Revista Asia
Algo pasaba en Europa Oriental durante los años finales de los 80. Poco a poco, los ciudadanos de estos países se levantaban contra la dictadura que subyugaba durante varias décadas de la Guerra Fría. Pero especialmente un acontecimiento que dejó conmoción a la comunidad internacional fue la ejecución televisada (por un medio francés) de Nicolae Ceaucescu y Elena Ceaucescu, una hora y media después del juicio realizado por los militares rumanos. La fotografía de estos cuerpos sin vida de los Ceaucescu inmediatamente dio la vuelta al mundo. Durante aquel entonces, casi la inmensa mayoría del pueblo rumano celebró esta desaparición pensando que el comunismo había acabado y que la democracia iba a ser una realidad a corto plazo.
La noticia de la muerte repentina de los Ceaucescu también llegó a Corea del Norte. Durante los finales de los años 80, Kim Jong-Il era virtualmente el que gobernaba el territorio norcoreano debido a la vejez de su padre y ya ocupaba cargos relevantes sustituyendo a Kim Il-Sung. Horas después de ver la noticia sobre la ejecución en Rumanía, Kim Jong-Il ordenó a sus funcionarios que estaban en el exterior el vídeo que contenían dichas imágenes en cuestión de horas. Según el testimonio de Kenji Fujimoto, conocido como el cocinero de los Kim, cuando observó la muerte de los Ceaucescu, repentinamente, su rostro se puso pálido y empezó a temblar diciendo lo siguiente: "Nosotros también acabaremos como Nicolae y Elena como no atrapemos y matemos a los que están en contra de nuestras decisiones en Corea del Norte".
Puede que Kim Jong-Il haya encontrado semejanzas, al ver el vídeo, en su suntuosa vida haciendo caso omiso a las peticiones del pueblo suyo. Y que las consecuencias no podían ser buenas para él y su entorno en el caso de que ocurriera una sublevación contra el régimen norcoreano. Entonces Fujimoto dijo que durante los años siguientes, desde que murió los Ceaucescu, las desapariciones de varios miembros dentro de la élite política del país ocurrió de una forma tan despiadada que muchos preferían prometer su lealtad de manera íntegra al nuevo líder para poder sobrevivir de la purga. Y todo esto por paliar la inseguridad de un hombre que ansiaba estar en lo más alto del poder emulando la personalidad de su padre, algo que nunca pudo conseguirlo hasta el día de su muerte.
Kenji Fujimoto, el cocinero personal y testigo de los Kim
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