Revista Cultura y Ocio
El Triángulo de Arlanza (II): Lerma y El Monasterio de San Pedro de Arlanza
Por Tienesplaneshoy @Tienesplaneshoy
Continuamos en esta segunda parte la escapa al Triángulo de Arlanza tras la descripción anterior de nuestra estancia en Covarrubias.
No pretendemos establecer el orden de parada en cada localidad. En función de vuestra procedencia, y vuestros planes, lo mejor es que planifiquéis vosotros mismos el itinerario a seguir. Vamos simplemente a describir los lugares que conocemos que, al menos bajo nuestra opinión, merecen una parada.
Lerma
A unos 38 km de Burgos capital se encuentra Lerma, Villa Ducal, declarada Conjunto Artístico a mediados de los años 60, en la que podéis encontrar el único Parador de Turismo de toda la provincia.
El Parador está situado en lo que fue el Palacio Ducal del Duque de Lerma, donde antaño estaba emplazado un castillo. Su construcción, típicamente castellana llama la atención, 135 ventanas y 210 balcones de hierro que visten la fachada.
Lerma fue una villa amurallada, hasta que en el s.XVII el Duque de Lerma decidió embellecer la ciudad bajo la siempre protección del monarca Felipe III, y así fue como las murallas desaparecieron del trazado de la villa.
Aun así, quedan restos medievales repartidos por todo el municipio. El Arco de la Cárcel era una de las entradas a Lerma, la única que queda en la villa con estas características pintorescas, dos torreones de piedra a los lados del arco, que tiempo atrás se ampliaron con el objetivo de construir una cárcel, y que hoy en día es la central de la D.O Ribera de Arlanza.
A pocos metros del Palacio se halla otro edificio destacable de la localidad, la Colegiata de San Pedro, que no pudimos visitar, por encontrarse cerrada al celebrarse una feria aquel día en la villa. Su fachada de estilo herreriano se levanta imponente y mantiene la puerta originaria del siglo XVII de madera y hierro. Llevábamos la lección aprendida, y esperábamos haber podido entrar para observar el retablo barroco que decora su interior y los dos órganos del siglo XVII fabricados por el Organero Mayor de Felipe III, pero no pudo ser... Un motivo más, entre muchos, para volver a pasear por Lerma en otra ocasión.
No podemos dejar de nombrar la extensa Plaza Mayor de la Villa, con 6.862 metros cuadrados, una de las plazas mayores más grandes de España. En ella, aparte de mercado de transacciones, se celebraron infinitos espectáculos, desde obras de Góngora o Lope de Vega hasta corridas de toros.
Paseando entre las calles podréis ver que se encuentran salpicados diferentes edificios de carácter religioso, principalmente conventos, como el de las Carmelitas (o Monasterio de Dios) al lado del Arco de la Cárcel, o el convento de Santa Clara, el primero de todos en construirse, y dónde se hacen esos famosos y deliciosos dulces. También está el Convento de San Blas muy cercano al Palacio Ducal. De hecho, desde el citado palacio existían galerías subterráneas que pasaban bajo la Plaza Mayor que lo comunicaban con los principales lugares religiosos, construidos para que el Duque, valido de Felipe III, pudiera asistir a los oficios sin tener que salir a la calle y mezclarse con el pueblo. En 2007, se inauguró el Pasadizo de los Arcos, un tramo de esos galerías subterráneas, que se ha habilitado para que pueda ser visitable, y que se emplea para exposiciones, y audiovisuales. Os remitimos a la oficina de turismo para ampliar esta información, ya que nosotros no pudimos disfrutarlo.
Lerma goza de una posición privilegiada dentro de la comarca, añadido a su riqueza patrimonial y cultural, lo que la hace muy atractiva turísticamente hablando, se suma su actividad industrial, donde destaca el sector textil a través de Amaya Arzuaga, por ejemplo, o el sector vinícola con la D.O de Ribera de Arlanza.
Monasteio San Pedro de Arlanza
Tras este pequeño repaso a la bonita villa de Lerma, tomamos camino hacia un nuevo destino pintoresco y lleno de encanto de la Comarca de Arlanza, disfrutando del entorno natural de la zona.
A 32 km de Lerma, a 8 km de Covarrubias, se encuentra El Monasterio de San Pedro de Arlanza. En este lugar se despierta en el interior un sentimiento entre romántico y nostálgico, extraño por un lado, pero real por el otro.
