Revista Opinión

El tiempo de los especuladores

Publicado el 06 mayo 2010 por Albertorm

En abril el número de desempleados descendió en 24.188 personas (no sucedía, en ese mismo mes, desde que estalló la crisis) y la confianza de los consumidores aumentó 5,5 puntos respecto a marzo (16,3 puntos en lo que va de año). A estos datos se suma que la Comisión Europea cree que nuestro país ha salido de la recesión en el primer trimestre del año, y mejora, por segunda vez consecutiva en sólo tres meses, las previsiones económicas para España en 2010. A pesar de los datos, mandan los rumores infundados propagados por la prensa internacional y que provocan el desplome de las Bolsas. No es la primera vez que sucede. El pasado mes de febrero, el “prestigioso” Financial Times alertaba de que en nuestro país se gestaba un drama mayor que el griego. Tras la caída de los mercados bursátiles, con los datos sobre la mesa, y una semana después de la publicación de su apocalíptica “información”, el periódico internacional de negocios rectificaba lo dicho sobre España, como si no hubiese pasado nada.
Es curioso que, en ambas ocasiones, el líder de la oposición, que tanto presume de su patriotismo, no haya salido en defensa de nuestra economía al verse comparada con la griega. Podría haber argumentado, por poner solo dos ejemplos, que ni nuestras calificaciones de rating son comparables ni tampoco sus deudas (la de España se encuentra 20 puntos por debajo de la media europea y supone la mitad de la helena), pero no lo ha hecho. También llama la atención que Rajoy, en lugar de presentar una moción de censura, haya aprovechado ambas ocasiones para asegurar que tiene un plan para gobernar o que se presenta como alternativa, sentenciando que “a Zapatero se le acaba el tiempo de perder el tiempo”.
Mientras los rumores y los especuladores financieros atacan al euro y perpetran auténticos golpes de Estado a las economías europeas, hay quien intenta llegar al poder representando el papel de la pasividad absoluta ante todo lo que sucede dentro y fuera de su partido, el papel del espectador impasible que se alimenta de la rumorología, el papel del patriota de hojalata que solo quiere gobernar ya, al precio que sea, caiga quien caiga, se ponga la economía como se ponga. No vaya a ser que se le acabe su tiempo.

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