Revista Cultura y Ocio

El umbral de la eternidad, de Ken Follett

Publicado el 23 noviembre 2014 por Goizeder Lamariano Martín
El umbral de la eternidad, de Ken Follett Título: El umbral de la eternidad Autor: Ken Follett Editorial: Plaza y Janés Año de publicación: 2014 Páginas: 1148 ISBN: 9788401342196 Descubrí a Ken Follett con La caída de los gigantes hace ya dos años, en octubre de 2012, y la novela me gustó tanto que dos meses después leí El invierno del mundo, la segunda parte de la trilogía The Century. Estos dos años esperando para ver cómo acaba la trilogía se me han hecho muy largos, pero la espera ha merecido la pena, ya que este último libro es sin duda el que más me ha gustado de los tres. Si en el anterior libro los protagonistas eran los hijos de los personajes del primer libro, en esta ocasión conocemos a sus nietos.  La tercera generación de cinco familias que son ya viejos amigos con los que es un placer reencontrarse y saber qué ha sido de sus vidas todos estos años. La novela transcurre entre 1961 y 1989 y está dividida en 62 capítulos y un epílogo que da el salto hasta 2008. A su vez, los capítulos están estructurados en diez partes: Muro, Escuchas, Isla, Fusil, Canción, Flor, Cintas, Astillero, Bomba y nuevamente Muro
Sobre los protagonistas, en Estados Unidos volvemos a encontrarnos con la familia Dewar: el matrimonio formado por Woody y Bella y sus hijos Cameron y Ursula, a quien todos llaman Beep. Y también con la familia Peshkov-Jakes: George, el nieto de Lev, así como su madre Jacky, su padre Greg y su abuela Marga. Mientras que Cameron es un joven obsesionado con ascender en política y trabajar en la Casa Blanca, su hermana Beep es alocada, despreocupada y vive con libertad, haciendo en todo momento lo que le apetece, sin pensar en las consecuencias ni en nadie más que ella. La verdad es que ninguno de los dos me ha caído demasiado bien. Por su parte George es un joven negro que vive en primera persona la lucha por los derechos civiles y la igualdad entre blancos y negros, enfrentándose a los segregacionistas de los Estados del Sur y haciendo todo lo posible para cambiar las cosas para que, en el futuro, sus hijos y nietos puedan vivir en un país totalmente libre, igual y justo para todos. Pero su lucha es únicamente política. Me ha gustado mucho su idealismo, su romanticismo, pero en muchas ocasiones, tanto en el plano laboral-político como, sobre todo, en el personal, me ha parecido demasiado iluso e incluso ingenuo. En Inglaterra nos reencontramos con la familia Leckwith-Williams. La ya anciana Eth Leckwith, su hijo Lloyd, su nuera Daisy y sus nietos Dave y Evie. Dave es un adolescente que sueña con ser una estrella de rock, mientras que Evie es una joven y prometedora actriz sin tapujos, dispuesta a luchar por conseguir su sueño, sin renunciar a sus ideales. En Alemania volvemos a coincidir con la familia Franck: mi adorada Maud, su hija Carla, su yerno Werner, sus nietos Walli, Lili y Rebecca y el odiado Hans Hoffmann, marido de Rebecca. Probablemente esta es la familia con la que más he disfrutado, los que me han resultado más cercanos, a los que les he cogido más cariño, seguramente porque ya en las dos novelas anteriores tenía predilección por Maud, una afinidad que ahora se ha extendido también al resto de su familia. Todos viven en el Berlín Oriental y sueñan con cambiar el futuro negro, oprimido y dictatorial que les espera a ese lado del odiado muro. Rebecca es la mayor, la más realista, la más pragmática. Walli es un joven desobediente que sueña con convertirse en un cantante estrella y vivir de la música, mientras que Lili también quiere luchar, cambiar su vida y su destino, pero es demasiado joven y todavía no tiene las armas ni sabe cómo hacerlo. Por último, en la URSS vive la familia Dvorkin-Peshkov, formada por los abuelos Grigori y Katerina, su hijo Volodia, su nuera Zoya, su hija Ania, sus nietos Tania y Dimka y la novia de éste, Nina. Tania y Dimka son hermanos mellizos. Ella es periodista y trabaja en la agencia estatal de noticias y él es político y trabaja como asesor de Jrushchov, el secretario general del Partido Comunista. Ella cree que hay que derrotar al comunismo y