Los amantes del arte encontraran en esta visita múltiples elementos que llamaran su atención entre las ruinas del que un día fue un ambicioso Monasterio; quedan las secuelas de la desamortización eclesiástica de Mendizabal, los expolios, el abandono y el tiempo...
Ahora su esencia se encuentra repartida por el mundo, pequeño retazos esparcidos desde el propio Burgos, que alberga, por ejemplo, una de las fuentes que decoraba uno de los claustros, o en su catedral el sepulcro de Mudarra, hasta el Museo Metropolitano de Nueva York y Museo de Cataluña que poseen algunas pinturas capitulares del s.XIII, pasando por Madrid donde se encuentra la portada de la iglesia, de estilo románico, expuesta en el Museo Arqueológico en la sala XXIII o dos de las campanas en Hortigüela…
Fue el padre de Fernán González el que inició la construcción de este monasterio (año 912), donde la leyenda dice que fue una ermita, debido a que los eremitas de la zona, refugiados en cuevas tras la destrucción del anterior templo religioso de la zona por la invasión musulmana, le pronosticaron un futuro prometedor, y al ir viendo cumplidos las predicciones inició la construcción. Su hijo la continuó, convirtiéndose el lugar en uno de sus favoritos durante su vida, de manera que tanto él como su esposa Sancha fueron enterrados allí, hasta que tras la desamortización sus sepulcros fueron trasladados a la Colegiata de San Pedro y San Damián de Covarrubias.
De nuevo el rio Arlanza acaricia la historia de cerca, abrazando los restos de un monasterio al que rodea la maleza, y que esconde la vegetación, en un entorno virgen a pesar de todo, y sobre el que resaltan los escasos supervivientes de la Historia. Destaca la torre, entre las ruinas de un templo del que quedan muy poca esencia de su origen románico y algunas muestras de lo que fue una imponente iglesia reformada ya en un estilo gótico, dependencias monacales y sobretodo la posibilidad de sentir una sensación distinta al pasear por allí.
Sinceramente, impresiona encontrarte en medio de la naturaleza algo así, emociona situarse a los pies de lo que queda del monasterio y alzar la mirada, dejar que se pierda entre capiteles y arcos cuyo techo no es otro que el cielo, fijar la vista en los pequeños detalles que esconden los rincones de lo que son las ruinas pisadas por tantos y con tan diferentes intereses…
¿Tienes planes hoy?
No pretendemos establecer el orden de parada en cada localidad. En función de vuestra procedencia, y vuestros planes, lo mejor es que planifiquéis vosotros mismos el itinerario a seguir. Vamos simplemente a describir los lugares que conocemos que, al menos bajo nuestra opinión, merecen una parada.
Lerma
A unos 38 km de Burgos capital se encuentra Lerma, Villa Ducal, declarada Conjunto Artístico a mediados de los años 60, en la que podéis encontrar el único Parador de Turismo de toda la provincia.
El Parador está situado en lo que fue el Palacio Ducal del Duque de Lerma, donde antaño estaba emplazado un castillo. Su construcción, típicamente castellana llama la atención, 135 ventanas y 210 balcones de hierro que visten la fachada.
Lerma fue una villa amurallada, hasta que en el s.XVII el Duque de Lerma decidió embellecer la ciudad bajo la siempre protección del monarca Felipe III, y así fue como las murallas desaparecieron del trazado de la villa.
Aun así, quedan restos medievales repartidos por todo el municipio. El Arco de la Cárcel era una de las entradas a Lerma, la única que queda en la villa con estas características pintorescas, dos torreones de piedra a los lados del arco, que tiempo atrás se ampliaron con el objetivo de construir una cárcel, y que hoy en día es la central de la D.O Ribera de Arlanza.
A pocos metros del Palacio se halla otro edificio destacable de la localidad, la Colegiata de San Pedro, que no pudimos visitar, por encontrarse cerrada al celebrarse una feria aquel día en la villa. Su fachada de estilo herreriano se levanta imponente y mantiene la puerta originaria del siglo XVII de madera y hierro. Llevábamos la lección aprendida, y esperábamos haber podido entrar para observar el retablo barroco que decora su interior y los dos órganos del siglo XVII fabricados por el Organero Mayor de Felipe III, pero no pudo ser... Un motivo más, entre muchos, para volver a pasear por Lerma en otra ocasión.
