Finalizar la Guerra de Sucesión Española fue un tema muy complicado para las cortes y diplomacias europeas implicadas. El primer acercamiento para poner fin a un conflicto que duraba ya más de una década, acaeció cinco días después de la muerte del emperador José I, es decir el 22 de abril del año 1711, el ministro Torcy firmaba con los británicos un documento aprobando ciertas solicitudes de la corte de Londres, entre las cuales podemos señalar la aprobación de Francia para instaurar un Hannover, y la promesa de evitar que las coronas borbónicas se mantengan separadas, nunca unidas. El 28 de abril el acuerdo ya estaba en Londres. Este documento configuraría en cierto modo los acuerdos posteriores conocidos como la Paz de Utrecht. También demostró la efectividad y rapidez de la diplomacia británica. Como vemos Inglaterra, y en realidad todo el Reino Unido, ya se perfilaba a consagrarse como la máxima potencia y a ganarse el apelativo de la "pérfida Albión", justamente por esta clase de jugarretas políticas que muchas veces ponían a la patria por delante del mismo honor. La reina Ana actuó de un modo formidable durante este tiempo y cuando la Cámara de los Lores aprobó la paz propuesta por los tories, no se discutió más al respecto. Esta fue otra de las razones por la cual Malborough, gran partidario de la guerra, fue sencillamente destituido. Las cosas se complicaron cuando el Gran Delfín, hijo de Luis XIV y padre de Felipe V falleció en abril de 1711. Esto, sumado a futuras desapariciones, como la muerte del otro nieto del Rey Sol al año siguiente, colocó a Felipe como un candidato inexorable al trono de Francia. La misma esposa del rey español, María Luisa de Saboya, le sugirió que aceptase la regencia de Francia. Sin embargo Felipe lo pensó bien. Antes que nada porque el mismo Rey Sol le había pedido al nieto no interferir en las negociaciones, lo cual terminó por ofender al joven. El resto de aquel año fue un ir y venir para uno y otro bando. Las cosas parecían complicarse para los Borbones, ahora más que se encontraban divididos. Finalmente, harto de que su abuelo dirija la diplomacia por su cuenta, Felipe anunció que renunciaría a la corona francesa prefiriendo la hispánica, pues encontraba en ello un mayor sentido a su vida. Por otro lado creyó que la fidelidad de los castellanos, debía de algún u otro modo verse recompensada, y que mejor que quedándose allí.
En cuanto a los británicos, pues sencillamente ya desde febrero de 1712 le encomendaron sus últimas tropas al duque de Ormond. Para mayo, éste recibió la orden de no llevar a cabo ninguna batalla o sitio, es decir, no continuar la guerra. Su primera negativa fue no participar en el sitio de Le Quesnoy. Debido a esta inactividad por parte de los británicos, sus aliados imperiales fueron derrotados en Denain. En julio Londres a través de Ormond hacía pública la suspensión de las hostilidades con Francia. El armisticio quedó declarado el 21 de agosto. Antes de ello, hacia inicios de 1712, cuando las cosas ya parecían estar dichas, Carlos III o Carlos VI-pues tras la muerte de José había recibido la corona imperial-como se prefiera, tenía pensado ya retirarse de Cataluña. Después de todo, sólo le quedaba resignarse a lo que negocie Gran Bretaña y después actuar. De todos modos, la partida de los británicos de la guerra era algo que no se podía cubrir inmediatamente, por lo cual se deduce que la suerte de los Habsburgo en España estaba casi echada. Para algunos historiadores, el conflicto pasó del campo a la diplomacia monopolizada de Londres y París. Sin embargo Felipe decidió por fin intervenir y presentó sus respectivos reclamos acerca de las posesiones inglesas sobre Carolina, así como la isla de Sacramento por parte de Portugal. Además Venecia, Génova y Luca en Italia no lo habían apoyado habiendo preferido a los Habsburgo, y también los criticó duramente. A esta altura y de igual modo, los Acuerdos de Utrecht sólo dejaban también un gusto agridulce en las bocas de los imperiales. Mientras tanto, las negociaciones no se detenían y vaya que fueron