Hace unos días, intentando promocionar mi libro Relatos Monodosis, me pareció buena idea enviar a un foro de escritores uno de los relatos incluidos en mi obra, para llamar la atención y tratar de que alguien se atreva a comprar el primer libro de un autor novel.
Y conseguí llamar la atención, vaya si lo conseguí, pero no por el contenido del relato que apenas nadie osó leer, si no por el título: “Como una puta”.
Por lo visto el mero hecho de que la palabra puta aparezca en negro sobre blanco crea una vorágine de sentimientos negativos hacia lo que vaya a continuación. Es más me asalta la duda de si el título hubiera sido “La sórdida historia de un ingeniero en informática que se va con un cliente que le va a tratar como un electrodoméstico a cambio de un puñado de billetes”, las críticas hubieran sido diferentes. Incluso tengo la duda de si el protagonista al final del relato dijera “Me siento como una puta”, dejarían de leer en ese preciso instante saltándose el último párrafo del relato, por ejemplo.
Quizás si los prejuicios no hubieran actuado maniatando intelectualmente a los críticos, podrían haber leído el texto y darse cuenta de que…(bueno, el que lo haya leído sabrá de qué hablo)
Las críticas me gustan, pero de forma constructiva. Juzgar el texto de un relato breve por el título sin leerlo me parece una actitud infantil, más si cabe, cuando el propio título forma parte del juego “parece una cosa pero es otra diferente” que hay en el relato.
Lejos de lo que pudiera parecer he conseguido algo muy positivo: mis textos producen reacciones radicales. O te encanta mi escritura o la odias. Sin términos medios. Nada de lacónicos NoEstáMal, sino rotundos “Me gusta”, o “Me parece deplorable. Nunca me gustará nada de lo que hagas y espero que se me estropeen los frenos del coche cuando te encuentre en un paso de cebra”. Bueno, ahí me he pasado de pacato, porque cruzo por muchos lugares indebidos.
La polémica suscitada, las declaraciones en las que aseguran que nunca me van a leer me gustan. No busco lectores asustadizos, ni que les endulcen las horas muertas con finales felices, o que quieran leer por leer. Simplemente leer porque es lo que hay que hacer o porque hay que saber las historias de los libros recomendados en los centros comerciales. Quiero lectores que estén dispuestos a jugar conmigo, a probar si un relato les conmueve o no. Que no se arredren por el nombre de un relato, del mismo modo de que no se le niega el saludo a una persona por tener un nombre que no te agrade. Quiero que cuando vean el título se pregunten el por qué y que traten de averiguarlo.
De todos modos, el título “Como una puta” me parece rotundo, corto, con fuerza y adecuado para el relato. Eso sí, admito discutir con los que lean el relato si les parece mejor otro título.