Medianoche alrededor de la luna parisina o de cualquier ciudad bohemia de la vieja Europa. Feria en El Puerto, nos vamos pa Rota: media de chocos, levantera gorda, otra media de croquetas caseras, una charlita a grito limpio en la tasca a la vera de la playa y un cafelito a buen recaudo. Woody Allen, que anoche nos toqueteó la fibra sensible con su pieza acerca de París y el simple twist of fate, se cuela en las páginas de cultura del sunday chungo con un par de frases de gran categoría: "El tiempo es el enemigo. Odio el tiempo". Cualquier tiempo futuro fue peor, y siempre será susceptible de pertenecer al pasado incierto. Que no le quiten lo bailao a sus 75 tacos bien despachaos. Como buen judío errante, Woody cuenta los ingresos atípicos de espaldas, con los dedos de ambas manos. Estampas de París en tecnicolor, equis dólares; treinta segundos de Dior en bolsa y fachada de tienda, mil machacantes; guiño equicicuá, vaya usted a saber.
Ya se sabe que las ciudades con aspiraciones forman parte de un club de cine la mar de interesado, metros de cinta al mejor postor, si usted quiere aparecer en la próxima de Gueichin Fly, apoquine y verá. Por algo Allen habla de Barcelona, París y lo que se tercie hasta en los créditos de las pelis. Dirá usted: ya lo hizo con otros barrios o poblaciones de la aldea global, posiblemente sin trincar. Ya. Compruebe el tejido. Eso no quita que la peli sea gloriosa, pasean por la surreal historia un montón de genios de las artes, incluyendo a Dalí y Buñuel. Europeos y yanquis de la mala vida. Yo me hubiera transportado al Greenwich Village, a trastear un poco con el joven Dylan, la reina Baez y los poetas de la generación beat. Tampoco desdeñaría un viaje al renacimiento, ni un ratito en la calle Ceballos, ni siquiera un periplo mañanero en Vapor con Alberti ... el mar, la mar ... pero la ficción supera a la realidad, así que en el mismo diario mundial, suplemento a todo color, aparece Teófila, la alcaldesa más votada de España, diciendo unas cositas muy curiosas. En resumidas cuentas, "¿qué he hecho yo para merecerme lo que vino o vendrá?". "Esta mujer es capaz de vender una moto sin ruedas".
Otro día, cuando este blog dé el estirón definitivo, hablaremos del gobienno y de sus circunstancias. Pero fuera aparte preferencias, ideologías y mafias diversas, Teófila se come con papas al enviado especial, vende el pescao hasta el lunes in the morning y sale airosa del trance. Lástima que sus secuaces sean así. Dicen que hubo bronca en la presentación de las Coplas de Teofilandia, un disco rebelde con causa del que ya hablaremos cuando este blog pegue el estirón. On the road again. Lady Kaka en la portada y doña Teo en las páginas interiores. Rota is Spain. Al otro lado de la barra, unos chavalotes negros beben cerveza a la espera de órdenes; mañana bombardeo.
Me gusta cuando Woody Allen dice que ya no tiene tiempo para firmar una obra maestra. El mundo tampoco.