Así se daba la bienvenida en la puerta de los campos de concentración nazis. Es peculiar el mundo del trabajo, en el que llamamos oficinas de empleo al lugar al que solo van a cobrar los desempleados, o llamamos Ministerio de Trabajo al organismo público que no es capaz de crear empleo, el mundo en el que medran los mediocres indocumentados, los obedientes incondicionales y los poco éticos, o invitamos a emprender a los jóvenes porque no somos capaces de crearles y garantizarles su porvenir y su puesto laboral, o un Sistema inhumano que castiga con impuestos a la renta del trabajo mientras perdona la renta del patrimonio o amnistía la fuga de capital a paraísos fiscales, o seguimos prisioneros de una Constitución arcaica, limitada y utópica que otorga a cualquier ciudadano el derecho a un trabajo digno sin cumplirlo ni tan siquiera intentarlo…
La verdad es que vivimos en un mundo de locos, más vale reirse de ello, que llorar la pena! En un país que ignora y/o menosprecia a las mujeres trabajadoras hablando de conciliación familiar sin cambiar las condiciones de trabajo y pagándole menos sueldo que a un hombre, en el que los sindicatos politiquean mientras roban el dinero destinado a la formación de empleados y desempleados, o en el que los únicos que trabajan -o, al menos, cobran- son los funcionarios de la Administración Pública que administra a los contribuyentes y/o parados, mientras los jóvenes no tienen ni tan siquiera la oportunidad de comenzar su carrera profesional a pesar de su mejor formación, o el talento senior de las empresas que se les aparca con prejubilaciones que les convierte en muertos en vida, o a la mal llamada tercera edad de jubilados que parecen ser solo una carga más para la sociedad, después de haber cotizado durante toda su vida…
Reconozco que mi relación con el trabajo ha sido siempre peculiar, cuando no accidentada. Cada uno hace lo que vive a su manera o como puede! Empecé a trabajar a los 15 años, mientras mis amigos y compañeros disfrutaban de su juventud, de las chicas bellas y de emborracharse cada día, yendo de fiesta. Monté mi primera empresa a los 17 años, luego al parecer fui un emprendedor, aunque entonces no supiera tecnología puntera, no fuera un héroe, ni llevara un piercing… ni ligara por ello. Entonces los emprendedores éramos simples empresarios. Me pagué mis estudios y mi vida gracias a esta fantástica manía de crear cada día, trabajando. Y, desde entonces, no he parado de trabajar ni un solo día, aunque sí dejé de cobrar unos cuantos días o me pagaron mal, lo que no fue siempre agradable ni fácil, en un mundo en que la supervivencia pasa por trabajar y ganar dinero…o bien, tener una familia detrás que te apoye económicamente o tener patrimonio heredado suficiente…
Los jóvenes este tipo de cosas las tienen más claras que nosotros los seniors y papás, que aún nos llenamos la boca dando clases sobre la vida y cómo salir adelante en ella, sin saberlo hacer nosotros mismos! Los jóvenes saben que hay trabajos remunerados y otros, que no lo son. Por ello, trabajan para sobrevivir como pueden como mileuristas o intentando crear sus propias micro-empresas, además de colaborar en tareas sociales, sin cobrar. Saben esforzarse cada minuto y reinventarse cada día o fugarse con su talento a malvivir fuera del país, porque el mundo actual así lo exije… mientras emigran o aguantan estoicamente que les llamen ni-ni’s, precisamente los que les dan lecciones gratuítas, los que nos roban nuestro dinero o especulan con el trabajo ajeno, precario y mal pagado.
Pero el mundo -y el del trabajo, más- está cambiando firme e irreversiblemente, aunque nos cueste aceptarlo y adaptarnos. No podemos seguir fabricando más coches de los que se venden, aunque los políticos compinchados con los fabricantes nos maten a impuestos por tener un coche viejo, pero aún con vida por delante. No podemos seguir creando puestos de trabajo de 40 horas semanales y pagarlas, solo para mantener a los jubilados actuales. No podemos estirar más la economía productiva occidental en grandes y todopoderosas corporaciones supranacionales que todo lo degeneran y degradan, en busca solo del lucro sin límites, gracias a la connivencia de la clase política mundial, mayormente corrupta por ello. No podemos seguir destruyendo el planeta Tierra, indefinidamente y malogrando sus recursos para unos pocos privilegiados. No podemos explotar la mano de obra desprotegida y sin derechos básicos en países eternamente subdesarrollados gracias a nosotros, para seguir creciendo indefinidamente y tener una falsa sensación de bienestar, que los políticos se fuman cuando van maldadas.
Llega día a día el trabajo compartido, el intercambio, la colaboración desinteresada, el decrecimiento económico debido al consumo sostenible y responsable, la ética y la sostenibilidad de las empresas que, además de ganar dinero, otorguen valor a las personas que trabajan en ellas, a la sociedad que presuntamente sirven y al medioambiente. Llega el momento de girar el mundo y apoyar realmente al emprendedor o al senior reciclado, que no tienen más remedio que serlo, pero sin darles lecciones anticuadas, teóricas e inservibles disfrazadas de Máster, para un mundo que los mayores o la gran mayoría -con tu permiso, me excluyo- desconoce, intenta evitar y teme, porque es simplemente un mundo nuevo… aunque yo diría que, visto lo visto, mejor que el que heredamos y creamos nosotros, los presuntos mayores!