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'El Trovador', de Antonio García Gutiérrrez

Publicado el 05 febrero 2011 por Carm9n @Carmenyamigos
'El Trovador', de Antonio García Gutiérrrez
Con esta de hoy da comienzo una serie de entradas dedicadas al Romanticismo español. Autores como Bécquer, Espronceda o Rosalía de Castro, y obras como "El señor de Bembibre", "La conjuración de Venecia", "Don Álvaro, o la fuerza del sino" o "Don Juan Tenorio" se pasarán por el blog. Primero comenzaremos con el teatro, luego seguiremos con la novela, para finalmente dar paso a la poesía de la época.
Hoy empezaremos con "El Trovador", de Antonio García Gutiérrez, que se estrenó en Madrid el 1 de marzo de 1836. Fue un rotundo éxito; el autor, por primera vez en la historia del teatro español, tuvo que salir a escena a saludar y agradecer los arrebatados aplausos del enfervorizado público.
En esa fecha ya había fallecido el absolutista Fernando VII tres años antes y la primera guerra carlista estaba en pleno desarrollo. Apenas un 10% aproximadamente de la población sabía leer, y  los mayores entretenimientos de la clase pudiente eran los conciertos y la ópera. Y el público ya había demandado ciertos cambios en el teatro. El Neoclasicismo ya había dado los últimos coletazos.

'El Trovador', de Antonio García Gutiérrrez

Antonio García Gutiérrez


Con "El Trovador" se consolidan las características del "drama histórico" que ya se habían manifestado en "La conjuración de Venecia", de Martínez de la Rosa, estrenada en 1834, y "Don Álvaro o la fuerza del sino", del Duque de Rivas, cuyo estreno se produjo en 1835.
Con solo 22 años, Antonio García Gutiérrez construye, con alternancia de prosa y verso, este "drama caballeresco" en cinco jornadas (se prefería ahora denominarlas jornadas en vez de actos): El duelo, El convento, La gitana, La revelación, y El suplicio, y con varias escenas en cada jornada con diferentes cuadros o escenarios. Estos cambios de escenarios complicaban la representación y ponían en serios apuros a los empresarios.
La obra se sitúa en el Reino de Aragón en el siglo XV, más concretamente en torno al año 1410, durante las guerras civiles tras fallecer Martín I el Humano sin descendencia directa. Manrique, culto y refinado trovador, criado por una gitana, está enamorado fervientemente de Leonor, perteneciente a la aristocrática familia de los Sesé; Leonor le corresponde con la misma pasión. Manrique tiene un  adversario que también anhela el amor de Leonor:  don Nuño, conde  de Luna. Y a partir de ahí, y con la lucha política de fondo, se va desarrollando el drama.

'El Trovador', de Antonio García Gutiérrrez

"El beso", de Francesco Hayez

Pero no solo la pulsión amorosa aparece en la obra, sino  también otra pasión de todavía más fuerza: la pasión vindicativa, la venganza. Azucena, la gitana que ejerce de madre de nuestro trovador protagonista, será personaje fundamental y quizá el de más fuerza y definición de toda la obra. Los demás son más bien estereotipos; Manrique aparece como el arquetipo del héroe romántico: valeroso, honesto, apasionado, de incierta identidad, que no duda en ir a rescatar a su amada al convento. Leonor, por otro parte, representa asimismo a la clásica heroína romántica capaz de vivir un gran amor y llegar al sacrificio supremo. Don Nuño, por otro lado, es "el malo de la película", y así debe ser para realzar más la figura del protagonista.  
"El Trovador" utiliza un lenguaje sencillo, apenas con algún anacronismo, aunque a un lector del siglo XXI puede parecer un poco excesivo el cúmulo de contrariedades y desgracias, muy propias del melodrama; aún así tiene el encanto de un obra de época. 
"Era tu voz, tu laúd,
era el canto seductor
de un amante trovador
lleno de tierna inquietud.
Turbada perdí mi calma, 
se estremeció el corazón,
y una celeste ilusión
me abrasó de amor el alma."

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