Para comprender la realidad física al más alto nivel hay que saber distinguir entre el vacío y la nada. El vacío es un espacio donde no hay espacio, valga la redundancia, pero que realmente existe. La nada es un no-espacio donde no hay espacio y no existe realmente.
Todos estamos compuestos de vacío, el 99,99 por ciento de nuestra materia es vacío. Este vacío es el espacio que existe entre los electrones de un átomo y el núcleo. Este vacío es del 99,99 por ciento, pero si hay tanto vacío, ¿por qué cuando tocamos algo no lo atravesamos?. En realidad, nunca tocamos nada siempre existe un espacio mínimo de separación entre los distintos átomos. Los electrones cuando entran en contacto con otro átomo distinto actúan por electromagnetismo para separase. Por esto, nunca podemos llegar a tocar nada y, en consecuencia, nunca podremos atravesarlo. Ahora parece que también nos engaña el tacto…
Ahora hablemos del espacio. Sea este infinito o finito, con límites o sin límites o las diferentes combinaciones, el universo es isótropo, es decir, si nos alejamos varios millones de años luz y vemos el universo a gran escala nos daremos perfecta cuente de que está organizado de la misma forma. Esta misma isotropía se caracteriza a nivel atómico. Los átomos nos recuerdan a los sitemas solares con los electrones girando en trono al núclero. Además la organización atómica es igual de isótropa que la organización del cosmos a gran escala. Vemos que en el universo los extremos se “juntan”.