Título: El tren de los huérfanos
Autora: Christina Baker Kline
Editorial: Ediciones B
Género: novela, histórica, intimista
Páginas: 360
Publicación: 23/10/2013
ISBN: 978-84-666-5519-4
Entre 1854 y 1929, los llamados trenes de huérfanos partieron regularmente de las ciudades de la Costa Este de Estados Unidos hacia las tierras de labranza del Medio Oeste, llevando miles de niños abandonados cuyos destinos quedarían determinados por la fortuna o el azar. ¿Serían adoptados por una familia amable y afectuosa, o se enfrentarían a una adolescencia de trabajo duro y servidumbre? La inmigrante irlandesa Vivian Daly fue uno de esos niños, enviada por ferrocarril desde Nueva York hacia un futuro incierto a un mundo de distancia. Ahora, muchas décadas más tarde, Vivian es una anciana que lleva una vida tranquila y apacible en la costa de Maine, y los acontecimientos de su infancia se han convertido en un recuerdo vago. Sin embargo, en arcones de su desván se ocultan vestigios de un pasado turbulento. Molly Ayer, una joven de diecisiete años, sabe que cumplir con un servicio a la comunidad ayudando a una anciana viuda a ordenar sus trastos es lo único que puede salvarla de terminar en un centro de menores. Pero a medida que Molly ayuda a Vivian a revisar sus recuerdos y posesiones, descubre que ambas tienen mucho en común. Molly, una india Penobscot que ha pasado su adolescencia entrando y saliendo de casas de acogida, también ha sido educada por desconocidos y tiene preguntas sobre su pasado de las que aún no ha obtenido respuesta.No sé qué me ha pasado con este libro que lo he leído casi sin darme ni cuenta. Lo empecé, enseguida me sentí atraída por los personajes y metida de lleno en la historia... y cuando quise darme cuenta, me quedaban 50 páginas para terminarlo.
Y eso que ni la estructura (dos tramas contextualizadas en dos ejes temporales diferentes que se van trenzando para contarnos ambas historias) ni un argumento basado en una amistad a priori improbable son recursos novedosos. Pero aquí funcionan o, por lo menos, la intensidad de lo contado es tanta que no te paras a pensar en que has visto esos recursos mil veces en otros libros.
Las dos tramas paralelas de las que hablo nos cuentan las vida de dos mujeres, Vivian (o Niamh o Dorothy, porque tuvo que cambiar de nombre, y casi de piel, en cada casa por la que pasó) y Molly. Ambas tienen en común la orfandad, lo que hace que este libro sea, en el fondo, tanto un testimonio como una reflexión sobre los niños que se quedan sin padres y qué pasa con ellos.
En este sentido, especialmente dura es la historia de la ahora anciana Vivían, quien cuenta en primera persona las experiencias que vivió en 1929, cuando fui subida a uno de los trenes de huérfanos que llevaban niños desde las ciudades de la Costa Este de Estados Unidos al Medio Oeste. Es tremendo comprobar para qué querían a los pequeños esos "padres adoptivos" o cómo les trataban. Se te encoje el corazón leyendo lo que le ocurrió a Vivian, y más cuando piensas que, dentro de lo que cabe, ella se puede sentir afortunada. Y, sobre todo, que hay una base histórica, real, para esta trama de ficción, que alguien pasó por eso... o algo muy parecido. O peor.
La autora reflexiona en esta obra sobre el desarraigo, sobre la sensación de sentirte sola en esta vida y sobre el sentimiento de que todo es susceptible de ser perdido y, lo que es peor, que ya no se puede recuperar. Quizá por eso Vivian es incapaz de deshacerse de todos los recuerdo que guarda en su trastero, un trastero que servirá como excusa para que las dos protagonistas se conozcan y aprendan a quererse, a comprenderse y a crear unos lazos casi familiares a las que ambas habían renunciado.
La historia de Vivian tiene más peso en la novela, aunque eso no quiere decir que la de Molly no tenga importancia. De hecho, además de lo que cuenta en sí, sirve como contrapunto a la de Vivian, como catálogo de orfandades o como cabo del que tirar para reflexionar sobre cómo ha cambiado el trato a los niños huérfanos y qué aspectos siguen más o menos igual.
En definitiva, me ha encantado subirme a este tren de huérfanos y viajar con una de sus pasajeras a través de sus años de infancia y juventud. La autora ha conseguido hilar una historia muy interesante, llena de sentimientos y reflexiones (y no de moralinas ni sensiblerías), con un buen pulso, un ritmo adecuado y que permite al lector conocer una realidad alejada de él, en tiempo y en espacio, pero que, a buen seguro, se le quedará pegada en la piel para siempre. Nos seguimos leyendo.
Agradezco a la editorial el envío de este ejemplar.