Revista Cultura y Ocio

El triunfo de Julio César en Alesia

Por Joaquintoledo

Escrito porJoaquín Toledo, especialista en historia del mundo, historia antigua y  con amplia experiencia en investigaciones sobre conflictos bélicos.

Probablemente Julio César sea uno de los militares romanos más populares de todos los tiempos. Con él se sembrarían las bases para el futuro Imperio Romano. Ahora bien, la carrera militar de César se vería impulsada por un hecho indiscutible que lo llevó a obtener grandes riquezas y a aumentar su prestigio personal con creces.  Para cualquier militar romano, anexar nuevos territorios a la, entonces república romana, se traducía en grandes privilegios, títulos y poder…mucho poder. César,  con una carrera política y militar con bastantes posibilidades de ascender, veía muy cerca  uno de sus sueños:  acabar con el  enemigo que Roma se había ganado desde  las Guerras Púnicas: los galos, habitantes de las  zonas de la actual Francia. Julio César y su futuro como figura importante en la coyuntura política de su patria pendía de un hilo, o bien fracasaba estrepitosamente anexando la Galia para provecho de sus enemigos pasando a la historia como un personaje secundario, o bien alcanzaría la gloria y todos los anhelos y sueños que implicaban ser un militar romano en aquellas épocas.

César era un hombre ducho en el arte de la guerra, parecía llevarlo en la sangre, es por ello el espacio y el reconocimiento que la historia le otorga. Además,  fue político como hemos mencionado y hasta historiador, pues escribió  “Comentario a la guerra de las Galias”, libro en el que detalla su campaña y sirve como referencia para ilustrar los hechos de aquella guerra que Roma emprendió. Desde el 58 a.n.e., Julio César se ubicó en la Galia, para así poder tener un reconocimiento del terreno, conocer a sus enemigos e idear la táctica perfecta. Fue una campaña larga y lo supo desde un inicio, por ello decidió tomarse el tiempo para lograr un hecho que nunca antes nadie había podido conseguir. Como gobernador de la Galia Cisalpina y la Transalpina, César tenía pensado anexarla totalmente al imperio romano. Otros investigadores, sin embargo, estiman que la Galia fue sólo un experimento, un ejercicio donde practicar para César y todo lo que estaba a punto de venírsele encima, es decir la Guerra Civil en Roma.


Cuenta regresiva para los galos

Julio César y su extraordinaria capacidad militar  fue acabando con las tribus galas que se negaban a someterse a Roma, una por una. Los galos habían pedido ayuda a mercenarios germanos, cuyo jefe llamado Ariovisto enfrentó a Julio César de igual a igual. Finalmente, luego de algunos rodeos el romano consigue acabar por completo con su enemigo haciéndolo huir, en dicha marchar Ariovisto muere a causa de sus heridas. Estaba claro que César ya no sólo quería mantener su posición meridional para Roma y cuidarla de posibles invasiones, sino que aspiraba a más. En seguida hubo de hacer frente a los belgas y nervios, que atacaban para luego esconderse en un territorio bastante conocido para ellos.

Gracias a la llegada de refuerzos, César consiguió acabar con sus enemigos mortales, haciendo prisioneros a casi 53 mil de ellos. Luego,  para evitar los refuerzos celtas desde Inglaterra se vio obligado a construir una flota, franqueó el Támesis y dio señales de que someter la isla no sería algo tan difícil, un siglo después se consolidaría esta hazaña. De regreso a territorio continental, atravesó el Rin, aunque luego de 18 días dio media vuelta y regresa a la Galia propiamente dicha. El anuncio para los germanos también estaba claro: debían quedarse en su país o entrarían en un enfrentamiento directo contra Roma. Más tribus celtas cayeron con el tiempo, otras, para evitar una masacre absurda simplemente se sometieron. La campaña de Julio César era ya muy exitosa, e Italia se colmó de alegría y envidias hacia el exitoso militar y sus legiones invictas. Los enemigos de César, celosos de su creciente poder pueden resumirse en dos nombres: Pompeyo y Craso, aunque eso es ya otra historia. Las peripecias en otros lares de César habían dado tiempo a los galos de reorganizarse, bajo el mando de Ambíorix, rey de los eburones  y de Induciomaro, rey de los tréviros. Luego de unos éxitos relativos donde algunas tropas romanas fueron exterminadas, Julio César consigue exterminarlos.

