El último día del año
El último día del año está sobrevalorado. Como el sexo, tener perro o pareja. Pero me ha tocado y siento que tengo que escribir algo sublime, no demasiado ñoño, pero que os guste. Y estoy en blanco, en un nivel -100 de inspiración. En cuanto termine de escribir, tengo que ir a pelearme por conseguir las últimas almejas que queden en el Carrefour. Y comprar una botella de champán porque he decidido que un buen puntito en la comida (vamos un pedete de toda la vida) estaría genial. Así que, repito. Nivel -100 de inspiración. Con suerte, vosotros estaréis también a la caza de algo de última hora y ni tiempo para leer hoy.
La verdad es que hoy es el típico día en el que hay que empeñarse mucho, mucho para no caer en la tentación de mirar atrás y hacer balance, aunque sea 30 segundos entre que se acaba el langostinillo y llega el cordero a la mesa.
Yo, por ejemplo, reconozco que hace años no podía ni ver la televisión en todo el día. Desde que amanecía hasta que me comía la uva número 5 (lo siento, no doy para más, principalmente, porque no me caben más uvas a la vez en la boca), estaba nerviosa. Recibir el nuevo año solo me producía desazón. ¿Qué pasará el año que viene? ¿Seguiré haciendo lo mismo? Me muero… Siempre me parecía que no había hecho lo suficiente en el año que se acababa, pero que me iba a ser imposible hacer todo lo que quería en el que empezaba.
Mira tú que en este preciso instante me doy cuenta de que la experiencia y la madurez me sientan muy bien. Ahora sé que lo que no me de tiempo a hacer durante un año me estará esperando en el otro con los brazos abiertos. Sin rencores, ni reproches. Ahora sé que todo puede mejorar y que incluso hay años que no solo puede, sino que tiene que mejorar.
Mi balance es que cada Nochevieja me vuelvo un poco más optimista. Con más ganas de gritar aquello de ¡¡Feliz 2015!! y emocionarme cuando llamo a los que están lejos a las 00:01 horas (si las líneas telefónicas lo permiten, claro).
Reconozco, por fin, que cada año es un inicio, un reseteo, una nueva oportunidad para acertar, fallar, caerse, levantarse, aprender, amar, odiar, sentir. Si el año ha sido malo, el siguiente será mejor. Si el año ha sido bueno, el siguiente será mejor.
Y permitidme que termine el año con un lugar común, una frase manida y remanida, pero que encierra una verdad absoluta y un deseo universal: trabajo, salud y amor para todos (iba a añadir República, pero me da que no va a ser el año)