él que hay que cambiarlo. Al menos los dos están de acuerdo en que, tal y como están, las cosas no funcionan, pero cada uno hará la guerra a su manera. Los dos son luchadores, inconformistas e idealistas. De la mano de todos ellos vivimos los años del Muro de Berlín, el Telón de Acero, la Guerra Fría y episodios que, aunque son relativamente cercanos en el tiempo, a mí me suenan lejanos y remotos y apenas los recuerdo de las clases de Historia del instituto. Bahía de Cochinos, la guerra de los misiles de Cuba entre la URSS y Estados Unidos, el caso Watergate, el asesinato de J.F. Kennedy y de Martin Luther King, la guerra de Vietnam, la Primavera de Praga, el desmantelamiento de la URSS, la caída del Muro de Berlín... Y, cómo no, junto a los personajes de ficción de la novela acompañaremos también a otros muchos personajes históricos: J.F. Kennedy, su mujer Jackie, su hermano Bobby, Martin Luther King, los presidentes de Estados Unidos, Johnson, Nixon, Carter, Reagan y Bush, Lech Walesa, presidente del sindicato polaco Solidaridad, Jrushchov, Gorbachov... Como novela histórica esta, al igual que las dos anteriores de la trilogía se merece un diez. Es un repaso completo, muy bien documentado y ameno de la Historia del siglo XX. Toda una lección de Historia que, además de enseñar e instruir, divierte, entretiene y engancha. Algo que tiene muchísimo mérito. Pero como novela de ficción le he encontrado unos cuantos peros que voy a intentar explicaros. El primero es que, al menos para mi gusto, hay demasiado politiqueo. Los principales personajes George Jakes, Cameron Dewar, Rebecca o Dimka trabajan como asesores políticos. Mucha reunión, mucho trabajo de despacho, muchas decisiones... que al final han acabado saturándome y resultándome repetitivas. Demasiados puestazos, todos quieren trabajar en la Casa Blanca o en el Kremlin, en la CIA, el FBI o el Pentágono y todos o casi todos lo consiguen, a pesar de su juventud o su falta de experiencia. No me ha resultado creíble y en pequeñas dosis sí, pero en grandes al final ya no me aportaba casi nada. Es cierto que los países los construyen los gobiernos, nos guste o no son quienes hacen y escriben la Historia, pero no podemos olvidarnos que los ciudadanos, el pueblo, la gente también forma parte de esos países y de esa Historia y he echado en falta más personajes de a pie, más ciudadanos y menos políticos, especialmente en la URSS y en el Berlín Oriental. Leyendo a Follett parece que el Muro de Berlín solo aisló a la URSS de Estados Unidos, cuando en realidad aisló, separó y distanció a miles de familias. Justo he terminado de leer esta novela cuando se cumplen 25 años de la caída del Muro de Berlín. En estos días se han publicado y emitido muchísimos reportajes que sí han hecho hincapié en las horribles, tristes y dolorosas consecuencias que el muro tuvo para los ciudadanos de las dos Alemanias. El segundo de los peros lo he llamado “síndrome Alcántara”, en alusión a la familia protagonista de la serie Cuéntame. Como ellos, los protagonistas de El umbral de la eternidad se las ingenian y apañan para estar siempre en el lugar adecuado y en el momento preciso para ser testigos e incluso protagonistas de los principales acontecimientos que marcan la Historia. Una vez más, lo poco gusta y lo mucho cansa y tampoco me ha resultado creíble al cien por cien. Al margen de estos dos pequeños peros, como ya he dicho antes esta es la novela que más me ha gustado de la trilogía. Aunque me daban mucha pereza sus más de 1.100 páginas, para mi sorpresa solo he tardado dos semanas en leerlas y, lo más sorprendente, me han sabido a poco y me he quedado con ganas de más. Con ganas de seguir acompañando a todos sus protagonistas a lo largo de la Historia del siglo XX y, por qué no, del XXI y con ganas de conocer a más generaciones de estas cinco familias que ya forman parte de la mía. Me ha dado mucha pena terminar la trilogía The Century. Les he cogido muchísimo cariño a sus protagonistas que además de haberse hecho un hueco en El umbral de la eternidad se lo han ganado también en el de mi memoria.   Si te interesa el libro puedes encontrarlo aquí. 

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