Revista Ciclismo

El Tour de Francia de 1992 (XXVII)

Por Rafael @merkabici
Easy AdSense by Unreal

 

Nada puede ser igual después de una etapa gigantesca, antológica, majestuosa como la de Sestrieres. Nada. Nada puede serlo para Chiapucci, asentado ya para siempre n los libros de historia, donde se le recordará junto a Coppi como el que realizó la mayor gesta en el puerto transalpino, junto a Bartali, junto a Magni. Nada puede ser igual para un ciclista que es mucho peor que ellos, la trinidad del ciclismo de la bota, pero que por coraje ha conseguido, al menos un día, igualarlos. Pero a quien, pese a todo, pese a su esfuerzo, sus lágrimas, su dolor, su larguísima escapada de más de 220 kilómetros sólo le ha servido para ser segundo en la general, para estar un día más en la obligación de atacar, de mostrarse ofensivo. Y lo hará, porque Chiapucci era, es, así.

 

Nada puede ser igual para Indurain, quien ahora viste de amarillo, quien ha dominado la carrera de forma elegante, certera, precisa, reloj suizo, hasta que faltaban 1500 metros. Porque ahora la duda también anida en su interior. Porque en esos interminables metros Chiapucci se le volvió a escapar, y el navarro se dio cuenta de que es humano, que el Extraterrestre de Luxemburgo es un invento de la prensa, que para ganar el Tour deberá sudar, que la locura de su rival puede llevarle hasta el abismo. Y cuando uno se asoma al abismo, dijo Nietzsche, ese amante de los Alpes, acaba convirtiéndose en un abismo. Pero quién sería capaz de no seguir a Chiapucci en una nueva cabalgada, quién podría confiar en que el pequeño escalador se hundiría después de lo de Sestrieres. Por eso Indurain duda, y para Indurain nada puede ser igual.

 

Dos caminos a la leyenda

Dos caminos a la leyenda

Easy AdSense by Unreal

Nada puede ser igual para Bugno, el elegante Gianni con su maillot de campeón del mundo, el máximo aspirante al trono de Indurain, el ciclista frio que se ha visto desbordado por los acontecimientos, que ha sido superado en fuerza por Indurain, en coraje por Chiapucci y en el corazón de los tiffossi por Claudio. Nada podrá ser nunca igual para un Bugno que de allí en adelante deberá conjugar sus piernas y su cabeza, y que trama una venganza que quizás no se adapte a su forma de ser…

 

Tampoco será nada igual para los miembros de la generación del 60, para un Lemond perdido en la general, hundido, con quien el Tour, su Tour, se ha mostrado más cruel que nunca, dejándole expuesto, dejando a la vista de todos su debilidad. Ni para Delgado o Roche, poderosos, sí, pero lejos de los mejores, aguantando con casta, con clase, pero secundarios, al fin. Ni para Fignon, ya decididamente un gregario, ya decididamente volcando su cerebro, su privilegiada visión de carrera para intentar desbancar a Indurain.

 

Nada será igual para Lemond

Nada será igual para Lemond


Volver a la Portada de Logo Paperblog