Vercingetórix, máximo héroe galo

Pero en toda campaña siempre hay un contrapartida igual de hábil y noble, que convierte los hechos en otros más emocionantes. Vercingetórix fue otro galo que iba cosechando éxitos, perspicaz, sabía cuando atacar y cuando retirarse, dónde y cómo. Conocedor del terreno, de la capacidad de sus hombres, los entrenó bien y les dio confianza. Aplicó la táctica de tierra quemada para desabastecer a los romanos generando así la desmoralización del enemigo. Luego,  los atacaba con su caballería para retirarse otra vez. Los romanos temían mucho adentrarse en los bosques. Los galos, parecían tener una ligera esperanza de derrotar al invasor romano pero…

l preludio y la batalla de Alesia

Vercingetórix y otras derrotas habían generado todo un sentimiento nacionalista para los galos. Esto se tradujo en voluntarios al servicio militar, la ayuda de mujeres, niños y ancianos en el transporte, víveres y fortificaciones, entre otras cosas para una campaña definitiva. Además, el héroe había generado la unión entre la mayoría de los galos, acaso la única alternativa que tenían si querían salvarse de las garras de Roma. Sólo los remos y los lingones se mantuvieron fieles a los italianos. Reunidos en un concilio, las demás tribus declararon oficialmente a Vercingétorix como líder supremo de todos los galos. Según las fuentes contaba con un ejército de 250 a medio millón de soldados. Los investigadores actuales son más precavidos y establecen una suma de 80 a 100 mil.

Los galos consiguieron acabar con muchos colonos romanos, como en la ciudad de Cénabo, la actual Orleans, así como en otras ciudades donde los romanos eran mayoría. La matanza de estos civiles desató la ira de Roma y Julio César decidiría  acabar de una vez por todas con la amenaza. Entonces, cruzó los Alpes reuniendo dos legiones más y se dirigió a la Galia Central en una penosa marcha pues aún las montañas estaban cubiertas de nieve. Contando con una fuerza entre 45 a 70 mil soldados, se puso en persecución de líder celta. Finalmente, ambos bandos se enfrentan en la colina de Gergovia donde Vercingétorix logra derrotar a las legiones, y si bien César no sufrió grandes bajas, resultó como un duro golpe para la moral de sus hombres y su propio orgullo. Durante el verano del 52 a.n.e., romanos y galos se enfrentarían con sus respectivas caballerías aquí y allá, sin resultados concretos para ningún bando aunque siempre dejaba más sabor a victoria para los romanos pues estos podían reemplazar más rápidamente las pérdidas. Poco a poco, las legiones fueron empujando a los galos, por lo que Vercingétorix  prefiriría  retirarse a la fortaleza de Alesia.

El sitio de Alesia

Ya en septiembre del 52 a.n.e., y en Alesia, situada en la cima de una colina rodeada por valles y ríos, Vercingetórix creyó encontrar la zona propicia para una defensa que costaría a los romanos charcos de sangre. Sin embargo, también era consciente de una cosa, un cerco efectivo, equivaldría a morir de hambre y ser destruidos. César pensó en esto y aceptó el reto. Decidió, entonces, poner a prueba la resistencia de los galos. En el perímetro mandó a colocar fortificaciones por todas partes para así evitar que nada salga o entre de la ciudad. Gracias a Los comentarios de la guerra de las Galias se conocen algunos detalles de los planes de asedio que llegaron a concretarse por César, más tarde corroborados por la arqueología. Entonces. se construyeron muros hasta de 18 kilómetros de largo,  4 metros de alto con legionarios y obreros trabajando día y noche durante casi tres semanas. Además, César ordenó cavar fosos a modo de trincheras y obstáculos, el más cercano se llenó de agua, se crearon trampas, empalizadas, y todo lo indispensable para poder retardar o imposibilitar un ataque rápido y contundente del enemigo, en especial de su caballería. Gran parte de esta consiguió escapar y Julio César consiguió levantar fortificaciones a su alrededor para prepararse cuando lleguen los refuerzos galos.

