Revista Cultura y Ocio

"El último anasazi", de José Vicente Alfaro: una reconstrucción histórica con mensaje

Publicado el 17 agosto 2015 por Lidiacasado

Título: El último anasazi
Autor: José Vicente Alfaro
Editorial: Amazon
Género: novela histórica y de aventuras
Páginas: 495
Publicación: julio 2015
ASIN: B010OXFM6O

Siglo XII. La nación anasazi, caracterizada sobre todo por sus brillantes logros en el campo de la arquitectura y considerada como una de las civilizaciones precolombinas más importantes de América del Norte, alcanza su máximo esplendor tras varios siglos de dominio continuado sobre sus tierras. Sin embargo, en un brevísimo espacio de tiempo, todas sus ciudades fueron abandonadas y su población, condenada a desaparecer. ¿Qué pudo ocurrir? ¿Qué factores desencadenaron tan aciago desenlace?
  
Siglo XVI. Aunque la civilización anasazi lleva largo tiempo desaparecida, Xabel, el último de sus descendientes, idea un descabellado plan para tratar de hacerla resurgir, pese a la enorme dificultad de la tarea. Xabel está convencido de ser un elegido, y, dispuesto a cumplir su cometido, emprende un incierto viaje hasta el corazón del imperio azteca para solicitar ayuda al mismísimo emperador Moctezuma…
 
Y omnipresente a lo largo de todo el relato, Cíbola, la mítica ciudad de oro que los anasazi ubicaron donde nadie la pudiera descubrir. Ni siquiera los conquistadores españoles dieron con ella, pese a la costosa expedición que organizaron con ese fin.
  
Vive una doble aventura en las dos épocas propuestas e imprégnate del sabio legado que los antiguos nativos americanos dejaron tras de sí.
   Creo que nunca hubiera leído este libro (ni a José Vicente Alfaro) si Laky no me hubiera animado. No me llaman especialmente la atención las historias de indios, ni las de lugares, épocas y culturas tan distintas y lejanas. Creo que era lo que me pasaba con sus dos libros anteriores: sí, parecían interesantes, pero había algo que me frenaba. Y ahora, después de haber leído El último anasazi, me arrepiento de no haber leído antes de Alfaro.
   Porque la novela me ha gustado y mucho. Pese a mis reticencias iniciales y a que la obra comienza lenta pero segura, enseguida me vi inmersa en las historias que nos cuenta (la trama está dividida en dos ejes cronológicos que cuentan dos historias diferentes pero con mucho en común) y cuando quise darme cuenta, ya llevaba la mitad de la novela. Y eso, como digo, que no tiene ritmo de thriller, sino que la obra avanza con un ritmo sosegado, calmo, casi acorde con la filosofía de vida de los protagonistas de la obra y su cultura.
   Eso no quiere decir que no haya intriga, que no pasen cosas o que la novela no cuente nada. Nada más lejos de la realidad. Lo que ocurre es que esta es una historia bien contada, con un ritmo que varía según lo que se nos va narrando, que se acelera en los momentos de tensión pero que también tiene espacio para el remanso, para la descripción, para la observación y para la presentación de un pueblo del que poco sabemos, como explica el autor tanto en el prólogo como en la nota final.
   Creo que la estructura basada en el doble eje cronológico funciona muy bien aquí porque da una idea de continuidad y, al mismo tiempo, de fin. Es como si la historia que se cuenta en el eje más antiguo fuese el comienzo del fin de un pueblo cuya extinción total está más cercana cuando se acaba la segunda trama. Y, en el fondo, en ambas se habla de lo mismo: de lo que podemos hacer por el bien común, de sacrificios, de equivocaciones, de amor a un pueblo y a unas gentes, de luchar por lo que uno cree.
   Los dos protagonistas (ambos masculinos) de las subtramas, Yuma y Xabel, tienen mucho en común y tienen un carisma que consigue involucrar al lector en todo lo que les ocurre. En todo momento les sentimos cercanos, casi amigos, y nos preocupa el devenir de ellos y de su pueblo. Sobre todo si tenemos en cuenta el apocalíptico título y la Historia pura y dura.
   A la buena elección estructural y a la creación de unos personajes bastante arquetípicos, capaces de representar las pasiones, cualidades, defectos y virtudes de los seres humanos (y de ahí, creo yo, que la historia que nos cuenta el autor pueda ser extrapolable y que aunque hable del siglo XII o del siglo XVI uno pueda ver personas de hoy en día que actúan de forma semejante), Alfaro une una ambientación y una labor de documentación creo que impecables que consiguen que vivas con el pueblo anasazi, que conozcas su forma de vida, su ritos cotidianos, que conozcas sus creencias, su cultura, las fuentes de su sustento y, sobre todo, una ideología de base que creo que deberíamos tener más en cuenta. Una ideología basada en el respeto al entorno y a la naturaleza que el propio pueblo anasazi fue olvidando, lo cual es una de las causas de su declive, al menos en la novela.
   De ahí también que el mensaje de fondo de esta obra, más allá de presentarnos a los anasazi y de revivir su civilización (creo Alfaro consigue realmente revivir la forma de vida de este pueblo y hacérnosla sentir), es también extrapolable a nuestros días: ojo con lo que hacemos, porque todo tiene consecuencias; ojo a quienes nos gobiernan, que pueden tomar decisiones fatales; ojo a quienes no se cuestionan la realidad, porque pueden verse arrastrados por la caída de una cultura entera; ojo a quien no vive en el respeto a lo que le rodea y quienes le rodean, porque puede constituir el principio del fin.
   En definitiva, que me alegro de haberme acercado a Alfaro y de haber conocido a los anasazi. El llanto de la Isla de Pascua espera ya en mis estanterías gracias al autor y a la lectura conjunta organizada por Libros que hay que leer y espero no tardar mucho en sumergirme en sus páginas.
   Nos seguimos leyendo.

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