El Universo

Se calcula que el nuevo astro cuenta con unos trece mil millones de años de antigüedad, o sea, relativamente próximo en tiempos astronómicos, al “big bang”. Cuando nosotros miramos una estrella situada a años luz de nuestro pequeño planeta, estamos viendo en realidad, el estado de ella hace tantos años como tardó la luz en recorrer tal distancia, de modo que los cuerpos celestes en los extremos de nuestro cono de luz, no hacen si no ofrecernos una visión del pasado, una ventana a como fue el universo poco después de su creación. Parece ser que las estrellas primigenias eran gaseosas, básicamente con hidrógeno y helio, primeros elementos de la tabla periódica, y después se fueron formando elementos más pesados, siendo el contenido en hierro de una estrella el determinante del momento en el que apareció. Alguien escribió que nosotros no somos más que el polvo de esrellas, su ceniza, que ha cobrado vida y tomado concencia de sí mismo, lo que no nos deja en exceisvo buen lugar en la historia del espacio que nos rodea. El último paso, antes de volver a formar parte de la materia inerte del universo, no es tanto el temor a la eternidad desconocida, sino el conocimiento de la enorme ignorancia con la que habremos pasado fugazmente por este pequeño y olvidado sistema solar de la vía láctea.