Estamos jugando con fuego en España si no nos damos cuenta de que el aumento de la pobreza y la desigualdad social tiene a medio plazo efectos peligrosos para todos.
Numerosos medios de comunicación nos han acercado durante estos días a la realidad de un barrio deprimido de Bruselas llamado Molenbeek, en el que se han fraguado los últimos atentados yihadistas que han sacudido a Europa. Allí residen miles de jóvenes a los que el mundo occidental les ofrece marginalidad, pobreza y escasas perspectivas de futuro, es decir, un panorama que no es muy diferente al que tenemos en barrios de nuestra ciudad.
La población, sobre todo juvenil, de estas zonas inmersas en la pobreza es presa fácil de movimientos radicales y fanáticos. La diferencia entre el Molenbeek belga y los ‘Molenbeeks’ españoles es que aquí no ha entrado en escena el componente religioso, pero el caldo de cultivo para la radicalización es idéntico. Aunque sólo sea por interés propio, convendría que en España empezáramos a atajar el alarmante auge de la pobreza y la desigualdad, para lo cual es imprescindible poner la economía al servicio de las personas, como proponemos desde UPyD.
El primer paso habría que darlo el 20-D.