EL TOTALITARISMO NO TOLERA TRANSICIONES
“En el mundo han existido Estados parias, pero corsarios como el nuestro no los recuerdo. Quizás la Panamá de Noriega…”
El concepto de transición política remite a un proceso de radical transformación de las reglas y de los mecanismos de participación y competencia política. En sentido estricto el concepto aplica en torno al paso desde un régimen autoritario hacia uno poliárquico (Dahl:1961). La transición comporta tres elementos concurrentes: 1.- Un proceso radical de transformación de reglas y de competencia política; 2.- El agotamiento de una etapa no permanente entre dos regímenes y 3.- Sustitución de valores e instituciones por otras diferentes. En sentido de temporalidad, legitimidad, solapamiento de regímenes (viejo y nuevo) y sustitución de valores, Venezuela no va a un proceso de transición política. Vamos a la ruptura abrupta, rigorosa y absoluta con Estado criminal, ilegitimo, y ausente, que no califica de tránsitos…
No es un tema semántico o académico. Es un asunto muy importante y sensible de comunicación política. Decir que vamos a un proceso de transición transaccional, es dejar la percepción que ante la salida del gobierno, éstos participaran del “tránsito a la democracia”. La gente no lucha por restaurar una democracia como la vivida en la cuarta o en la quinta. Modelos pactados, partidistas, de camarillas, mesas y cogollos. O cuartelarios, milicianos y de mafias La gente da la vida por el relanzamiento de una republica de libertad colectiva, participante por vigilante y cuentadante de sus factores de representación. Ello demanda un nuevo movimiento de apertura liberal y ciudadana, por lo que hablar de transición (aun de buena fe), es anticipar un melange de puntofijismo, entre boinas, botas y verdes, ya expirado.
La gente hoy da la vida en la calle no por la instalación de un gobierno colegiado, transicional, cenáculo, de integración gatoparda, sino por un Estado moderno. Esto demanda la activación inmediata de elecciones generales, tanto de una nueva AN como del PDR, acompañado de un riguroso proceso de justicia. Es la refundación de un nuevo Estado con dos poderes elementales: El Legislativo (votado distritalmente, originariamente, no por lista), y el Ejecutivo, asistidos de un TSJ independiente y vigilante de la Republica. Otros funcionarios: el FGR, CGR y el Defensor del Pueblo, también serían elegidos popularmente…Desde una perspectiva general podemos transitar de la dictadura a la democracia (Santamaria:1982); del comunismo a la libertad. Pero del nazismo o del fascismo–totalitarismo-no se va sino a la guerra o una nueva era, por lo que al totalitarismo no aplica tránsito de nada.
Cuando un régimen imperante ni siquiera tiene el mérito de vestirse de Estado por transgresor confeso de los DDHH, del derecho de gentes o del derecho consuetudinario, convirtiéndose en un Estado criminal, además de fallido, es forajido. No se es Estado si la institucionalidad es cero y la legalidad, la justicia, la ciudadanía, la seguridad, las políticas públicas y los propósitos de republicanos básicos, son nulos. Es el Estado ausente (dixit José Vicente Carrasquero), por lo que ante la ausencia total del Estado (nación, territorio y poderes secuestrados) no hay transitoriedad de “reglas o valores”, sino de relevación plena -ipso facto -del poder ilegítimamente ejercido.
No existe en nuestra historia republicana una situación como la que vive Venezuela. Tampoco algo similar en toda Latinoamérica. En el mundo han existido Estados parias, pero corsarios como el nuestro no los recuerdo. Quizás la Panamá de Noriega…Salir de un modelo de poder criminoso que ha secuestrado al Estado, esto es, sus ciudadanos, sus recursos, instituciones y territorios, no se reduce a un simple cambio de modelo político. No es salir de un régimen socialista autoritario. No es librar una lucha contra una dictadura. Es la recuperación de la libertad y de la democracia, si. Pero mucho más serio y complicado: ¡es la restauración del Estado mismo! Aquí no es pertinente hablar de transición, sino de un profundo quiebre histórico con un pasado que trasciende al chavismo mismo.
Varios politólogos han diferenciado las fases en los procesos de transición política: 1) Crisis del régimen autoritario, 2) Superación del régimen existente e instauración del nuevo y 3) Consolidación y persistencia (habituación) del nuevo modelo (Morlino, 1985; Alcántara, 1994; Shaim/Linz, 1995). Pero en Venezuela: 1.- Pasamos de crisis a caos total. 2.- No sustituimos un viejo régimen, sino vamos a la refundación de la república y restitución del Estado; y 3.- No estamos en un PROCESO DE PERSISTENCIA de nuevas reglas, sino de DESOBEDIENICA E INSURGENCIA CIVIL. En América Latina tuvimos pocos “tránsitos de Dictaduras a democracias, salvo el caso Brasileño, Argentino o Chileno. En Europa es clásica la transición transaccional de Polonia con Walesa y el movimiento obrero a la cabeza. No es nuestro caso...
Hasta hace días era posible hablar de una transición política si el gobierno hubiese activado los mecanismos constitucionales de elección popular que demandó la gente. Ya esta tarde….EL Totalitarismo no sabe de transiciones: sólo se extirpa cómo el cáncer. Y en esa cirugía-por cierto-la comunidad internacional tiene su cita.
Orlando Viera-Blanco @ovierablanco
TwittearEnviar este artículo a tus seguidores