Así que con el pelotón casi agrupado, aunque ya sin el concurso de Greg Lemond, que se retirará kilómetros más adelante, la carrera se presenta al pie del Galibier, el gigante alpino, el primer puerto de los Alpes que el tour se empeñó en franquear, y que fue durante muchos años, décadas, el más alto que jamás hubiera pasado.
La subida al Galibier por la vertiente de Monetier comienza de una forma muy suave y se va encrespando cada vez más, hasta convertirse en un puerto auténticamente duro tras el paso por el llamado Col du Lautaret. Pero es antes, mucho antes, cuando aun faltan 15 kilómetros a la cima y más de 140 a la meta, cuando lanza su ataque sorpresivo Gianni Bugno.
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El italiano tiene muchos y muy variados motivos para atacar. En primer lugar siente la necesidad de sacar tiempo a Indurain para intentar el asalto a un tour que había venido a ganar y por ahora no le ha deparado más que sinsabores. Pero además está el hecho de que la exhibición el día antes de su gran rival transalpino, Chiapucci, le ha herido en su orgullo. Y ello le empuja a intentar una aventura que, de forma lógica, se encuentra fuera de sus aptitudes habituales como ciclista. Y, sobre todo, está Fignon.
![El Tour de Francia de 1992 (XIX) La inmensaidad de la montaña](http://m1.paperblog.com/i/261/2613909/el-tour-francia-1992-xix-L-gVg_qm.jpeg)
La inmensaidad de la montaña
Porque es Fignon quien ha ideado toda la estrategia y quien avanza ahora al lado de Bugno por las pendientes del Galibier. Es Fignon el ciclista que, de haber estado en sus mejores años, podría haber amenazado al navarro a golpe de emboscadas y ataques sorpresa, de valentía y cabalgadas sin mirar atrás. Es Fignon quien casi ha obligado a atacar a Bugno, sabedor de lo que queda de Galibier, sabedor de que pronto sus perseguidores dejarán de verles y de que su moral se verá afectada por ello, sabedor de que el terreno entre puertos es incómodo, de que la bajada de la vertiente norte del coloso es propicia para lanzarse al vacío, de que introducir nervios en esta parte de la etapa supone que nadie pueda avituallarse con tranquilidad, que nadie esté a salvo de una pájara. Es Fignon el ciclista al que Gatorade fichó para ganar el Tour con su jefe de filas y ahora está haciendo todo lo posible para conseguirlo.
Así que, un día despurantes al Tour.nquilo, ya que la ventaja sube y sube y aquello puede convertirse en otro elemento de peligro para todos los aspiés de Sestrieres, la carrera vuelve a romperse a casi 150 kilómetros de la cima, con el cuarto clasificado de la general por delante junto a su lugarteniente más poderoso y en un grupo de buenos escaladores que incluye al poderoso Robert Millar. Una situación de lo más interesante, que Fignon describirá en su autobiografía como perfecta.