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Vetusta Blues. -
“El tiempo y el verano”
Parece imposible no sustraerse al tiempo en el verano. Y, siempre, con la referencia a lo negativo. Es como si encontrarse el día nublado fuera algo malo, mientras en el resto de la Península se achicharran puestos a la brasa de un sol inclemente. Quizás deberíamos pensar los ovetenses, que no habrá capital de provincia que aparezca más que la nuestra en la sección de meteorología de los diversos informativos de la televisión gracias a su excepcionalidad veraniega, a su peculiar clima. Quizás, también, sería interesante promocionar esas temperaturas sumamente agradables que atraen a turistas ansiosos por escapar del sol abrasador que calienta en exceso en el verano español. Pero, ya saben que en este mundo donde lo más normal es hacer la cola tras el flautista de Hamelín que clama con su instrumento la melodía hipnótica y engatusadora de “la mayoría” o “lo más”, ir contracorriente, aunque sea buscando una identidad propia, no se practica en exceso.
Y eso que las reservas de agua también están decayendo. Leo en EL COMERCIO que se ha tenido que bombear agua en el embalse de los Alfilorios, algo inédito desde su entrada en servicio. Y ello con el consiguiente coste para la ciudad y sus vecinos. O sea, que tampoco ha valido de mucho ese orbayu que invadió muchos días carbayones de julio o de agosto. La búsqueda de agua es fundamental y lleva años, décadas, preocupando a la ciudad. Con el cambio climático esta inquietud parece que se acentuará en el futuro. Nunca llueve a gusto de todos, porque algunas de las actividades programadas para el verano, como ese bendito cine al aire libre, padecieron los rigores de las lluvias. Este asunto de la programación cultural de verano se antoja como fundamental para sacar de ese letargo clariniano que parece sacado de “La Regenta”. Bien por ese cine, bien por las actividades literarias que promueven que las bibliotecas salgan a la calle con la flamante e inquieta coordinadora de bibliotecas Chelo Veiga... Pero, pero, pero.. quizás hagan falta más eventos con personalidad propia, que asocien su nombre al de la ciudad. Todo un reto para estos meses: se admiten ideas.
El lastre de infraestructuras y espacios en la ciudad para esos eventos es preocupante. La plaza de toros agoniza bajo el peso del “b.i.c.” (bien de interés cultural que suponemos servirá en pocos años para analizar sus ruinas), la Vega sigue esperando y lo mismo sucede con la Fábrica de Gas. Por no hablar del Cristo. Este bloqueo sigue lastrando a Oviedo y parece una de las emergencias a abordar en los próximos meses para aprovechar el caudal veraniego que podría ofrecer la singularidad climatológica ovetense. Estudiarla, potenciarla, e, incluso, presumir de ella, ¿por qué no?
MANOLO D. ABADPublicado en el diario "El Comercio" el miércoles 30 de agosto de 2017