Aunque sobre un fondo tenuamente positivo, los mercados financieros se desplazan arriba y abajo como si de una montaña rusa se trataran. Los inversores estamos mareados de tanto vaivén. Algunos sufren ataques de pánico, y los entiendo.
Hay que ser disciplinados y revisar las pérdidas para recortar allí donde ya sean excesivas. Quizás es momento de vender renta variable en beneficio para reducir exposición. Yo lo estoy haciendo.
Y en medio de esa tormenta (que ya viene de serie, como la crisis), tener la cabeza fría para mirar más allá y atisbar el horizonte en busca de alguna luz. A veces se ve esa luz, a veces se apaga.
Todos los platos están en movimiento, como en un inmenso circo. Estados Unidos a vueltas de la retirada de los estímulos monetarios (la “droga financiera” de la que hablaba en un reciente post). China con sus avisos de desaceleración que hacen temblar al mundo y en especial a los productores de materias primas, pero también a países exportadores como Alemania. España, donde vuelven a oirse rumores de inicio del fin, que por repetidos nos cuesta creerlos (aunque quizás esta vez sean reales).
En medio de ese contexto tan complejo, hay analistas que apuntan a una fecha mágica: el 22 de septiembre cuando se conozca el resultado de las elecciones alemanas y el nuevo gobierno (seguramente liderado por Merkel) tenga las manos más libres para empujar una política de ayuda a los países del Sur a salir del agujero y normalizar la travesía de la UEM e incluso de la UE (con permiso de los británicos).
Veremos. Ahora tenemos mucha incertidumbre y pocas cosas claras. Y así están los mercados. Quizás lo único claro sea que la inflación ni está ni se le espera, al menos por bastante tiempo.
Si tuvieran razón, habría que estar atentos de aquí al 22 de septiembre para entrar con fuerza en las bolsas, sobre todo europeas, y especialmente la española, porque el tramo final de 2013 se produciría un fuerte rebote.
¿Será verdad?
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