largas. Rumores que iban de aquí para allá, algunos muy cercanos a la realidad, como por ejemplo aquel que hablaba de una partición de España y las Indias entre Felipe y Carlos. Efectivamente, las primeras conclusiones acerca de los tratados hablaban de esta posible partición pero el monarca Borbón se negó rotundamente. Luego desde Viena llegó una oferta tampoco agradable: dejar en manos del duque de Saboya tanto España como las Indias, pero reconociendo al emperador como rey titular de... ¡España! Las críticas para los británicos llegaron de todas partes, en especial desde Viena. Para resaltar el inconformismo, haremos una mención relatada por el conde Juan Amor de Soria y que el historiador Joaquín Albareda Salvadó rescata en su libro La Guerra de Sucesión Española:
"Rara y jamás oída metamorfosis, dura y escandalosa ley a la Europa, sensible golpe a cuantos con el u so de la prudencia estaban empeñados por el bien público; pues en un día vieron perdida su libertad, infructuosos sus trabajos, inútiles sus triunfos y vendida a mal precio tanta sangre derramada. Desanimados y desunidos los aliados pensaron en aquel infausto congreso-haciendo referencia al de Utrecht-hacer de la necesidad virtud, y apoyarse con la resignación a hacer menos infeliz su suerte, y evitar el último sacrificio. Solamente el Señor Emperador no pudo condescender a leyes tan duras e insufribles, y quiso más exponerse víctima de la violencia, que hacerse cómplice de tan funesta resolución".
Se puede deducir que el abandono de Gran Bretaña hirió por mucho el orgullo austríaco. Por otro lado, terminó por dar a los Borbones lo que quería, bajo la única condición de jamás unir sus dinastías en una sola, lo que sólo equivaldría a unificar a su vez, Francia y España. Felipe V entonces aceptó este primer paso tan importante a la hora de consolidar la paz y renunció formalmente a la corona de Francia el 5 de noviembre de 1712 en las Cortes de Castilla. Aunque hay que reconocer que en parte lo hizo por desairar a su abuelo. Luis XIV admitió que su nieto había tomado la decisión por su cuenta, ya que él deseaba que no ocupe el trono hispano. Sea como sea, prácticamente todos se estaban llevando un pedazo del pastel, menos los imperiales, al menos no de modo inmediato. Los británicos siempre precavidos, no dejaron de desconfiar de todos y de todo. Si bien habían neutralizado a España, Francia y al Imperio Germánico de un solo tiro, les quedaba una sensación de insatisfacción. Además uno de los embajadores británicos, Thomas Wentworth, llegó a darse cuenta que todos los países beligerantes, amigos o enemigos antes, se convertían en rivales declarados de Gran Bretaña ahora. Por fortuna los meses que transcurrieron hasta abril de 1713, fueron aprovechados nuevamente y esto quedó patente en el popular tratado.
Finalmente todo quedó concretado el 11 de abril de 1713, cuando Francia, Reino Unido, Portugal, Saboya, Países Bajos y hasta Prusia que poco o nada había hecho en la guerra, firmaron la Paz de Utrecht formalmente en la ciudad de nombre homónimo. Algunas semanas después fueron aceptados los españoles y estos ratificaron el acuerdo el 13 de julio. Para poder hacer inteligibles las cláusulas conclusivas de aquella paz, las señalaremos a modo de ítems:
-Antes que nada es necesario señalar algunas fechas que evitaran posteriores confusiones:
*El armisticio entre Gran Bretaña con Francia y España se llevó a cabo en agosto de 1712. Los tratados de paz entre Londres y París se llevaron a cabo en abril de 1713, y con Madrid en julio de ese mismo año.
**Francia firmo en aquel julio de 1713 tratados con Provincias Unidas, Portugal y el ducado de Saboya.
***España firmó un tratado con el ducado de Saboya también en julio de 1713 y con las Provincias Unidas en julio de 1714. Madrid volvió a reanudar relaciones estables con Portugal recién en febrero de 1715.
****En los meses y años siguientes, Gran Bretaña y España continuaron firmando tratos comerciales de beneficio recíproco, llevándose a cabo uno de los últimos dentro del contexto cercano a la guerra, en mayo de 1716.
