Juanjo Martín | EFE
Exceptuando alguna clamorosa excepción, fruto de caprichos personales, Zapatero ha mejorado notablemente su equipo de Gobierno. Es una obviedad que reconoce hasta el PP, en privado eso sí. Ha recuperado a dos pesos pesados como Rubalcaba y Jáuregui y ha dado un golpe de timón necesario para afrontar el año y medio que le queda de legislatura. Hasta ahí todo bonito y plausible. Todo digerible. Pero, como siempre, hay varios peros. Zapatero se queja de que hasta ahora hubo una mala comunicación interna, pero se «olvida» de que sus constantes contradicciones y pasos atrás loquearon a todo su Gabinete. Otro pero es que Zapatero sigue siendo el capitán general y no se moverá ni un milímetro de las ideas e iniciativas que mantenía hace dos días y que tanto han cabreado a la calle. No se moverán ni él ni los recién nombrados, faltaría más, que se incorporan al trenecito monclovita del «si wuana». Conviene recordar que lo que realmente importa son las ideas y su ejecución, y no tanto las personas. Y si no hay buenas ideas no hay brillante comunicación que valga. También es necesario apuntar que Zapatero al parecer escucha, pero ya no hace caso. Por eso ha mandado para casa a tanta gente válida.
Fuera de página :: La labor de comunicación del Gobierno empieza fallando