El Tesoro del Delfín es una colección de joyas extraordinarias, de inmenso valor, tanto por las piedras y metales preciosos que las conforman, como por su valor histórico y su rareza. En efecto, son tan escasas este tipo de piezas en el mundo que su valor sólo es conocido de los especialistas y coleccionistas ya que no se encuentra ninguna de ellas en el mercado. Están todas atesoradas en los grandes museos del mundo.
La colección que hoy se encuentra en el Museo del Prado, lleva el nombre de su creador, el Gran Delfín de Francia, Luis, primogénito de Luis XIV que compró hasta 698 piezas de una calidad excelsa, provenientes de italia, Alemania, Bohemia, persia, india, china y japón.
Al morir en 1711, una parte de su colección fue vendida en subasta para poder pagar sus deudas y finalmente llegan a España 169 piezas que conforman la herencia de su hijo, Felipe de anjou, para entonces ya era Felipe V de España.
De aquellas 169 piezas que llegaron a España, hoy nos quedan 144 que acaban de ser instaladas en un nuevo espacio circular, llamado Ático del toro Norte, con una presentación absolutamente impresionante ya que se trata de la única vitrina curva de alta seguridad del mundo.
Cada una de las 144 piezas tiene su estuche hecho a medida, de madera,cuero, seda, terciopelo y oro, que se adaptan perfectamente a su forma, de manera a evitar que se muevan dentro de la caja pero también para que puedan ser reconocidas sin necesidad de abrirlas.
Cada pieza es a cual más extraordinaria: 49 en cristal de roca, 71 en piedras semipreciosas además de cofres, estuches y hasta un juego de laca japonesa del siglo XVII.
Las piezas de cristal de roca son de cuarzo yalino, es decir, transparente, un mineral rarísimo y escasísimo, cuarzo morado es amatista, o de cuarzo citrino es decir ahumado.
Las piedras semi preciosas son jaspe, jade, heliotropo, lapislázuli, calcedonia, ágata, serpentina, alabastro,
y las piedras preciosas son rubíes, esmeraldas, zafiros, diamantes y perlas.
y todo ello engarzado en oro macizo y adornados de esmaltes.
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Desde que empezó el Renacimiento, se puso de moda entre ciertas élites exquisitas el competir con sus "gabinetes de maravillas", cabinet de curiosités, Cabinet of Wonder, Wunderkammer, en alemán,
eran símbolos de poder y magnificencia e incluso se les concedía propiedades mágicas y curativas,
con colecciones de objetos de lujo pero también de conchas de moluscos o esqueletos de animales exóticos.
Luis XIV empezó a coleccionar este tipo de objetos, su hijo el Gran Delfín, tal vez en una lucha freudiana para superar a su padre, se puso a comprar como loco estas piezas hasta conseguir reunir 698 piezas extraordinarias de cristal de roca y piedras preciosas y semipreciosas. Pero en 1711 murió sin haber llegado al trono de Francia y como tenía enormes deudas, vendieron la mayor parte de su gabinete en subasta para cubrir las deudas
Luis XIV le envía a su nieto Felipe V en Madrid, su parte del Tesoro porque para él tenía un significado moral de grandeza y magnanimidad del monarca, porque se trataba del tesoro dinástico de los Borbones españoles, que estaban en plena guerra de Sucesión con todas las otras potencias de Europa. Es decir que el Tesoro del Delfín es mucho más que simplemente un conjunto caprichoso de objetos de extrema rareza, tiene una dimensión dinástica, política e histórica.
A España llegaron 169 piezas como herencia de su segundo hijo, Philippe d'Anjou, que para entonces ya era Felipe V de España. Llegan estas piezas en sus preciosos estuches y los deposita el Rey en el Real Alcázar de Madrid, pero sin exponerlos, ya que quería exponerlos de manera acorde a su valor. Finalmente en 1724 se lleva la colección a su querido palacio de la Granja de San Ildefonso, en Segovia, y allí las guarda en su Sala de las Alhajas, un tipo de caja fuerte. Sigue, pues, sin exponerlas.
Gracias a habérselas llevado a Segovia, ocurre el primer milagro, porque así se salvaron del gran incendió del Real Alcázar de Madrid de 1734 en el que se perdieron más de 300 obras de arte.
cuando muere Felipe V, en 1746, se hace un inventario que permite saber que había 49 piezas de cristal de roca, 71 piezas de piedras duras además de cofres, estuche de caza, juego de té de laca japonesa...
Dado el gran interés de Carlos III por todo lo científico, crea el Real Gabinete de Historia Natural.
En 1774 se realiza un nuevo inventario del Tesoro y el rey decide incluir en este Gabinete real la colección del Tesoro del Delfín por su interés gemológico . Esto ocurre en 1776.
Fue un gesto típico de un espíritu de la Ilustración, que viendo estos objetos le parece que es más relevante el aspecto mineralógico que el artístico o el histórico.
El primer saqueo del tesoro tuvo lugar con las tropas de Napoléon en 1813, que entraron en el Real Gabinete de Historia Natural.y se llevaron la colección, tirando las piezas en una carreta con paja. Con la caída de Napoleón, España reclamó a Francia las piezas que estaban inventariadas y así es como fueron devueltas a España en 1816, y se devuelven al ´Real Gabinete de Historia Natural.
En 1839, en tiempos de Isabel II y siendo José de Madrazo director del Museo del Prado, por fin se entrega el Tesoro al Museo, por considerarse que se trata de un colección de interés artístico, a pesar de que no todo el mundo estaba de acuerdo. José de Madrazo fue acusado de haber robado unas piezas, pero , hasta donde he podido saber, dicho robo no fue investigado.
