El triunfo de la hipocresía

Este artículo tiene como misión denunciar la hipocresía y a aquellos que la practican.

Sin embargo, sería mucho engañarse creer que uno puede mantenerse totalmente ajeno a ese defecto por más esfuerzos que haga, pues…

“La moral es una forma de locura. Enseñadme a un hombre moralista que procure hacer siempre el bien en todas las ocasiones y observaréis que se ve en unos embrollos de los que no puede librarle ni un ángel del cielo”  

T.H. White en “El caballero malhecho” (libro en el que se narra, entre otras cosas, la incapacidad de los, supuestamente, ideales caballeros de la mesa redonda del Rey Arturo para adaptarse a los grandes valores que se han propuesto).

Tal vez actuar siempre bien no sea posible. Pero al menos, sí que creo que se debería evitar confundir la hipocresía con una virtud (al igual que la astucia tampoco debe ser confundida con la inteligencia). Ahora bien, ¿cuáles son sus orígenes?, ¿por qué no decir lo que verdaderamente se piensa?, probablemente porque:

“Una mentira no tendría sentido si la verdad no fuera percibida como peligrosa”

Alfred Adler

Peligrosa sin duda, pero también poco conveniente; y es que en la sociedad en la que vivimos, la honestidad no es un valor en alza:

“Ya puedes observar cómo ha logrado introducirme y ponerme a su servicio. Las hábiles deferencias utilizadas, los disfraces de simpatía y sentimiento para agradarle y la ficción de un personaje que represento a diario para complacerle. He hecho grandes progresos, a partir de la certeza de que para ganarse a los hombres no hay manera mejor que mimetizarse con sus propias inclinaciones, elogiar sus máximas, adular hasta sus defectos y aplaudir con entusiasmo cuánto hacen. Sólo hay que cuidarse de exagerar demasiado las complacencias y las lisonjas. No hay nada tan inconveniente ni tan absurdo que no se pueda hacer tragar si se condimenta con adulación. Si bien la sinceridad sufre algún deterioro en el oficio que desempeño, cuando se necesita a los hombres es menester adaptarse a ellos. Es sólo utilizar su punto más vulnerable; la culpa no es de quienes adulan sino de quienes desean ser adulados.”

Valerio en “El avaro” de Molière.

¿Por qué actuar de esa manera?, bueno, las malas personas (al contrario que en los cuentos de hadas), nunca reconocen serlo, y todo se justifica en el argumento de la supervivencia:

“-A veces me pregunto como habéis conseguido inventaros a vos misma.

-No he tenido otra opción, soy mujer, y las mujeres estamos obligadas a ser más hábiles que los hombres, que podéis destrozar nuestra reputación y nuestra vida con sólo unas cuantas palabras; por eso he tenido, no sólo que inventarme no sólo a mí misma, sino formas de escapar que nadie había imaginado. Y si lo he conseguido es sólo porque siempre he sabido que había nacido para dominar a vuestro sexo y vengar el mío.

-Sí, pero yo os he preguntado cómo.

-Cuando me presentaron en sociedad tenía quince años, y ya sabía que papel estaba condenada a representar: guardar silencio y obedecer, me dio la oportunidad perfecta para escuchar y observar; escuchar, no lo que me decía la gente, que naturalmente carecía de interés, sino precisamente aquello que querían ocultar…. Practiqué la indiferencia y aprendí a sonreír mientras bajo la mesa me clavaba un tenedor en el dorso de la mano; me convertí en una virtuosa del engaño, no buscaba el placer sino el conocimiento. Consulté a los más estrictos moralistas para dominar las apariencias, a filósofos para saber qué pensar, y a novelistas para saber hasta donde podía llegar… y al final, lo destilé todo en un principio asombrosamente simple: vencer o morir.

-Así que sois infalible, ¿no?.

-Si quiero un hombre, lo consigo; y si él quiere contarlo, se da cuenta de que no puede. En eso consiste todo.

-¿Así ha sido entre nosotros?.

-Ya antes de conoceros os deseaba, mi propia estima me lo exigía; y cuando empezasteis a perseguirme… como os deseaba; fue la única vez en que no pude controlar mi deseo. Un singular combate.”

“Las amistades peligrosas” (versión cinematográfica de Stephen Frears), diálogo entre la Marquesa de Merteuil (Glenn Close) y el Vizconde de Valmont (John Malkovich)

Y es que parece estar claro que los hay que tienen el objetivo de conseguir ser…

“El hombre más artero y sagaz de su época: hablaba como un santo y obraba como un demonio”

Dicho sobre Focio (patriarca de Constantinopla que provocó un cisma con Roma, precedente del definitivo cisma entre oriente y occidente).

