Revista Cultura y Ocio
El filósofo esloveno Slavoj Zizek comentaba en uno de sus artículos que, independientemente de su incuestionable calidad, el mastodóntico documental Shoah es unánimemente reconocido como obra maestra debido a su desproporcionado metraje y a que mucha gente ha sido incapaz de visionarlo por completo, dejando una sensación de culpa en el espectador que trata de suplir con alabanzas. Si bien la obra magna del director francés Claude Lanzmann ya duraba de por sí la friolera de nueve horas y media, aún más material quedó desechado en la mesa de montaje, entre el que se cuenta el que en 2013 originaría El último de los injustos.
Benjamin Murlmenstein fue el tercer y último presidente del Consejo Judío del campo de concentración de Theresienstadt. Este se presentó como un escaparate para el mundo en el que el Tercer Reich trataba de demostrar que su trato a los judíos no era, ni mucho menos, tan terrible. En las entrevistas grabadas durante 1975, en uno de los once años que Lanzmann dedicó a realizar todas las entrevistas para su documental, Murlmenstein cuenta el verdadero rostro oculto de este terrible infierno.
Después de casi treinta años, el director francés aún puede seguir explotando el material recopilado para Shoah. Los testimonios de este inteligente y valiente judío tenían tanta fuerza que no podían ser resumidos y si los incluía al completo corría el riesgo de que eclipsase al resto de los entrevistados. El resultado es más de tres horas y media de El último de los injustos, un nuevo acercamiento al holocausto nazi al que Lanzmann le ha dedicado prácticamente la totalidad de su carrera cinematográfica. Este documental no funciona tan solo como un artefacto de reivindicación del horror que los judíos sufrieron durante la Segunda GuerraMundial, sino que también se trata de una bella indagación histórica de reconstrucción de un pasado que aún después de tantos años permanece en su gran mayoría oculto. Gracias a la magnética personalidad de Murlmenstein la entrevista fluye de manera hipnótica y apasionante, y aún con su dilatado metraje la cinta sigue resultando muy interesante.
Avalon edita en una edición con dos discos este interesantísimo documental, sin extras, indispensable para todo buen seguidor de la filmografía de Lanzmann.