Revista Ciencia

El tigre en la casa, de Carl van Vechten

Por Nazarinasociacion
Carl Van Vechten y Feathers

Carl Van Vechten y Feathers

El título completo del libro en inglés es “The Tiger in The House, a Cultural History of The Cat” (El tigre en la casa, una historia

Portada de El tigre

Portada de El tigre

cultural del gato). Lamentablemente, no está traducido al castellano, como ninguno de los otros libros escritos por Carl Van Vechten. Si leen en inglés, no se pierdan este; nadie ha escrito tan bien, con tanta elegancia y humor sobre los gatos. Fue publicado en 1920 y se trata de una auténtica hazaña, un compendio de erudición felina y una casi maniática lista de referencias literarias, que van desde Mark Twain a Baudelaire, y de Darwin al “British Medical Journal”.

La bibliografía al final del libro incluye nada menos que 650 obras, la mayoría de las  cuales se encontraban en la biblioteca personal del autor. Como dice Stephen Budiansky… Ah, pero antes de seguir, aclaremos que Stephen Budiansky es un experto en animales que ha escrito, entre otros, un libro sobre gatos titulado “La naturaleza de los gatos: orígenes, inteligencia, comportamiento y astucia del felis silvestris catus” (Paidos Ibérica, 2003). Y también se encargó de redactar la introducción de la edición de 2007 en la que dice: “Todo autor que haya escrito sobre gatos desde entonces, a sabiendas o no, sigue la pista de las riquezas que Van Vechten desenterró, sobre todo en lo que se refiere a supersticiones, folclore, metáforas y creencias mágicas en torno al gato”. Y así es, porque Carl Van Vechten consiguió enterarse de que según la ley persa, la camada de gatitos pertenecía al dueño de la tierra o casa donde nacían, lo que deja entender que los gatos eran valorados en la antigua Persia. O, en la página 19, nos da un dato: los gatos tienen 160 pulsaciones por minuto.

Carl Van Vechten, 1934

Carl Van Vechten, 1934

Carl Van Vechten - Fotografía de Tonio Selwart

Carl Van Vechten – Fotografía de Tonio Selwart

El libro consta de 14 capítulos, empezando por “A modo de corregir un prejuicio popular” y acabando con “Apoteosis”, y entre estos encontramos “Ailurófobos y otras personas que odian a los gatos”, “El gato y la ley” o “El gato y el poeta”. La cantidad de información es sorprendente y cabe preguntarse de dónde sacó el tiempo para redactar semejante libro. De hecho, al firmar la introducción de la tercera edición el 11 de junio de 1936, dice, en el último párrafo: “Dieciséis años más viejo que en 1920, y al releer ‘El tigre’, me he quedado boquiabierto ante la erudición contenida en el libro y me admira la documentación requerida. Si hoy en día me pidiesen que escribiera un libro acerca de la URSS o del swing, creo que me dedicaría con mucho menos asiduidad a reunir el material necesario. Por otra parte, me siento bastante intimidado por esta versión más joven y, aparentemente, más aplicada de mí mismo”.

Una ilustración de El tigre

Una ilustración de El tigre

El carácter de los gatos

El carácter de los gatos

Como pueden ver por lo anterior, Carl Van Vechten tenía un sentido del humor acerbo y siempre estaba más que dispuesto a reírse de sus vastos conocimientos. En otro momento dice: “Es permisible mostrar una actitud de plácida indiferencia en cuanto a elefantes, cacatúas, H.G. Wells, Suecia, el roast beef, Puccini e incluso los mormones, pero en cuanto a los gatos, parece necesario tener una opinión muy clara”. Claro está, en su caso, esa opinión era absolutamente positiva.

Del libro Feathers, ilustración de Eileen Mayo

Del libro Feathers, ilustración de Eileen Mayo

Carl Van Vechten tenía una gata persa llamada Feathers a la que adoraba. Habla de ella en el libro, pero también le dedicó un volumen apropiadamente titulado “Feathers” (Plumas). No sabemos de ningún otro gato que compartiera su vida.

Feathers con un reposa cabeza chino

Feathers con un reposacabezas chino

Nació en Cedar Rapids, Iowa, en 1880, y se licenció de la Universidad de Chicago en 1903. En 1906 se trasladó a Nueva York, donde no tardó en ser reconocido como crítico de danza. Además de escritor de ensayos y novelas, a partir de los años treinta  fotografió a celebridades de la época entre las que se encontraban Frida Kahlo, Salvador Dalí, Marlon Brando, Norman Mailer, cantantes y músicos afroamericanos como Leontyne Price, Bessie Smith, Archie Savage y el boxeador Joe Louis. Fue una conocida figura de los círculos artísticos de París y Nueva York, confidente de Gertrude Stein, amigo de Alice B. Toklas, el primer defensor estadounidense de la música de Igor Stravinsky y de Eric Satie antes de la I Guerra Mundial. Fue uno de los responsables del llamado “Harlem Renaissance” (Renacimiento de Harlem) en los años veinte, que hizo descubrir a la sociedad bohemia y artística de Nueva York los cabarets y los músicos del famoso barrio. Ayudó a Langston Hugues y a otros escritores afroamericanos a encontrar editoriales para sus obras.

El campeón King Winters, de El tigre

El campeón King Winters, de El tigre

Él mismo escribió en 1926 el libro “Nigger Heaven” (El paraíso de los negros), haciendo referencia a que los negros solo podían acceder al gallinero de los teatros, donde describía la vida nocturna del barrio en términos bastante crudos y directos. Parte de sus amigos, afroamericanos y blancos, se sintieron ofendidos, pero la nueva generación de escritores afroamericanos defendió el libro por ser el primero en reírse de “la cultura elevada” y por tratar a los afroamericanos como personas y no como estereotipos. En 1941 fundó el “James Weldon Johnson Memorial Collection of African American Arts and Letters” en honor a James Weldon (1871- 1938), abogado, autor y activista por los derechos civiles.

Otra ilustración de El tigre

Otra ilustración de El tigre

Una ilustración de El tigre

Una ilustración de El tigre

Falleció a los ochenta y cuatro años en Nueva York. Dijo de los gatos: “Un gato nunca es vulgar”, “El gato pocas veces interfiere con los derechos de otros. Su inteligencia le impide hacer muchas de las tonterías que nos complican la vida”, o también “Los gatos poseen un nivel de gnosis que pocos obispos alcanzan”.


El tigre en la casa, de Carl van Vechten

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