Al final, para curarnos en salud, siempre será bueno recordar aquellas palabras de un poema en el que que un progenitor moribundo le dice a su hijo:

“A moral dos santos non reza sempre ca moral dos homes” (la moral de los santos no siempre se corresponde con la de los hombres)

Rosalía de Castro en “Follas novas”.

Y todo ello quizás se deba a que, al final:

“Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos”

“Engaña, que siempre habrá quien se deje engañar”

“Porque hay tanta diferencia entre cómo se vive y cómo se debería vivir, que aquel que deja lo que se hace por lo que debería hacerse marcha a su ruina en vez de beneficiarse, pues un hombre que en todas partes quiera hacer profesión de bueno es inevitable que se pierda entre tantos que no lo son”

Nicolás Maquiavelo en “El príncipe”.

Y lo cierto es que, a parte del anteriormente citado, hay gente que consigue hacer de ello una profesión, como cierto personaje histórico que fue novelizado por Dumas, pero cuya versión real (como a menudo suele suceder) lo superó por completo:

“La lealtad es, simplemente, una cuestión de fechas”

“Hay que escuchar mucho y hablar poco para gobernar bien un Estado”

“Los grandes incendios nacen de las chispas pequeñas”

“En cuestiones de estado, quien tiene la fuerza frecuentemente tiene la razón, y aquel que es débil difícilmente puede evitar estar equivocado a juicio de la mayor parte de la gente”

“Con dos líneas de un escrito de cualquier hombre, se puede procesar al más inocente” / “Dadme dos líneas escritas, de su puño y letra, por el hombre más honrado… y encontraré en ellas motivo suficiente para hacerlo encarcelar” / “Dadme seis líneas escritas por el más honrado de los hombres y hallaré algo en ellas para colgarlo”

“El disimulo es la ciencia de los Reyes”

“No decir sino lo necesario, a quienes es necesario y cuando es necesario”

“Los aduladores son como ladrones; su primer cuidado consiste en apagar la luz”

“Luego de tomada una resolución, voy derechamente a mi objetivo, derribando cuanto me cierra el paso”

“El tiempo y yo contra quien sea”

“Yo soy católico, pero antes que católico, francés”

Armand du Plessis, Cardenal Richelieu.

En resumen, supongo que este tipo de personas simplemente piensa, de aquellos que son buenos, y quieren actuar con buena intención, que:

“Señor, don Quijote, no os enojéis. Era una broma. Una simple comedia… como todo en este disparatado mundo. Sois maestro en la difícil asignatura de la vida: habéis demostrado, con persuasión, que los actos virtuosos son ridículos; que la fidelidad y el amor, son puras invenciones de una imaginación desbocada”

Dicho por el Duque a Don Quijote en la versión cinematográfica de Grigori Kozintsev. 

¿Cómo protegernos de gente así?, ¿cómo detectarla?, la verdad es que es muy difícil, porque:

“Los dioses son inescrutables. No utilizan únicamente nuestros vicios para castigarnos. También nos traen la ruina a través de lo bueno, gentil, humano y cariñoso que hay en nosotros”

Oscar Wilde en “De Profundis”

“Ciertamente que la querían. Tal vez todos nosotros entregamos sin reservas nuestro corazón a aquellos que menos se preocupan de lo que nos depara la suerte”

“La vida nunca le trató de forma excesivamente injusta, y por ello era afectuoso con la gente”

“No lo hizo con conocimiento de causa, y tal vez toda la culpa fuese de ella. Pero según parece, en las tragedias no basta con la inocencia”

T.H. White en “La reina del aire y las tinieblas”.

Y todo ello, tal vez se deba a que, con demasiada frecuencia:

“Engullimos de un sorbo la mentira que nos adula y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga”

Denis Diderot

¡Pero hay que tener mucho cuidado también con aquellos que van de sinceros y de “auténticos” por la vida, pues la honestidad bien entendida, siempre es cortés y educada, ya que:

“La verdad mal intencionada es peor que la mentira”

William Blake

Sin embargo, y paradójicamente, si no queremos volvernos como esas personas, no debemos olvidarnos de que:

“No existe el amor seguro. El amor de verdad implica darle a alguien el poder de hacerte daño” 

Tom Branson (Allen Leach) a Lady Mary (Michelle Dockery) en la 6ª temporada de “Downton Abbey”.

Y si estamos demasiado heridos, siempre nos quedará:

“Amad el arte, entre todas las mentiras es la menos mentirosa”

Gustave Flaubert

Pero quizás, al final siempre nos debe quedar el consuelo de que:

“Cuando la verdad sea demasiado débil para defenderse, tendrá que pasar al ataque”

Bertolt Bretcht

Y sí, al final, a esta tarde o temprano siempre le llega su momento porque:

“Se coge antes a un mentiroso que a un cojo”

Dicho popular

“Con una mentira suele irse muy lejos, pero sin esperanzas de volver”

Proverbio judío