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Las principales ventajas de la llamada Paz de Utrecht se llevaron a cabo a lo largo de los meses entre 1712 y 1714 y señalaremos por nacionalidad, las principales ventajas.
Británicos-Con el fin de que Luis mantenga a su nieto Felipe en el trono, los británicos adquirieron las siguientes posesiones: En América, San Cristóbal, Terranova, Nueva Escocia y la Bahía de Hudson.
-Asimismo el rey Luis reconocía la corona protestante en el Reino Unido. De igual modo, y para evitar provocaciones en el Canal de la Mancha, se vio obligado a desmantelar Dunquerque.
-Por su parte, con España, Gran Bretaña firmó primero un documento en Madrid el 27 de marzo de 1713. Pero el tratado de paz y amistad definitivo vino el 13 de julio de ese mismo año en la cual los británicos terminaron por consolidarse como los más beneficiados pues se quedaron con Menorca y Gibraltar, esta última de hecho, sigue formando parte de sus posesiones de ultramar y es constantemente reclamada por España como suya. El punto cercano al estrecho de nombre homónimo, le daría a Inglaterra un dominio absoluto sobre el Mediterráneo durante varios siglos y fue otro peldaño para consagrarla como una potencia de los mares hasta el fin de la 2da Guerra Mundial.
-Gran Bretaña obtuvo además amplias prerrogativas comerciales, entre ellas el asiento de negros que fue cedido a la South Sea Company, dándole casi todo el monopolio de este mercado esclavista. En 30 años podían transportar un total aproximado de 144 mil esclavos. El rey de España y de Inglaterra deberían obtener un 25% de los beneficios cada uno. A Felipe V el capital inicial dado a la compañía sólo le vino de sectores privados pues sus arcas estaban vacías.
-Gran Bretaña también se haría con el navío de permiso anual, o sea una embarcación autorizada a transportar bienes o mercancías valorizadas en 500 toneladas con el fin de que sea vendida en la feria de Portobelo, todas libres de impuestos y aranceles. En otras palabras se estaba rompiendo con el monopolio que España mantenía con sus colonias y trataba de guiar su economía intercontinental de un modo más liberal. En realidad, nunca antes ninguna potencia había tenido tanta injerencia en el Imperio Español del Nuevo Mundo. Esto vendría a ser la base de lo que más tarde conformaron las llamadas Reformas Borbónicas para las colonias hispanas en América. Albareda Salvadó coincide en resaltar la mención de Stanley J. Stein y Barbara H. Stein con respecto a que esta acción, significó una decisión que sólo desembocó en la subordinación de la España imperial a la hegemonía naval y economía inglesa.
-De todos modos los beneficios no se palparon de inmediato, y lo que es más, los primeros síntomas fueron problemáticos. Veamos: antes que nada los derechos civiles de los comerciantes británicos en España se vieron recortados; llegado el año 1714, la South Sea Company aún no había enviado el barco anual; no se tenía el mismo nivel de comercio con Jamaica; y el comercio en los primeros meses tanto con España como con sus colonias, era aún insuficiente. Esto llevó a que en 1716 se revisen los acuerdos que se firmaron al final de la guerra entre España y Gran Bretaña para mejorar la efectividad de sus respectivas clausulas y analizar los fallos sobre todo en cuanto a mantener una periodicidad anual de las flotas y los galeones.
-Inglaterra además consiguió que Luis XIV prácticamente se humille y reconozca a un sucesor protestante a la muerte de Ana. Con esto se acabó otra de las rencillas que habían tenido ambos países a inicios de la guerra pues el Rey Sol tuvo que dejar de apoyar al pretendiente católico al trono inglés, Jacobo III, quién había buscado refugio en París.
-En conclusión los británicos se convirtieron hacia el final de la guerra, en los señores de la diplomacia, en los dueños de los mares y la potencia árbitro por excelencia en el continente.