En 1867 se instala en la galería central o Gran Galería del Museo del Prado, para dejar claro que se trata del tesoro del museo, lo que más valor tiene.
Y en 1918 tiene lugar lo peor, un robo sistemático de un guardián del museo que estando compinchado con un joyero, se dedicó a robar piezas enteras y trozos de piezas como las asas, las tapas etc.. Se perdieron 11 piezas y 35 quedaron dañadas. Este ladrón se llamaba Rafael Coba y este robo está siendo objeto de una investigación en estos momentos.
Durante la Guerra Civil, las piezas fueron llevadas a Suiza como la mayoría de las principales obras de arte del Museo del Prado, y regresaron en perfecto estado al final de la contienda.
Al morir Franco, en 1976, se colocó en la caja fuerte del Banco de España, la cámara acorazada que se encuentra debajo de la fuente de la Cibeles. Este traslado expresa que tuvieron miedo de que pudiera haber algún tipo de revuelta o guerra civil, y siendo conscientes del valor del conjunto, se colocó en el lugar de mayor seguridad de España.
Y allí se quedaron hasta 1989, año en que el Tesoro fue trasladado al sótano del Museo del Prado en una sala acorazada, también con una puerta de alta seguridad como la de un banco. Y ahí se quedó hasta este 2018 en que ha sido trasladado a la actual sala, el ático del Toro Norte, que es una sala circular que se encuentra justo rodeando la cúpula de casetones de la puerta alta de Goya.
Cuando me enteré del traslado, me asusté, temía que se perdieran piezas o que se rompieran. Pero la verdad es que he quedado maravillada con la nueva presentación, realizada magníficamente por dos empresas, la del cristal curvo de alta seguridad, y la de las vitrinas ancladas a la pared....:
-la única vitrina de alta seguridad curva del mundo.
-cada pieza ha sido desmontada, limpiada y restaurada
- cada pieza tiene su estante y su iluminación particularizada
-la Copa de la Montería había perdido su tapa y su peana, y ha sido recuperada de la "caja de la policía"
- las piezas de mayor interés están expuestas de manera exenta para poder ser contempladas en sus 360º.
- la pared con estuco negro ha sido realizada por un estuquista catalán que es ciego y sabe calcular la calidad de la mezcla por el tacto.
- el suelo con piezas de mármol rectangulares cubren en espacio circular de una forma matemáticamente perfecta
-las vitrinas que tienen los estuches se apagan cuando no hay nadie delante.
La nueva presentación ha llevado a un estudio exhaustivo del Tesoro y se han recuperado dos piezas, el juego de té de laca japonesa del siglo XVII que estaba en el Museo de América y el estuche del cazador que se encontraba en el Museo Arqueológico nacional, que se negaba a darlo...
Las piezas son de jaspe, jade, heliotropo, ágata, lapislázuli, serpentina, alabastro
y están decoradas con piedras preciosas como rubíes, esmeraldas, zafiros, turquesas, diamantes, perlas, todo ello engarzado en oro macizo y esmaltes.
El cristal de roca era hielo petrificado
Hasta el siglo XVIII se creyó que el cristal de roca era hielo petrificado y cuanto más puro era el cristal, más valor tenía.
El cuarzo transparente se llama cuarzo yalino.
El cuarzo ahumado , citrino,
Y el cuarzo morado se llama amatista.
Cuando a principios del siglo XVIII los ingleses inventaron el cristal de plomo, el interés por el cristal de roca decayó. Por eso ahora, como el cristal de plomo es perfecto, para marcar la diferencia, se valora el cristal de roca con imperfecciones, porque son la prueba de que es una gema y no algo fabricado por el hombre.
Talleres familiares de productos de lujo.
El arte de la glíptica
En Europa, la ciudad de mayor relieve en este arte fue Milán, probablemente debido a que Leonardo da Vinci inventó máquinas de pulir y tornos que permitían grabar las piezas con gran precisión. El torno era fijo y lo que se movía era la pieza, es decir, que era imposible de ver lo que estabas haciendo salvo que hubiera un espejo... y aún así.
Eran talleres familiares y todo el proceso de la pieza se realizaba en el mismo lugar físico, desde la talla bruta hasta el grabado y la orfebrería, porque no podía uno ir por la calle de aquí para allá con piezas de tanto valor.
Desde el siglo XVI a finales del XVII las familias se llamaron Miseroni, Fontana, Tortoni y Arazzi.
Milán se ganó, y hasta hoy, la fama de la ciudad de la producción de objetos de lujo.
En cuanto el taller recibía una piedra especial, se realizaba un dibujo y se contactaba con un posible comprador para tener su acuerdo.
Luego se realizaba la taglia Grossa, el devastar la piedra en su forma general.
Luego el arte sutile, que dar a la piedra su forma final.
luego viene el pulido
finalmente la decoración con talla en relieve o grabado.
El grabado solía aprovechar los pequeños defectos del cristal para que no se notara.
El catálogo ha sido realizado por Letizia Arbeteta.
Todas las piezas han sido desmontadas y limpiadas con bisturís, los pegamentos antiguos retirados...
Y han colaborado todos los departamentos del Museo del Prado, depósitos, restauración, conservación, iluminación, vitrinas, seguridad para realizar un trabajo Pata Negra Cinco Jotas Viva España.
Revista Opinión
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