Revista Medio Ambiente
Hace ya unos cuantos meses que estoy trabajando en un proyecto para evaluar el impacto de la captura accidental de los aparejos de pesca sobre las poblaciones de cormorán moñudo en el Cantábrico y el Atlántico gallego.
Durante estos meses he recopilado la información disponible sobre muertes accidentales y también nos hemos recorrido la costa para comprobar donde se solapan las zonas de alimentación con las zonas de pesca de los moñudos.
A la espera de los resultados definitivos, los resultados confirman lo que sospechábamos desde hace tiempo. La mayoría de las muertes se producen durante los meses que siguen a la independencia de los pollos, en ocasiones cuando tienen menos de 2 meses de edad. Seguramente su inexperiencia hace que sean más proclives a caer en los aparejos que las aves adultas, que ya sea porque usan otras áreas de alimentación o porque son capaces de reconocer las artes, mueren en menor número.
Las dos fotografías anteriores son los suficientemente explícitas para entender la magnitud del problema. Para entender porqué si no se hace algo, y rápido, vamos a ser testigos de la extinción de los cormoranes moñudos en nuestras costas, como hace pocos años lo fuimos de otra ave marina, el Arao común, por la misma razón.
Probablemente la falta de capturas de especies más comerciales ha llevado a muchos barcos a faenar cada vez más cerca de costa y buscar otras especies como los lábridos que antes tenían menos salida en el mercado. Actualmente, tanto en Asturias como en Galicia o Euskadi, la legislación es muy laxa (o incluso inexistente), acerca de las distancias de costa a las que se pueden largar los aparejos. Asimismo, los planes de manejo aprobados para esta especie, por ejemplo en Asturies, hacen una mención especial a la necesidad de crear unas zonas de protección alrededor de las colonias de cría, pero es evidente que ese plan de manejo no se está cumpliendo.
Dos cormoranes moñudos adultos ahogados en un miño a escasos metros de la colonia de Cabu Bustu, Asturies (abril de 2014)
Pero si los aparejos legales ya son un problema de enorme magnitud, en este estudio hemos confirmado la existencia de un nuevo problema que no esperábamos, la mortalidad en aparejos furtivos. Se trata de palangres de superficie que son marcados con botellas de agua transparentes para ser más difíciles de localizar por la guardería. Ya hemos confirmado más de 5 animales muertos en solo dos de estos palangres y hemos visto unos cuantos aparejos mas que no hemos podido comprobar.
Ojalá que los resultados de este proyecto puedan servir para detener esta sangría.