No podemos dejar de nombrar la extensa Plaza Mayor de la Villa, con 6.862 metros cuadrados, una de las plazas mayores más grandes de España. En ella, aparte de mercado de transacciones, se celebraron infinitos espectáculos, desde obras de Góngora o Lope de Vega hasta corridas de toros.
Paseando entre las calles podréis ver que se encuentran salpicados diferentes edificios de carácter religioso, principalmente conventos, como el de las Carmelitas (o Monasterio de Dios) al lado del Arco de la Cárcel, o el convento de Santa Clara, el primero de todos en construirse, y dónde se hacen esos famosos y deliciosos dulces. También está el Convento de San Blas muy cercano al Palacio Ducal. De hecho, desde el citado palacio existían galerías subterráneas que pasaban bajo la Plaza Mayor que lo comunicaban con los principales lugares religiosos, construidos para que el Duque, valido de Felipe III, pudiera asistir a los oficios sin tener que salir a la calle y mezclarse con el pueblo. En 2007, se inauguró el Pasadizo de los Arcos, un tramo de esos galerías subterráneas, que se ha habilitado para que pueda ser visitable, y que se emplea para exposiciones, y audiovisuales. Os remitimos a la oficina de turismo para ampliar esta información, ya que nosotros no pudimos disfrutarlo.
Lerma goza de una posición privilegiada dentro de la comarca, añadido a su riqueza patrimonial y cultural, lo que la hace muy atractiva turísticamente hablando, se suma su actividad industrial, donde destaca el sector textil a través de Amaya Arzuaga, por ejemplo, o el sector vinícola con la D.O de Ribera de Arlanza.
Monasteio San Pedro de Arlanza
Tras este pequeño repaso a la bonita villa de Lerma, tomamos camino hacia un nuevo destino pintoresco y lleno de encanto de la Comarca de Arlanza, disfrutando del entorno natural de la zona.
A 32 km de Lerma, a 8 km de Covarrubias, se encuentra El Monasterio de San Pedro de Arlanza. En este lugar se despierta en el interior un sentimiento entre romántico y nostálgico, extraño por un lado, pero real por el otro.
Los amantes del arte encontraran en esta visita múltiples elementos que llamaran su atención entre las ruinas del que un día fue un ambicioso Monasterio; quedan las secuelas de la desamortización eclesiástica de Mendizabal, los expolios, el abandono y el tiempo...
Ahora su esencia se encuentra repartida por el mundo, pequeño retazos esparcidos desde el propio Burgos, que alberga, por ejemplo, una de las fuentes que decoraba uno de los claustros, o en su catedral el sepulcro de Mudarra, hasta el Museo Metropolitano de Nueva York y Museo de Cataluña que poseen algunas pinturas capitulares del s.XIII, pasando por Madrid donde se encuentra la portada de la iglesia, de estilo románico, expuesta en el Museo Arqueológico en la sala XXIII o dos de las campanas en Hortigüela…
Fue el padre de Fernán González el que inició la construcción de este monasterio (año 912), donde la leyenda dice que fue una ermita, debido a que los eremitas de la zona, refugiados en cuevas tras la destrucción del anterior templo religioso de la zona por la invasión musulmana, le pronosticaron un futuro prometedor, y al ir viendo cumplidos las predicciones inició la construcción. Su hijo la continuó, convirtiéndose el lugar en uno de sus favoritos durante su vida, de manera que tanto él como su esposa Sancha fueron enterrados allí, hasta que tras la desamortización sus sepulcros fueron trasladados a la Colegiata de San Pedro y San Damián de Covarrubias.
De nuevo el rio Arlanza acaricia la historia de cerca, abrazando los restos de un monasterio al que rodea la maleza, y que esconde la vegetación, en un entorno virgen a pesar de todo, y sobre el que resaltan los escasos supervivientes de la Historia. Destaca la torre, entre las ruinas de un templo del que quedan muy poca esencia de su origen románico y algunas muestras de lo que fue una imponente iglesia reformada ya en un estilo gótico, dependencias monacales y sobretodo la posibilidad de sentir una sensación distinta al pasear por allí.
Sinceramente, impresiona encontrarte en medio de la naturaleza algo así, emociona situarse a los pies de lo que queda del monasterio y alzar la mirada, dejar que se pierda entre capiteles y arcos cuyo techo no es otro que el cielo, fijar la vista en los pequeños detalles que esconden los rincones de lo que son las ruinas pisadas por tantos y con tan diferentes intereses…
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