El tiempo se acaba principalmente para nosotros, para los que a pesar de haber vivido bajo el mandato de el «como dios manda», hemos querido mirar un poco más allá, porque igual esa creencia arraigada de lo que es «correcto», no lo es tanto.
Se acaba, y no tenemos tiempo de explicar, de convencer, de argumentar, para que a esas generaciones que aún les queda tiempo aquí, les pique la curiosidad de abrir los ojos y ver el porqué del cambio climático, el porqué del fin de muchas especies…ese porqué de origen humano tan incómodo y lleno de culpa.
Se nos acaba con poca fe en la humanidad y en que esta deriva catastrófica eche freno, con poca fe en que a la gente que viene le importe algo más que llegar a ser «influencers» o «youtubers» y muy poca en esos padres que lejos de entender que somos un primate más de esa extensa familia, hacen con su educación «niñocentrista» que cada nuevo individuo se crea el centro del universo.
El tiempo se acaba para el planeta y necesitamos gente con ideales que luche por ellos contra viento y marea para parar esto, ya que todos nosotros vamos en el, «influencers» y «youtubers», por desgracia, también.
Y se acaba sin darnos cuenta de que el modo de parar esta rueda es fácil, tan fácil como educar a nuestros hijos en el respeto al planeta y a todos los animales que vivimos en él, enseñarles que una vida sin carne es posible, y dejar en paz a la gente que ya ha decidido esta forma de educar cómo su parte contribuyente a frenar este desastre, sin soltar la frase típica » no les obligues, ya elegirán cuando sean mayores». Estoy de acuerdo, dejad que vuestros hijos elijan cuando sean mayores si quieren comer embutidos o fiambres, no se lo impongáis de pequeños, es injusto que aumenten su riesgo de cáncer solo por imponer vuestros gustos. Dejad que elijan cuando sean mayores si quieren ser unos consumidores irresponsables, no se lo impongáis ahora dándoles ternera, que tiene un impacto medioambiental insostenible, como si fuera tan difícil dar garbanzos. Dejad que elijan cuando sean mayores si quieren contribuir con una industria que trata a los animales de forma horrible y seguir mirando para otro lado. No les impongáis comer carne de pollo que ha vivido hacinado sin ver la luz del sol o lomo de un cerdo cuya vida ha sido un calvario, como si no hubiera lentejas en el mundo. Dejad que elijan cuando sean mayores si quieren contribuir o no a la esquilmación de los océanos, no será que no venden nueces o arroz en nuestros supermercados. Y ya que estamos, no bauticéis bebés, que eso es imponer una religión… esto se entiende mejor y tiene mayor acogida porque entra dentro de lo que hoy llamamos lo políticamente correcto, aunque su aportación al medioambiente, a no ser por el ahorro de agua, es nulo. Y sobre todo, no aleccionéis a otros padres por criar a sus hijos según su ética y estilo de vida, como si vosotros no hiciérais lo mismo.
Y por el planeta esperemos que estas generaciones, el día que les toque elegir, elijan bien, porque ya no hay tiempo.