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El último austrohúngaro

Publicado el 13 noviembre 2010 por Joaquín Armada @Hipoenlacuerda
El último austrohúngaro

El último austrohúngaro

Larguirucho, atlético, canoso, ciclista, misógino, supersticioso, hipocondriaco, lúdico, mediterráneo, noctámbulo… hace falta una retahíla de calificativos casi tan coral como el reparto de sus películas para dibujar el perfil de Berlanga. A Berlanga le bastaban tres para autodefinirse. Él era "un creador anarquista", algo insólito en la España gris, triste y autárquica que le tocó vivir.

“En mis películas hay siempre una miserabilización final del personaje. Mis personajes nunca consiguen mejorar su posición, aunque tengan la ocasión”

Les ocurre a los habitantes de Villar del Río y de Fontecilla, a Plácido y a José Luis Rodríguez, al que el siempre genial Pepe Isbert le pasa los pesados trastos del garrote vil, convirtiéndole en verdugo y víctima. Berlanga y su socio inseparable, Rafael Azcona, miraban la realidad con un humor amargo, donde la risa estaba siempre unida a la tristeza.

“Uno es libre mientras es niño”.

Berlanga combatió en dos guerras y las dos las perdió. Con sólo 18 años fue soldado republicano en el último año de nuestra Guerra Civil. Después se alistó en la División Azul. Como le contó a Javier Rioyo en “Extranjeros de sí mismos” por dos motivos: para impresionar a las chicas y para salvar a su padre de la amenaza de una pena de muerte sólo por ser republicano.

“Lo lógico es escribir la película y lo mágico es hacerla”.

“Plácido”, “El verdugo” y “Bievenido Mister Marshall” son tres clásicos que siempre estarán entre las mejores películas de la historia del cine. Las tres las he visto varias veces y siguen resistiendo el paso del tiempo y ese tópico de que su cine es técnicamente descuidado. Las tres son películas hechas bajo la lupa miope del censor. “El verdugo” recibió 13 ó 14 cortes de la censura: lo sorprendente es que permitieran que Berlanga la rodase.

“Yo admiré mucho a Capra (…) ese anarquismo de derechas que, en definitiva, presidía su mundo”.

¿Dónde está la verdad en las declaraciones de Berlanga? Como él mismo reconoce, prefiere la leyenda a la verdad. Y este “print the legend” le une a otro genio: John Ford.  Como ha escrito Jordi Costa, Berlanga incurre en contradicciones en sus dos libros de memorias: “El último austrohúngaro” y “Bienvenido Mister Cagada”. Pero en Berlanga siempre fue más importante lo dicho que lo hecho.

“Nos divierten más las cosas que dicen los personajes que las cosas que hacen”.

"Nos" son Berlanga y Azcona. No están juntos desde hoy porque hace décadas que son inseparables. No les iluminan las luces de Hollywood, pero sí una estrella de bombillas de 40 vatios, montada en un motocarro pagado a plazos que se interna en la parte vieja de una ciudad fría y triste, y la llena de luz durante un momento mágico y fugaz.

Pd: Las cuatro frases en negrita pertenecen a “El último austrohúngaro”, un libro de conversaciones de Berlanga con Manuel Hidalgo y Juan Hernández que espero que alguien vuelva a reeditar.

13/11/10


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