Holandeses-Los Países Bajos consiguieron de momento una barrera de ciudades en su frontera. Entre ellas tenemos todas las fortalezas de Barriere como Furnes, Ypres, Menin, Tournai, Mons, Charleroi, Gante, Namur, entre otras. No cedieron el principado de Limburgo que Felipe exigió para la princesa de los Ursinos. La barrera más arriba señalada protegía a los holandeses de una futura y supuesta invasión francesa.
-Por otra parte, las Provincias Unidas conservaban los privilegios de los cuales habían gozado ya en la Paz de Westfalia, tanto en el mar como en el ámbito comercial. Entre Austria y Provincias Unidas se firmó más tarde, un 15 de noviembre de 1715 para ser exactos, un nuevo tratado, por el cual los Países Bajos del sur, aún bajo dominio austríaco, se convertían en una colonia holandesa de tipo militar-económica, abierta al libre comercio.
Franceses-Luis XIV y Francia mantuvieron sus fronteras inalteradas y consiguieron entronar a un Borbón en España, por lo cual se deduce que obtuvo lo que quería a inicios del conflicto. Con esto, el Rey Sol y los franceses consiguieron un muy cómodo resultado, que ni siquiera los obligaba a reconocer aspectos tratados en Gertruydenberg durante 1710, por señalar un ejemplo.
-Francia pasa a dominar el principado de Orange en Provenza.
-Españoles-En cuanto a Felipe V, sencillamente se mostró muy tranquilo y conforme con los resultados. Después de todo, su paciencia, puesta a prueba a todo momento durante poco más de una década, ahora se veía recompensada. A pesar de que estuvo a punto de perderlo todo, e inclusive teniendo a su abuelo en contra, al final consiguió quedarse con el trono de España.
Habsburgo-En cuanto a los austríacos, a pesar de continuar, al menos en teoría, en estado de beligerancia en contra de Felipe varios años después de Utrecht y de no reconocer esta paz oficialmente, pudieron obtener un jugoso premio en Italia recibiendo Nápoles, Milán, los presidios de Toscana y Cerdeña. Sólo esta última fue cambiada por Sicilia en el año 1718. También mantuvo relativa soberanía sobre territorios de Países Bajos, si bien los holandeses no abandonaron asimismo sus plazas fuertes. De todos modos tanto Carlos VI o III, como Felipe V, se mostraron soberbios y el primero siguió considerándose rey de España mientras que el segundo asimismo optó por no renunciar nunca a sus posesiones italianas.
-La situación de Carlos se hizo verdaderamente precaria en Cataluña como ya veremos en el próximo capítulo, y la Royal Navy bloqueó sus puertos. Tan desesperado estuvo el emperador, que se vio obligado a vender el marquesado de Finale a Génova.
-Además, las tropas austriacas se comprometen a evacuar las zonas de Cataluña a partir del 30 de junio de 1713.
-Carlos VI y Felipe V siguieron, al menos teóricamente, en guerra. El Habsburgo no reconoció la Paz de Utrecht ni reconoció ningún documento sino hasta 1725. Sólo en aquel año renunció al trono español.
Portugueses-Portugal obtuvo algunas compensaciones territoriales para su colonia americana, y pudo ampliar la parte sur del actual Brasil, obteniendo además por el norte una parte de la Guayana francesa. Juan V y Felipe V firmaron la paz formalmente el 6 de febrero de 1715.
Otros-Víctor Amadeo de Saboya pudo ver restituidas Saboya y Niza de parte de los franceses, y varios territorios fronterizos entre los que podemos señalar Oulx, Bardonecchia, Pragelas y otros fuertes como Fenestrelle. También obtuvo Sicilia del rey de España y el derecho a suceder a los borbones en caso de que estos se extingan en dicho país.
-Federico Guillermo I, el elector de Brandeburgo obtuvo asimismo Neuchatel, Valengin, Kessel y varias concesiones territoriales. Luis XIV inclusive llegó a reconocerlo como rey de Prusia, país del cual Federico fue su primer monarca.
-Entre enero de 1713 y febrero de 1715, incluyendo los llamados Tratados de Rastatt (7 de marzo de 1714) y de Baden (7 de septiembre de 1714) se firmaron un total de 23 acuerdos.
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