A lo largo de mi vida he atravesado con mi viejo Nautilus muchos túneles y grutas en el fondo del mar. Pero lo que no había hecho antes es atravesar el túnel del tiempo. Eso es lo que hicimos Alberto, Patricia y yo el pasado sábado 19 de febrero por la noche cuando fuimos a la sala Ritmo y Compás. Atravesar un túnel siempre produce una cierta inquietud, incertidumbre y también algo de miedo porque nunca sabemos con qué y con quién nos vamos a encontrar al otro lado. Los túneles pueden estar llenos de oscuridad, pueden estar iluminados y también pueden tener una gran variedad de luces y sombras.
En esta ocasión, al otro lado del túnel nos esperaba una fiesta al más puro estilo de música country y rock’n’roll de los años 50 y 60, promovida por Ito, un conocido Dj que celebraba su cincuenta cumpleaños y que tuvo la gentileza de invitarnos. Cuando llegamos a la sala donde tenían que actuar los cuatro grupos, estábamos prácticamente solos, pero según iban pasando los minutos empezamos a darnos cuenta de que estábamos rodeados de personas que parecían haber salido de otro tiempo del siglo XX, chicos y chicas que iban vestidos y arreglados perfectamente acorde con aquella época, como si hubiesen salido de las películas Grease o American Graffiti.
Era el pasado que siempre vuelve al presente y al futuro porque la buena música, el buen country y el buen rock’n’roll nunca pasan de moda. Aunque yo entiendo la música como una forma de romper barreras y moldes, comprendo perfectamente que haya personas que sigan estacionadas en una corriente cultural y musical muy concreta de aquellos años, que a mí musicalmente hablando también me gusta. Es su forma de pensar, de sentir, su manera de vivir, tan válida como cualquier otra, y espero que siempre respetando los pensamientos y tendencias de los demás. Ya estoy pensando en volver a viajar a través del túnel del tiempo, pero esta vez al futuro, para encontrarme otra vez con los rockers.
Continuará…
Capitán Nemo