El cine posee la capacidad de trasladarnos a espacios insospechados, de acercarnos a situaciones desconocidas, de interrogarnos sobre nuestros ideales, en definitiva, de agitar nuestro intelecto. Pero existen otras películas que actúan en exclusiva sobre nuestros sentimientos y lo que acabamos de ver nos eleva de tal manera, que antes de levantarnos de la butaca y de que se enciendan las luces, hemos decidido cambiar de vida, amar de otra manera o ponernos a bailar. Y éste es el caso de Tanzträume, esos “sueños bailados”.
En 1978, Pina Bausch, célebre coreógrafa y bailarina alemana, estrena con su compañía el espectáculo Kontakthof en el Tanztheater de Wuppertal. El éxito es inminente y se la considerada una obra maestra del género. En 1999, Pina Bausch decide volver a montar la obra pero con un grupo de aficionados, todos mayores de 65 años. De nuevo la obra es un éxito internacional apoteósico. En 2007 la genial coreógrafa, poco antes de su muerte, decide retomar Kontakthof, pero esta vez con adolescentes entre 14 y 17 años.
Anne Linsel, la realizadora, tuvo la brillante de idea de realizar este documental que nos cuenta la historia de esta aventura: los ensayos durante un año, de 46 adolescentes de 12 escuelas diferentes, para montar una obra extremadamente compleja, con el mismo vestuario, decorado, coreografía y texto que hace 30 años, hasta el mismo día del estreno.
Y ahí es donde aparece la magia y también la forma de crear de Pina Bausch. Los alumnos pertenecen a todo tipo de familias, viven en medios económicos muy diferentes, la mayoría nunca habían bailado y, mucho menos, danza contemporánea y el documental muestra todas sus dudas, sus debilidades, las dificultades al relacionarse entre sí o con el otro sexo, en el momento crucial de su entrada en el mundo adulto. La materia humana es la base y el núcleo de esta creación, y sus pensamientos o reflexiones sobre el trabajo, su familia, su personalidad o sus primeros amores va madurando al mismo ritmo que avanzan los ensayos. Es apasionante e hipnótico desde el principio hasta las escenas finales del estreno.
Pina Bausch, internacionalmente conocida por sus coreografías, actuó en Y la nave va de Fellini y en Hable con ella de Almodóvar. Un año antes del estreno de este documental, el 30 de junio de 2009, falleció. Esta es su ultima intervención en el cine y cuando asiste por primera vez a los ensayos, los adolescentes (que en su mayoría no la conocían ni habían oído hablar de ella antes) tienen tanto miedo que algunos están casi paralizados. Y el documental confirma lo que ya pensabamos. En unos instantes, con algunas frases, su mirada y una enorme humanidad los tranquiliza, los serena y consigue que nazca la magia. Pina Bausch no trabajaba con los cuerpos, hacía bailar a las almas.