Revista Sociedad

El último soldado

Publicado el 10 mayo 2010 por Eko
GuerraEn el 65 aniversario del final de la segunda guerra mundial, los silenciosos y emotivos homenajes al recuerdo de las victimas se han ido precediendo ante estatuas a los caídos, del soldado desconocido o las puertas de algún antiguo campo de concentración. Todos menos uno, quizá el más sonoro y grandilocuente, el realizado en la Plaza Roja de Moscú. El desfile militar que recordaba la victoria sobre los nazis, no deja de ser más que otro de los tantos que se celebran en el mundo, una ostentación más de poderío armamentístico. Entre los viriles acordes de las marchas militares y el paso marcial de los soldados, las naciones que se creyeron vencedoras de tan terrible contienda, mostraban al mundo las buenas migas tras la que se esconden miradas recelosas y desconfianzas históricas. Sin duda, no hay mayor homenaje a la estupidez humana que hacer ostentación de aquello que nos lleva a la guerra, que presumir de símbolos falicos y testosterona, que demostrar al mundo que en caso de necesitarse se tiene la capacidad de acabar con la vida de miles, de millones de seres humanos. Se recuerda a los caídos, a las victimas silenciosas e inocente del pasado, mientras se presume de lo mucho que se ha avanzado en la forma de aniquilar a nuestro semejante. Lo tecnológicamente avanzado del asesinato en masa y del exterminio.
Hace un tiempo leí la historia del que se cree ultimo soldado muerto en la primera guerra mundial, y si ya es mala suerte vivir en una epoca como la que le toco vivir, peor es pasar a la historia como el ultimo soldado muerto en una guerra, a tan sólo dos minutos del fin de la misma. Os la dejo transcrita, aunque la podeis leer también en el blog del autor "Es la guerra":
"Cuando solamente faltan dos minutos para las once, un soldado canadiense del 28º Batallón de Infantería de Nueva Escocia, George Price, destinado en la aldea belga de Ville-sur-Haine, a las afueras de Mons, se agacha para coger las flores que le ofrecen unos niños. Como gesto de confianza se quita el casco; ese momento es aprovechado por un francotirador alemán para volarle la cabeza. Se cree que Price fue el último muerto en combate de la Primera Guerra Mundial"."En esos últimos instantes, a lo largo de todo el frente occidental, soldados y oficiales de ambos bandos permanecen impacientes con el reloj en la mano, esperando nerviosamente que las manecillas alcancen las once. Durante el último minuto, un silencio expectante cubre todas las trincheras. Nadie se atreve ni siquiera a pronunciar una palabra, quizás por temor a atraer una última y fatídica bala.""Cuando las agujas de los relojes marcan por fin las once, un inusitado clamor surge de toda la línea del frente, desde la cordillera francesa de los Vosgos hasta el canal de la Mancha. Hasta la retaguardia, a decenas de kilómetros de distancia, llegan los gritos de alegría de los soldados de primera línea. Posteriormente, algunos compararán lo que escucharon ese día con el de un lejano susurro que llegaba desde el horizonte; era el esperanzador sonido de la ansiada paz".

Aquel soldado, para el que 2 minutos se convirtieron en una eternidad, quizá merezca algo más que un homenaje en el que se rinde pleitesia a las armas. Tal vez todo homenaje carece de sentido, si esas misma victimas homenajeadas miran el mundo y comprueban que su muerte no ha servido para nada más que un redoblar de campanas y un sinfín de discursos vacíos, mientras en otro lugar del planeta se sigue incrementando el número de victimas. No existen guerras buenas o malas, existen millones de inocentes que pagan con su vida la avaricia y el afán de poder, de unos pocos.
“La guerra es algo que provocan unos viejos, que se conocen, se odian, pero no se matan y que hacen unos jóvenes que no se conocen, no se odian pero sí se matan”.

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