Revista Opinión

El transfuguismo es la vil naturaleza de la partitocracia

Publicado el 07 enero 2011 por Franky
El transfuguismo es la vil naturaleza de la partitocracia Algunos incautos se extrañan y escandalizan de que el Pacto Antitransfuguismo, firmado sin fe y con hipocresía por el PSOE y el PP, haya saldado por los aires. Lo extraño era que se hubiera firmado porque el transfuguismo es un rasgo esencial de la partitocracia y tan natural a los partidos políticos como el veneno lo es al escorpión.

Cuando los partidos renuncian a su ideología y anteponen el poder a los principios y a las ideas, ser tránsfugas es lo natural. En la partitocracia, la ley principal no es ya servir al pueblo, ni respetar el interés general, ni luchar por el bien común, sino mantener el poder y vivir en los privilegios de lo público. En esas circunstancias de degradación y envilecimiento, ser tránsfuga es, sencillamente, ser un "político". Lo lógico es que esa gente que vive del poder y de la ventaja emigre de un partido a otro para seguir disfrutando del poder, el único Dios en el que creen.

No hace mucho, la alcaldía del importante pueblo de Benidorm fue arrebatada por el PSOE al PP mediante una escandalosa operación de transfuguismo en la que participó la madre de la actual ministra Leire Pajín. El PSOE, aparentemente, castigó aquel expolio, pero fue solo un acto hipócrita, de cara a la galería, porque ha seguido apoyándo al gobierno municipal y ahora se dispone a presentar al mismo alcalde como candidato. El PP tiene ejemplos similares en otros lugares de España porque el transfuguismo es la naturaleza propia de la partitocracia y florece en partidos cuyo único objetivo es el poder.

Todo político que milite en la sucia partitocracia, el "sistema" corrupto y bastardo que ha suplantado a la democracia en muchos países del mundo, un vicio en el que España destaca de manera espectacular, es un tránsfuga por definición que ha emigrado de la ciudadanía a las élites del poder, que ha abandonado su militancia ciudadana de origen para ser miembro de la "casta". Cuando se vive de lo público y se antepone el poder a cualquier otro principio o valor, el transfuguismo es la manera natural de ser, el vicio propio de los políticos.

Basta analizar el pasado de muchos de nuestros actuales dirigentes para descubrir que militaron en diferentes partidos, hasta lograr espacios de privilegios en el actual. Conozco a tipos que han pasado de UCD al nacionalismo y del nacionalismo al PP, como también conozco a otros que empezaron siendo comunistas, que después se hicieron ácratas y que hoy viven, de manera opípara, en el PSOE. Hay miles que fueron liberales y se hicieron autoritarios, que eran de derechas y que ahora se llaman centristas, que creían en el ciudadano y ahora profesan una fe ciega al Estado, que renunciaron al marxismo por conveniencia o que abandonaron las armas para vivir de los mas rentables y placenteros fondos públicos. En España hay cientos de hijos de falangistas que hoy siguen mandando desde el PSOE o desde el PP y alcaldes que lo han sido en representación de hasta cuatro partidos distintos, algunos de ellos con ideologías incompatibles.

Los demócratas no debemos lamentar que los políticos hayan dinamitado el Pacto Antitransfuguismo porque ahora, sin aquel pacto hipócrita que nunca respetaron y que sólo les sirvió como página de publicidad, para ocultar su naturaleza mercenaria, nos muestran su verdadero rostro.

Para ellos, todo vale con tal de disfrutar del poder y de los privilegios. En el México del PRI conocí a un secretario (ministro) del presidente Luis Echeverría, que repetía, una y otra vez, hasta el cansancio, que "Lo único que hay que evitar es vivir fuera del presupuesto".

Aquel tipejo despreciable, que era lo que hoy llaman "un político de raza", tenía razón porque es así como piensa y actúa "la casta".



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