos, cómo nos veían, nos controlaban y nos mandaban enfermedades y malos augurios si las familias no protegían el bien más sagrado que disponían desde la noche de los tiempos: la TRADICIÓN, sanctasanctórum de esta maravillosa cultura.
El budismo cambió esta concepción terrorífica de la realidad, se seguía dando respetos a los que ya partieron; sin embargo, ya no se les temía como antes. El budismo cambió el país más de los que los propios japoneses quieren reconocer. Sin budismo no habría música, sin budismo no habría poesía, no habría refinamiento, pintura, arte…
Esta religión procedente de la India cambió un país que aún estaba mamando de la madre tierra y que no sabía qué rumbo tomar.
Este templo representa el comienzo del todo, representa el cambio de mentalidad japonés, un cambio que, incluso hoy, sigue conformando buena parte del inconsciente colectivo de todos los ciudadanos.
Su constructor fue el Príncipe Shōtoku Taishi (聖徳太子), un personaje muy misterioso dentro de la cultura del país; un personaje rodeado de decenas de leyendas. Así por ejemplo, los hombres de la época decían que su sagacidad e inteligencia eran tan brillantes que podía mantener hasta ocho conversaciones con diferentes personas al mismo tiempo. Este hombre, uno de los grandes promotores del budismo dentro del país, trajo de China estas nuevas y frescas ideas que modificaron el país hasta sus cimientos. Con la ayuda de varios ingenieros coreanos, levantó el primero de los templos budistas de todo Japón.
Desgraciadamente, poco queda ya del templo originario; debido a varios incendios, solo se conserva un pequeño porcentaje del original, el resto es de reciente construcción. Sin embargo, sigue impresionando como pocos templos en todo el país.
El templo se encuentra en la ciudad de Osaka y la mejor manera de acceder es a pie desde:
- Estación de Shitennoji-mae Yuhigaoka de la Línea Tanimachi del metro.
- Estación de Tennoji de la Línea JR Oeste y el metro.
- Estación de Osaka Abenobashi en la Línea Minami-Osaka de Kintetsu.
Con estas pequeñas pinceladas dadas sobre lo que representó este edificio en la cultura nipona, os dejamos con una pequeña galería fotográfica sobre el mismo que esperamos os guste.