Revista Opinión

El toro de la vega. Un conflicto entre lo rural y lo urbano

Publicado el 15 junio 2016 por Polikracia @polikracia

Me atrevería a decir que la mayoría de los lectores habituales de blogs de ciencia política, no ven con buenos ojos la tradición del Toro de la Vega, esto es, aplican un juicio moral. Como ciudadano, me incluyo en esa mayoría, sin embargo realmente: ¿se trata sólo de una cuestión relativa al sufrimiento animal? Desde una perspectiva sociológica, debemos ser mucho menos simplistas cuando se trata de hechos sociales. Y es que el enfrentamiento entre anti taurinos y defensores de la tradición con respecto a este caso en concreto, no solo es un hecho social, sino que también es la manifestación última de un fenómeno político. En este artículo, trato de dar una explicación a este enfrentamiento, que cada vez tiene una mayor intensidad.

Existen muchas preguntas, que nos llevan a sospechar que el fenómeno es mucho más complejo de lo que a simple vista podría parecer. En primer lugar ¿Por qué este año ha habido una prohibición por parte del gobierno de Castilla y León (PP) a que el toro muera, siendo este un partido con mayor apoyo a este tipo de tradiciones y a la tauromaquia? ¿Por qué el gobierno socialista (alcalde de Tordesillas) lo defiende sin embargo? ¿Por qué el PSOE, no condena mediante acciones la postura del alcalde? ¿Por qué no existen grupos de oposición visibles contra el toro de la Vega en el propio Tordesillas? ¿Por qué los anti taurinos han de partir de las ciudades a los pueblos para combatir la tortura animal?

Todas estas preguntas dan una serie de pistas sobre una posible explicación del problema: en primer lugar no parece ser puramente un problema de partidos políticos, al menos a un nivel regional: PSOE y PP han tomado acciones incoherentes con lo que discursivamente propugnan. Por otro lado, está claro que el enfrentamiento no se produce dentro de la población del pueblo de Tordesillas. Es una tensión que existe entre población (mayoritariamente) de las ciudades y un importante colectivo del pueblo de Tordesillas. Esta última afirmación viene confirmada por que son entidades de todo tipo las que se oponen al Toro de la Vega, pero siempre con su sede de actividad en la ciudad. Ejemplos pueden ser PACMA, los medios de comunicación progresistas en general e incluso diversos grupos que manifiestan el carácter inter-clase de esta oposición como el club de boxeo (“Chatarras Palace” una asociación de boxeo de Barcelona de carácter obrero con cierto impacto mediático), entre otros muchos grupos. Lo mencionado anteriormente, lleva a pensar que el apoyo o no al Toro de la Vega no parece ser dependiente de la clase social.

Por otra parte, tal vez pudiera pensarse, desde un punto de vista más liberal, que la postura respecto al Toro de la Vega, se debe más a la conciencia individual de cada uno, sin embargo, factores como la poca oposición que se encuentra en el pueblo (al menos organizada) contra el toro de la Vega, hace pensar que no es un asunto puramente individual. Además, a esto se le añade que las personas que viven en el pueblo de Tordesillas tienen un mayor conocimiento e información respecto al proceso de la fiesta municipal, que quienes tan solo se informan a través de medios, o al menos de manera no directa.

Todo lo mencionado anteriormente, lleva a pensar que quienes apoyan la fiesta, que son mayoría en el pueblo de Tordesillas, tienen una educación (socialización) distinta a los de ciudad, con respecto a este tema (y me atrevería a decir que otros tantos relacionados con el mundo taurino). Esta diferenciación de valores lleva a crear dicotomías, tensiones entre las zonas rurales y urbanas. A estas tensiones se las llaman en Ciencia Política (Lipset y Rokkan) clivajes. Y en los enfrentamientos que se producen en el el Toro de la Vega, hay mucho de esta tensión entre lo rural y lo urbano.

El alcance mediático que tienen las acciones tomadas hacia el Toro de la Vega con respecto a las otras muchas que se toman en el ámbito de los derechos de los animales, lo yerguen como un símbolo, tanto de la tortura animal, como de las tradiciones “de pueblo” A todo esto inevitablemente se les asocia una cultura política, y un modo de ser, rural, que está muy alejado de la vida progresista en las ciudades. Es por esto, que han de fletarse autobuses desde los partidos ecologistas para enfrentarse a los partidarios del Toro de la Vega en su propio pueblo. Es una acción no es solo contra la tortura de un animal, sino contra la gente que apoya, y sus valores. Queda subrayado este argumento con la respuesta considerablemente violenta de los defensores de la tradición ¿Por qué esa agresividad física y verbal, y no simplemente dejar a las autoridades defenderla? Al fin y al cabo, la “fiesta” es legal, e interrumpirla, un delito. Esa violencia habla de tensiones más allá del hecho en sí. Que desde el gobierno de castilla y león (popular) prohíba la muerte del animal, y el alcalde (socialista) no lo apoye, está hablando también de las tiranteces centro-periferia a nivel autonómico. Es razonable por tanto relacionar el enfrentamiento en Toro de la Vega al clivaje centro-periferia y al rural-urbano. Es sin duda una manifestación en forma de pelea (incluso física) de las tensiones existentes y a veces invisibles entre el pueblo y la ciudad, tal vez por falta de dialogo, y de intercambio real de valores.

Será necesario un mejor análisis del problema por parte de los grupos ecologistas, si de verdad algún día quieren acabar con las practicas sangrientas en  Toro de la Vega, y con los muchos otros toros de la vega que hay en España, no solo legalmente o físicamente, sino también en las mentes de quienes hoy defienden todo esto. Por otra parte, también es necesario que quienes defienden estas tradiciones, busquen modificarlas, de modo que sean más aceptables por el común de la opinión pública. La finalidad de una tradición local es la de preservar la identidad de ese lugar en el tiempo, y eso no parece que vaya a pasar. Por otra parte, una modificación de la “fiesta” no traería consigo ningún resultado conciliador si se hace desde las ciudades. ¿Ocurrirán estos cambios o seguiremos ciegos, pensando por un lado que solo se trata de la salud de un toro? ¿Seremos capaces de aliviar esta tensión, o seguirá perenne la diferencia en la forma de pensar de los “de pueblo” y los “de ciudad”? De momento, y por la falta de literatura al respecto, parece no haber adecuada reflexión sobre el tema.


Volver a la Portada de Logo Paperblog