Revólver Smith & Wettson
El cartel de El Último Boy Scout es paradigmático, no ya por su mediocre diseño como por los componentes definitorios que incorpora, elementos que hablan de la película, sí, pero también del final de una época floreciente para el cine de acción y el comienzo de una era de violencia hiperbólica basada en una fotografía atmosférica y miles de litros de gasolina empleados en sonoras explosiones; signos de los tiempos, estilemas que abren al espectador una dudosa pero amanerada etapa para el actioner, los años 90, que degeneraría en productos digitales y carentes de empatía con el público que vio a Bruce Willis y Mel Gibson sangrar y llorar, que vivió con emoción el enfrentamiento de Arnold Schwarzenegger con un alienígena, y que también sufrió los disparates más ridículos de las comedias de acción de Eddie Murphy. Estrenada en 1991, El Último Boy Scout es el canto de cisne de una época de vino y rosas para el cine de acción, un colofón imprescindible a manos de uno de los realizadores que tendría mucho que decir en la siguiente década, con una extensa lista de títulos más o menos reivindicables, tocando techo con la irresistible obra neo-noir Amor a Quemarropa (True Romance, 1993). A Tony Scott se le puede acusar de manierista, de terrorista del montaje, con ese abuso de los planos cortos que caracteriza casi toda su obra, pero en El Último Boy Scout poco importa, lo cierto es que es una película vibrante y escatológica, una estilizada buddy movie que da más de lo que promete gracias al compromiso de todo el elenco con sus personajes, sobre todo del entonces rutilante Bruce Willis.traspasando la raya del buen gustoToda obra de cine negro —y El Último Boy Scout lo es— necesita de un contexto criminal, un detective fracasado, un ineficiente cuerpo de policía y, cómo no, muchas armas, preferiblemente un revólver Smith & Wettson .357 como el que empuña Joseph Hallenbeck (Bruce Willis), trasunto loser de aquel John McClane que encarnó en la saga Die Hard (La Jungla de Cristal). Aquí Willis interpreta a un detective acabado, con una vida familiar arruinada y una autoestima por los suelos, un panorama que cambiará al verse involucrado en una trama de corrupción en el contexto del rugby profesional, donde hará buenas migas con su amado y odiado partner Jimmy Dix (Damon Wayans). Ambos van a vivir hilarantes y emocionantes momentos, también de una violencia extrema, y es que los criminales de finales del s. XX son maquiavélicos a la par que expeditivos en sus métodos. El Último Boy Scout rezuma humor y acción, es entretenimiento en estado puro de la mano de los productores Joel Silver y David Geffen, donde vuelven a esponsorizar al guionista y actor Shane Black, uno de los nombres con más ingenio que haya tenido —y tiene— la comedia cinematográfica de acción, responsable del libreto de la imbatible Arma Letal (Lethal Weapon, 1987) entre otros muchos. Los chistes que Shane Black escribe para El Último Boy Scout son indiscutiblemente incorrectos, traspasan la raya del buen gusto y se inscriben en aquel humor escatológico que desde entonces está tan presente en la cinematografía comercial, desde los filmes Hermanos Farrelly hasta los de Sacha Baron Cohen, y son estas líneas de diálogo, junto al ritmo vertiginoso de la película y al trabajo de los actores, lo que hace que El Último Boy Scout sea una cinta tan divertida que cuando termine la proyección nos pongamos a cantar aquel himno de Bill Medley que oímos en el climático comienzo y en el no menos brutal y divertido final.Alfredo Paniagua
___________________________________________Tit. Orig: The Last Boy Scout. Estados Unidos, 1991. Director: Tony Scott. Guión: Shane Black. Música: Michael Kamen. Fotografía: Ward Russell. Intérpretes: Bruce Willis, Damon Wayans, Chelsea Field, Noble Willingham
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