Cristina Ban llegó a Nájera desde Rumanía hace cinco ańos. Como otros muchos compatriotas viajó a Espańa buscando un futuro mejor tras haber quedado viuda y con dos hijas a su cargo. La verdad es que no tuvo que elegir entre muchos lugares, ya que en Nájera vivían algunos de sus hermanos y se animó a asentarse en esta ciudad como lugar de partida para labrarse un porvenir, aunque con Ťcuarenta y tantos ańos ya no se es una jovencitať.
ŤMe gustó mucho Nájera pero especialmente la gente de aquí, tan amable y carińosať, afirma con verdadero énfasis la nueva riojana. Así que decidió hacer de Nájera su nueva residencia. Lo primero fue buscar el colegio para sus hijas, que en la actualidad cuentan con 18 y 14 ańos y están estudiando. Y, después, encontrar un trabajo para mantener a la familia.
De esta forma, entró en el 'servicio doméstico', con trabajo en diversos domicilios de la ciudad al cuidado, entre otras funciones, de personas mayores. Una labor que desarrolla con una gran delicadeza y dulzura hasta el punto de que en alguna familia, pese a haber ya fallecido la persona de la que se encargaba, se le considera como una más de esa unidad familiar.
De Rumanía se acuerda, Ťporque es mi tierrať. ŤAllí me casé y tuve a mis hijas y trabajé en una fábrica de airbagsť, dice. Ha viajado a su país de origen en varias ocasiones a lo largo de estos ańos, pero Ťvuelvo lo más rápidamente que puedo, porque es aquí en Nájera, donde me siento bien de verdad, donde siento que está mi familiať.
Cristina asegura tener una deuda de gratitud hacia los najerinos, a quienes insiste en trasladar su agradecimiento Ťporque me acogieron con mucho respeto y carińo y nunca me hicieron sentir extranjera en la ciudad. Desde el principio me hicieron sentir como una persona más de la comunidadť.
Fotografía p.j.p.