Por Hogaradas
Seguro que Ovidio Parades hace muchas cosas bien. Quienes lo conocemos, sabemos de su mano para la cocina y de lo exquisito de sus platos, pero lo que sin duda domina, y eso ya lo sabe todo el mundo, es el arte de escribir, porque además de poseer el don de la palabra, sabe perfectamente cómo utilizarla para engancharnos con cada uno de sus escritos.
Podríamos decir que lo que Ovidio hace es cocinar la literatura, o lo que es lo mismo, ańadir a esas palabras la dosis justa de sentimiento, realismo, ternura, angustia, amor, miedo… como si de la elaboración de un guiso se tratara, para finalmente sazonarlo con este toque de magia que descubrimos en cada uno de sus relatos.
Su último trabajo, y un nuevo reto, por tratarse de su primera novela, “El tiempo que vendrá”, contiene todo eso y más, y es por ello que desde que abres la primera página y comienzas a leer, eres incapaz de abandonar el relato de una historia perfectamente estructurada y que discurre como en un círculo, porque nada se da por terminado, aunque comience el relato de cosas nuevas, sino que de algún modo volvemos, a medida que vamos avanzando. Al finalizar la novela descubrimos que Ovidio nos ha hecho dibujar una auténtica circunferencia de la mano de un protagonista que ha conseguido que nos metiéramos en su piel desde el primer momento, tras habernos descubierto episodios tan duros y difíciles de su vida y llevándonos de su mano hasta ese tiempo, el que vendría, el que esperaba, ese que por fin, ya ha llegado.
Ovidio, según sus propias palabras, ha cedido al protagonista algunos episodios vividos por él mismo, algunos, que no todos. Yo, que me enorgullezco de encontrarme entre la lista de sus amigos y que he compartido amistad durante muchos ańos, por fortuna, todavía hoy, me perdí, por circunstancias, algunos episodios de su vida, y ahí está la magia de esta novela, conseguir sembrar la duda, la mía, en este caso, entre ficción y realidad, hasta el punto de que encontré real lo que era ficticio. Ahí precisamente reside el buen saber hacer de un escritor, y él lo es desde hace ya mucho tiempo, tal y como nos recuerda en su novela: “Tengo quince ańos, y escribo” “Quince ańos desde que había dejado atrás el colegio. Y seguía escribiendo”
Ovidio define su novela como un relato que discurre entre luces y sombras, como la vida misma, y así es, pero sobre todo es una historia de fortaleza, de superación personal, de una búsqueda incesante, de perseguir un sueńo y de triunfo, el del amor, que nos salva, como al protagonista, si no de todo, de casi todo.
Y para finalizar, quiero compartir con vosotros unas palabras del protagonista de “El tiempo que vendrá” referidas a la risa, porque al igual que él también pienso que hay que reír, y siempre, sea el tiempo que sea, incluso si se trata de un presente desolador y estamos esperando ese tiempo que vendrá, con otros aires, a salvarnos.
“La risa, qué importante en mi vida. La risa me salvó de muchas cosas: de todo aquel tiempo que pasé en el colegio, sin duda. De muchas de las cosas negativas que sucederían en el tiempo que vendría. Pese a todo, hay que reír. Sí, hacerlo muchas veces, muy alto, sin cortapisas, digan lo que digan algunos. No hay que tenerle respeto a la risa. Hay que entregarse a ella del modo más descarado, más libre posible. Reír, sí, siempre”.

