La gran jornada montañosa de Sestrieres había abierto una enorme brecha en la clasificación general. Pero aun quedaba otra etapa monstruosa, con final en Alpe d´Huez y pasos por Galibier y Croix du Fer, por lo que las espadas estaban en todo lo alto. Máxime cuando en la estación italiana todos los favoritos tenían motivos para sentirse preocupados y esperanzados a un tiempo.
Indurain había sido el más beneficiado del día de Sestrieres, descolgando a su gran rival Gianni Bugno y cogiendo de nuevo el maillot amarillo. Sin embargo la fortaleza mostrada por el otro italiano, Claudio Chiapucci, así como la debilidad que le había sobrevenido en los últimos kilómetros de la subida a la estación de esquí no le permitían en modo alguno estar confiado.
Indurain, de amarillo
Claudio Chiapucci era el gran héroe de la jornada, habiendo aguantado una escapada de más de 220 kilómetros y habiendo demostrado llegar bastante bien al final, metiendo más tiempo o manteniendo diferencias con prácticamente todos sus rivales. No obstante temía que su enorme, gigantesco esfuerzo le pasara factura camino de Alpe d´Huez y que su sueño de desbancar al navarro quedara en eso.
Easy AdSense by UnrealGianni Bugno podía ser el más pesimista de los tres, además de tener un lado moral de gran fragilidad que le hacía estar en desventaja con ambos. Derrotado por Indurain contra el crono y en montaña, pocas esperanzas le quedaban al italiano. Sin embargo su ritmo una vez repuesto del golpe de no poder seguir la estela del nuevo líder había sido bueno, e incluso consiguió recuperar casi un minuto a Indurain en los últimos kilómetros de Sestrieres, lo que demostraba que su golpe de pedal no eran tan malo. Además contaba con un zorro táctico como Fignon a su servicio, y con la certeza de haber gastado menos fuerzas que sus dos grandes rivales el día anterior al haber dado menos la cara.
Pascal Lino había mostrado su fortaleza atacando en Iseran y su debilidad táctica con ese mismo movimiento. Ahora debía enfrentarse a la posibilidad de aprovechar la forma de su vida con un puesto en el pódium, un regalo enorme para un joven corredor como él. Pese a todo su debilidad en los últimos momentos de la etapa, una vez abortado su ataque estratégico del gigante Iseran, había mostrado que su ritmo habitual estaba un par de escalones por debajo del de los demás favoritos.
Lino, aguantando
Por último Andrew Hampsten había demostrado estar yendo a más en este Tour y tenía piernas como para plantearse asaltar alguna de las primeras plazas si contaba con la osadía suficiente para entrar en una guerra épica como la de Chiapucci el día anterior.