Con la expectación con que se esperaba el nacimiento de la que será Princesa de Asturias se olvidó que solamente en las tres últimas semanas la Casa Real había emitido cuatro mensajes recordando que toda reforma política española tiene que someterse a la Constitución.
Los partidos soberanistas e Izquierda Unida protestaron encrespados: para ellos, la Casa Real ni siquiera puede recordar que existe la Ley de Leyes. Saben que, examinadas por ella, gran parte de las propuestas del actual del Estatuto catalán son tan inviables como lo fue el Plan Ibarretxe.
Y se diría que también, y extrañamente, había otros intereses aparte de los soberanistas y postestalinistas en silenciar a la Casa Real: Aquí empezó la derei
Ese canje en la valoración informativa parecía una censura al Príncipe, porque en el acto de Oviedo el Príncipe había recordado, directa y enfáticamente, la Ley de leyes.
La irritación expresada en las críticas ha puesto de manifiesto que la Casa Real, aunque tiene un limitadísimo poder constitucional, posee una autoridad simbólica y una capacidad insospechada para llegar con sus mensajes y alertas a la ciudadanía.
Lo mas irritante para quienes protestaron no parece que haya sido lo que dijo el Rey, que sería esperable, sino que se le hubiera unido el Príncipe, como si comenzara a adquirir un nuevo papel en el Estado y en la Casa Real.
Junto con el poder real, limitado en la política cotidiana, existe este real poder, ahora triple, que aparece sumando padre, hijo, y la Infanta Leonor, a la que apoyarán muchas mujeres, incluyendo a numerosas feministas, para que sea una futura Reina de España.