El voluntariado (según la definición oficial) es el trabajo de las personas que sirven a una comunidad o al medio ambiente por decisión propia y libre. El término también hace referencia al conjunto de dichas personas, los voluntarios. Por definición, los voluntarios no cobran por su trabajo.
Cuando el voluntario decide ayudar con su esfuerzo a personas enfermas de Alzheimer, se dan circunstancias que son imprevisibles y que debemos conocer.
El papel del voluntariado es fundamental en las asociaciones, no es imprescindible, como casi nada en la vida, pero sí muy necesario. Muchas personas acuden a una asociación para brindar la ayuda que pueden ofrecer sin conocer, a priori, las necesidades y/o situaciones que allí se van a producir. Es necesario que los voluntarios se formen y sean formados para no crear en ellos inseguridades y dudas acerca de su trabajo. Cuando una persona ajena a la enfermedad, en este caso, de Alzheimer, comienza a realizar su trabajo como voluntario, pueden suceder varias cosas que, podrían ser evitadas, si el voluntario en cuestión, hubiera sido formado con respecto a la enfermedad con anterioridad a su debut como trabajador no remunerado. El primer día de un voluntario es clave para forjar lo que será todo un camino de satisfacciones a pesar de lo cruel de la enfermedad. Bien planificado y ajustado en la medida de las posibilidades que puede ofrecer cada persona, ese camino, no será nunca abandonado por el voluntario, pues es cierto el tópico que se dice de “me dan a mí ellos más de lo que les doy yo como voluntario” El primer día es el punto de inflexión que hará que la persona decida si vuelve o no a prestar su labor como voluntario. Si la persona en cuestión no está familiarizada con la enfermedad, y no ha recibido formación acerca de las fases, síntomas, tratamiento y modificaciones en el carácter de las personas que la sufren, es posible que la impresión que le cause esa primera visita no sea recibida de la misma forma en que la recibimos los que estamos en contacto directo con la enfermedad y cause una impresión negativa en la persona que quiere ayudar. A partir de aquí, pueden suceder (entre otras) dos situaciones importantes que fijarán la actuación del voluntario en el futuro:1. Que la ilusión del voluntario se refuerce y quiera seguir prestando su ayuda, aprendiendo y aportando su trabajo y poder de esta forma, aportar su granito de arena a favor de la causa común, es decir, a favor de las personas afectadas por la enfermedad.2. Que la impresión no sea del todo satisfactoria y lo que, en un principio se preveía como una actitud benefactora, se convierta en un suplicio para el voluntario, abandonando la causa en pos de otra menos costosa emocionalmente. Es verdad que ninguna formación puede aplacar la impresión que genera la enfermedad en sus fases más avanzadas en una persona ajena a ella. Y también es verdad, que es posible, que aún con toda la formación que podamos brindar al voluntario, éste no se integre, no considerando positiva la ayuda prestada al grupo, pero también es verdad, que una formación inicial, junto con una descripción explícita de lo que significa la enfermedad, y lo que causa en las personas que la sufren, puede ayudar a que la persona que está dispuesta a ayudar, se enfrente a ésta, en el inicio de su andadura como voluntario, con algo que nos da poder y seguridad, que es la INFORMACIÓN.A partir de ese primer día, con la información y la formación inicial impartida, el voluntario dispondrá de todas las armas para enfrentarse a un camino difícil pero gratificante, que se irá llenando de experiencias que se quedarán por siempre en su memoria, haciendo que crezca como persona a medida que pasa el tiempo. Gracias por estar ahí también en este año que comienza. Podéis opinar sobre este u otros temas y dejar un comentario, no os olvidéis de darle al Me Gustasi os ha resultado interesante el post.