El último juego, de J.D. Barker

T.O.: A Caller's Game, 2020

Traducción: Julio Hermoso Oliveras

La presentadora radiofónica Jordan Briggs recibe en directo la proposición de realizar un juego con uno de sus oyentes, Bernie. Ella acepta, con inesperadas consecuencias.

Las novelas con asesinos retorcidos y exagerados y con una escena de acción tras otra ya no son originales. De hecho, la trilogía de El cuarto mono, del mismo autor, cae repetidamente en lo más manido del género: desde situaciones exageradas, a giros absurdos, exceso de texto y un esquema caótico que alarga la historia durante tres interminables e innecesarias entregas.

Sin embargo, El último juego está escrita con más oficio, medida, con giros más "creíbles" y mucho mejor estructurada, lo que beneficia tanto a la historia que narra como a la fluidez e interés de la lectura.

Los dos personajes principales, cuyos puntos de vista en tercera persona se alternan con eficacia, Jordan y Cole, tienen su interés: ella es inteligente, decidida y segura de sí misma en el trabajo mientras descuida su vida personal. El autor muestra su personalidad repetidamente en los monólogos sobre temas variados que transmite en directo. Él es el clásico policía con pocos matices, íntegro y valiente, que intentará lo que sea necesario para detener al villano y salvar a sus víctimas potenciales. Y funciona.

Otro personaje destacable es Bernie, el villano de manual que no aporta nada nuevo, es convencional y previsible. Y, también relacionados con Jordan, su hija, Charlotte, quizá demasiado ingeniosa para tener 11 años, su anodino ex marido, Nick, y su ayudante, Billy.

Se podría decir que las acciones de Bernie son un tanto exageradas para lo que las motiva, y hubiera sido igual de eficaz si lo hubiera hecho en menor escala (llegado cierto punto recuerda demasiado a La jungla de cristal, 1988). Aunque también se podría identificar el edificio donde transcurre la acción como símbolo y origen de lo sucedido para justificar el interés del personaje en destruirlo. Y que las escenas de acción, sobre todo en la última parte, se alargan en exceso como es habitual en el género. Pero funciona.

En resumen, El último juego es una novela de entretenimiento, sin grandes pretensiones, que alterna con eficacia los puntos de vista de Jordan y Cole, da algunos giros más o menos previsibles, no demasiado exagerados o poco creíbles, y tiene un final bastante satisfactorio.

Cita de la nota del autor al final de la novela:

"Alguna vez me han dicho que escribo literatura "de comer palomitas", y me parece perfecto. Siempre me lo ha parecido. Cuando lees uno de mis libros nunca te vas a encontrar un código de moralidad ni un mensaje social de profundas raíces. No, no vas a llegar a la página 237 y vas a descubrir de repente el sentido de la vida que te asalta desde el papel entre frase y frase. Cuando escribo un relato, cuando lo comparto contigo, mi único propósito es que te entretenga, que te distraiga un poco de todo cuanto pasa en el mundo, que te ayude a olvidarte de tus propios "¿y si?" durante esos ratitos. Nunca me verás exponer mis propias opiniones personales sobre política o religión, igual que tampoco me pondría a decirte cómo se hace una apendicectomía. Prefiero dejar esas cosas a los expertos. Yo no soy un experto en nada. A mí me pagan por inventarme chorradas, literalmente. ¿De verdad quieres que sea yo quien te dé algún consejo?"

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