“Siento que retrocedo a algún lugar interior. Me ha tocado una infancia lamentable, saber que nadie te quiere ni se preocupa por ti, estar siempre fuera de lugar.
Siento que tengo diez años más de los que tengo. Conozco demasiado; he visto lo peor de la gente, la gente más desesperada y egoísta, y este conocimiento me hace cauta.
Así que estoy aprendiendo a simular, sonreír y asentir, a mostrar una empatía que no siento.
Estoy aprendiendo a fingir, a parecer como todos los demás, aunque me siento rota por dentro"El "Tren de los huérfanos" narra la vida de dos niñas sin hogar que irán desfilando por varias casas de acogida y distintos padres adoptivos, en dos épocas bastante distanciadas en el tiempo.
Por una parte tenemos el hilo argumental en torno a Molly Ayer (2011), una adolescente que en la actualidad debe cumplir un servicio social por haber robado un ejemplar de Jane Eyre en la biblioteca de Spruce Harbor (Maine), ayudando a una anciana nonagenaria, Vivian Daly, a ordenar y revisar el trastero de su casa.
Y así, revisando y ordenando, ordenando y revisando, irán aflorando recuerdos, acontecimientos y pérdidas de una existencia que casi nunca fue fácil para ninguna de las dos.
Molly ha empezado a ver su trabajo en casa de Vivian bajo una luz diferente. Quizá no importa cuánto haga. Quizás el valor está en el proceso: en tocar cada objeto, en nombrarlo e identificarlo, en reconocer el significado de un cárdigan, de unas botas infantiles
Y por otra, la historia de Niamh Power en 1929, una irlandesa peliroja que después de haber perdido a casi toda su familia, viaja en el “tren de los huérfanos”. Un tren que traslada a los niños del “Socorro a la infancia” hasta Minneapolis en busca de un nuevo hogar, como si de simple mercancía o ganado se tratara.
Inspecciono mi reflejo en el espejo: es la primera vez desde que llegué a Minnesota que me miro en un espejo sin manchas ni desperfectos. Una niña que apenas reconozco me devuelve la mirada. Es delgada y pálida, de ojos apagados, con pómulos salientes, pelo rojo oscuro y apelmazado, mejillas agrietadas por el frío y nariz colorada. Tiene costras en los labios y un jersey raído y manchado de tierra
Durante las horas que pasan juntas, Vivian y Molly descubrirán que tienen muchas más cosas en común de lo que pensaban.
¿Conseguirá nuestra pequeña princesa irlandesa de Minnesota un hogar feliz, unos padres que la quieran, la cuiden y la respeten?
Como Ediciones B nos cuenta en su web, Christina Baker Kline es novelista, ensayista y editora. Nació en Cambridge, Inglaterra, y se educó primero allí y luego en el sur de Estados Unidos y en Maine. Se licenció en Yale, Cambridge, y en la Universidad de Virginia, donde obtuvo una beca Henry Hoyns en Escritura de Ficción. Entre 2007 y 2010 una beca de la Universidad de Fordham le permitió dedicarse en exclusiva a escribir.
Sus ensayos, artículos y reseñas han aparecido en medios como el San Francisco Chronicle, The Literarian, Coastal Living, More y Psychology Today.
Además de “El tren de los huérfanos”, que ocupó el número uno en las listas de libros más vendidos del New York Times, ha publicado las novelas “Bird in Hand”, “The Way Life Should Be”, “Desire Lines” y “Sweet Water”.
Vive en una vieja casa en Montclair, Nueva Jersey, con su marido y tres hijos.
El tren de los huérfanos es algo real, algo que existió de verdad y la autora nos lo cuenta al final de la novela en los “Agradecimientos”. Nos cuenta además muchas cosas interesantes acerca de este hecho de la historia americana de movilidad y desarraigo, tan desconocido y del que tan poco se ha hablado. De ese momento históricamente significativo del pasado de Estados Unidos, entre 1854 y 1929, en el que dichos trenes transportaron a más de doscientos mil niños abandonados y sin hogar, muchos de los cuales, como la protagonista de este libro, eran inmigrantes católicos irlandeses, trasladados desde las ciudades de la Costa Este al Medio Oeste para su adopción, que con frecuencia se convertía más bien en una servidumbre no remunerada o una completa tortura por parte de los nuevos padres adoptivos hacia los desamparados niños.
