Del artista de graffiti Keith Haring se han realizado algunos acercamientos, pero la película Keith Haring: Street art boy (Ben Anthony, 2020), que se estrena a nivel mundial en Sheffield, es la más completa. A Keith Haring se le deben algunas de las imágenes más icónicas del arte callejero de las últimas décadas, aún hoy en día absolutamente presentes. Su trabajo, que al principio tuvo las paredes de las estaciones de metro de Nueva York como su sala de exhibición, se desarrolló a lo largo de las décadas de los 70 y 80, y pasó de las paredes a los museos. Keith Haring fue una especie de precursor de artistas posteriores como Banksy, se convirtió en uno de los representantes de la revolución cultural en Nueva York, encabezada por Andy Warhol, y fue también una de las víctimas de la estigmatización del SIDA, que provocó su muerte temprana a los 31 años.
El documental de BBC utiliza numerosas imágenes de archivo y entrevistas con algunos de los que vivieron en primera persona el talento artístico de Keith Harring para ofrecer un retrato complejo, sin evitar ciertas facetas de egocentrismo, pero también sin caer en el típico film dedicado al artista maldecido por el destino. La película tiene ritmo, construye una biografía que está estructurada de forma clásica y plantea algunas reflexiones interesantes sobre el arte y la fama. Las minorías son, en Estados Unidos, víctimas de la injusticia social, culpables hasta que se demuestre lo contrario. Pero también han sido el germen de algunos de los movimientos artísticos más revolucionarios de las últimas décadas. Si Keith Harring consiguió convertir las calles de la ciudad de Nueva York en museos, también en esas mismas décadas nacía la música house que provenía de las minorías gay, negra y latina principalmente, las mismas minorías que abarrotaban las cárceles de Estados Unidos. Bring down the walls (Phil Collins, 2020) conecta estos dos aspectos: por un lado, un sistema penitenciario convertido en un negocio de bienes raíces, y por otro lado, el crecimiento de la música house como escapatoria de la represión social. El director del documental, Phil Collins, no es el músico conocido por todos, sino un realizador alemán afincado en Londres. Uno de los participantes comenta: "A finales de la década de los 70 se descubrió que las cárceles podrían ser un negocio". De forma que la construcción de prisiones en el país aumentó exponencialmente para poder acogida a un mayor número de personas, convirtiendo a Estados Unidos en el país que mayor número de encarcelados tenía, con una población de más de dos millones de presos. Al mismo tiempo, la música house se desarrollaba en discotecas conocidas de Nueva York, donde se ofrecían los espectáculos "voguing" que Madonna retrató en su canción "Vogue" y recientemente Ryan Murphy en su serie Pose (FX, 2018-), protagonizada principalmente por la comunidad gay. El documental muestra una conexión interesante, aunque quizás hay demasiada verborrea, demasiado discurso, y al director se le va la mano en escenas de baile excesivamente largas. El Festival LGTBI Centro Niemeyer se sigue celebrando de forma online a través de Filmin hasta el próximo 27 de junio, con el estreno el día 28 de la película de clausura, Marilyn (Martín Rodríguez Redondo, 2019), seleccionada en los Festivales de Berlín y San Sebastián. Ya hemos comentado algunas de las nueve películas que forman parte de su programación, y otras películas como The archivettes (Megan Rossman, 2018), sobre el mayor archivo de material relacionado con temática lésbica, ya centró nuestra atención en una de las crónicas de la 28ª Mostra Internacional de Films de Dones. Las tres últimas películas son también retratos de artistas, unos más conseguidos que otros. Wild nights with Emily (Madeleine Olnek, 2018), que estuvo nominada a los Independent Spirit Awards como Mejor película de bajo presupuesto, la directora realiza un acercamiento a la poeta Emily Dickinson desde una vertiente lésbica. Ha habido una cierta ambigüedad en el retrato de la escritora, considerándola una solterona conservadora que apenas tenía vida social, enamorada secretamente de un párroco. Pero a lo largo de los años se ha ido descubriendo una operación de "maquillaje" de la vida de la escritora, especialmente liderada por su editores, para ocultar su relación sentimental con su cuñada, eliminando el nombre de ésta de algunos de sus poemas, y "masculinizándolos" con el cambio de género de sus expresiones.De esta forma, Madeleine Olnek propone una lectura reivindicativa de la artista, recuperando su posible lesbianismo en una película de época con toques de humor que en algunos momentos resultan absurdos, pero que también contribuyen a mostrar la insólita sociedad de la época. Curiosamente, los mayores logros de la directora están en la descripción del conjunto, dejando a la protagonista un perfil algo más desdibujado. Es una propuesta interesante, aunque desequilibrada. El documental Bixa travesty (Claudia Priscilla, Kiko Goifman, 2018), seleccionada en Documenta Madrid, ofrece un retrato de la artista transgénero brasileña Linn de Quebrada, que ofrece una lectura feminista de la identidad sexual a través de la celebración de su cuerpo como mujer. "No todas las mujeres tienen vagina", comenta en una ocasión, reivindicando la femineidad de un cuerpo que no tiene por qué buscarse sólo en el aspecto físico, sino sobre todo en la condición humana. A pesar de todo, el discurso de Linn de Quebrada es más superficial que intelectual, y no puede evitar caer en ciertos lugares comunes, aunque sea valiente su declaración de las miserias de una sociedad machista y patriarcal en el contexto de una sociedad como la brasileña que es, de facto, machista y patriarcal, especialmente tras la elección de Jair Bolsonaro como presidente.Hay algunos aspectos interesantes en esta película, que se refieren a los momento más íntimos, cuando Linn de Quebrada deja de ser el personaje y se convierte en la persona. Sobre todo aquellos en los que vemos a su familia, eminentemente matriarcal, como esa escena emotiva de madre e hija en la ducha cuidándose mutuamente. Pero esas incursiones de la intimidad son escasas, y acaban devoradas por la reivindicación y el discurso, que es la parte menos interesante de la película. Mucho más logrado es Lemebel (Joanna Reposi Garibaldi, 2019), en torno a la figura del artista y escritor chileno Pedro Lemebel, representante del movimiento queer en el Chile de los años 80, con la presencia aún del dictador Pinochet. Es también un artista que utiliza el cuerpo como representación de la reivindicación de la homosexualidad, con todas las acepciones que se quisieran poner, del orgullo de ser maricón en una sociedad sexista y peligrosa. Es un personaje que en sí mismo es absolutamente atractivo, de una profunda intelectualidad, pero al mismo tiempo transgresor y muchas veces incómodo.
La directora, que grabó a Lemebel hasta sus últimos días de vida, cuando el cáncer de laringe se lo llevó en 2015, muestra su obra y su personalidad con admiración. Utiliza sobre todo su voz en las largas entrevistas que mantuvo con él y proyecta sus imágenes del pasado, sus recuerdos de una juventud loca y esperanzadora, en las paredes o en edificios abandonados a medio construir que el propio Pedro Lemebel describe como "arquitectura de la utopía". Lugares que emergieron para ser hogares que nunca serán. Es un documental emocionante, político y poético, como el propio Lemebel. The archivettes, Wild nights with Emily, Bixa travesty y Lemebel se pueden ver en Filmin hasta el 27 de junio. Marilyn se estrena en Filmin el 28 de junio.