A finales de septiembre las tropas galas atacaron las murallas exteriores romanas y desde Alesia, Vercingétorix ordena un ataque que buscaba encerrar y aniquilar a los romanos por completo. Era un plan bastante astuto…pero que no dio los resultados esperados…los romanos demostrando ser verdaderos profesionales no cedieron en ninguna posición y la caballería fue víctima de las trampas y los caminos intricados. La infantería gala se dio de cara contra los legionarios, mucho más organizados. La batalla se prolongó algunas horas y para el anochecer todo había acabado.

Al día siguiente, los galos atacaron durante la noche, con mejores resultados. Sin embargo, no se logró debilitar a los romanos ni romper el cerco, Julio César sólo cedió algunas posiciones de las líneas fortificadas donde se habían debilitado más por momentos, aunque la caballería romana seguía dando el golpe final. Los obstáculos y los pozos cavados dificultaban siempre un ataque contundente de los galos. Hasta aquel momento de la guerra las cosas estaban algo igualadas en cuanto a cuestiones militares, los romanos, sin embargo, podían contar con reservas prácticamente ilimitadas y mejores provisiones. Vercingétorix debía hacer algo o sucumbiría de hambre y sed antes que peleando.
El 2 de octubre de 52 a.n.e., el líder galo ordena un masivo ataque de 60 mil de los suyos, que en teoría debían acabar con los romanos, pues astutamente dirigió el grueso de sus tropas hacia el punto más débil, nada más  y nada menos que apuntada a obstáculos naturales, sobre los cuales los romanos no había podido construir una muralla.

Con fuerzas del interior y el exterior Vercingétorix atacó con todo lo que tuvo. César, que parecía un Alejandro Magno resucitado, daba ánimos a sus tropas mientras corría  en su caballo a todas partes para no ceder ninguna posición pues confiaba en la fortaleza del soldado romano. Un punto estuvo a punto de ceder lo que hubiese sido fatal para los romanos, y César, algo desesperado, utiliza 6 mil jinetes para atacar por la retaguardia a su enemigo. Era el momento cumbre de la lucha, en minutos que parecían eternos, se blandieron espadas y escudos se rompieron. Los romanos gracias a su caballería hicieron presión en los galos quienes no pudieron sostener más sus posiciones y empezaron a retirarse presas del pánico. Vercingétorix observó impotente como la victoria se le iba de las manos. Según César en sus comentarios, los galos se salvaron de la destrucción porque los romanos estaban ya muy cansados. La batalla de Alesia duró casi cinco días.

Un final digno

Vercingétorix creyó que encontraría piedad en los romanos. Aún le quedaban hombres y mujeres para luchar hasta el final pero entonces se daría  cuenta de que sostener la situación resultaba  inútil por lo que decide rendirse. Al día siguiente Vercingétorix se ofreció en sacrificio de su pueblo y vestido con sus mejores ropas se dirige a caballo al campo romano en donde exclama “!Tomad el más valiente de los héroes!, ¡has vencido a un hombre valeroso!”, luego postrándose ante César se entregó oficialmente. Pasó cinco años como prisionero siendo tratado a cuerpo de rey para luego figurar entre el cortejo triunfal del César para ser decapitado y es que aunque valiente y noble, era demasiado peligroso, tanto como lo fue Aníbal, y Roma no quería ningún tipo de problema.

Julio Cesar había anexado a Roma un territorio el doble de grande que Italia y aumentado en 5 millones la población romana. Esa fue la historia de Vercingétorix y su final, la hazaña de Julio César, y el final de la Guerra de las Galias.


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