El tren se detenía en una estación y la gente del pueblo se reunía para inspeccionarlos; en ocasiones literalmente examinándoles los dientes, ojos y miembros para determinar si un niño era lo bastante fuerte para el trabajo en el campo o inteligente y de buen carácter para cocinar y limpiar. Los bebés y los chicos mayores sanos eran normalmente los primeros en ser elegidos; las niñas mayores eran las últimas. Después de un breve período de prueba, los niños quedaban asignados a las familias que los acogían. Si un niño no era elegido, volvía a subir al tren para intentarlo en la siguiente población
Los libros basados en algún hecho real me suelen gustar mucho (aunque las historias de los personajes sean ficticias) y si el escritor ha indagado sobre lo ocurrido para dar forma a su argumento, más todavía, como en este caso. Christina nos explica que la Sociedad de Socorro a la Infancia existió de verdad y que asistió a una reunión en 2009 de la Casa de Expósitos de Nueva York, donde conoció personalmente a varios pasajeros del tren.
Este libro no existiría sin los pasajeros del tren. Habiendo tenido el privilegio de conocer a seis de ellos (todos de edades entre los noventa y cien años) y de leer centenares de sus relatos en primera persona, siento una inmensa admiración por su coraje, fortaleza y perspectiva en este episodio extraño y poco conocido de la historia de Estados Unidos
Los capítulos de las dos historias se van intercalando. Capítulos que cuentan la actualidad de Molly ayudando en la casa de Vivian y rememorando ambas su pasado, con otros que narran la vida de Niamh (a la que han cambiado de nombre varias veces) desde 1929 hasta la Segunda Guerra Mundial. Las dos partes me han gustado mucho, no sabría elegir cúal más.
He estado muy sola en este viaje, arrancada de mi pasado. Por más que lo he intentado, siempre me he sentido ajena y extraña.
¿Qué me ha parecido? ¿Me ha gustado?
Esta novela me ha gustado mucho y me ha parecido muy especial, me ha transmitido muchas cosas y me ha hecho reflexionar sobre otras. Sobre como a veces pensamos que está todo perdido y en realidad no lo está, de cómo el destino te puede guiar y conducirte hacia acontecimientos totalmente inesperados y sorprendentes, a veces buenos, a veces malos.
Siento que toda mi vida ha sido un azar. Momentos fortuitos de pérdida y conexión. En cambio, esta es la primera vez que siento que es el destino.
De cómo nos dejan huella cada una de las personas que vamos dejando atrás en nuestro camino, por unas cosas o por otras, pero que al final nunca nos abandonan.
Las personas que importan en nuestras vidas se quedan con nosotros, acechándonos en la mayoría de momentos.
En fin, una historia cautivadora que habla sobre la pérdida, el reencuentro y el instinto de supervivencia que siempre prima en nosotros a pesar de los varapalos que nos depara la vida. Una historia dura y emotiva que a mí me ha atrapado por completo.
Aquí os dejo un vídeo recomendado por Ediciones B sobre estos niños huérfanos y un artículo muy interesante de un periódico donde la autora nos cuenta como se le ocurrió escribir sobre esto y cómo tuvo lugar su investigación histórica.
Y para acabar, mirad que fuertes las palabras impresas en el cartel que anunciaba la llegada de los niños a la estación de destino:
Se buscan casas para niños huérfanos. Un grupo de niños sin hogar del Este llegará a la estación terminal de Milwaukee el viernes 18 de octubre. La distribución se efectuará a las 10 de la mañana. Estos niños son de edades diversas y de ambos sexos que han quedado solos en el mundo. El niño que seleccionen será suyo gratis durante un período de prueba de noventa días. Al término, si así lo deciden, podrán devolverlo.
Mi puntuación máxima:
Si te interesa leerlo, pídemelo prestado por email