Marlene Monteiro y su virtuoso mundo embriagado de mal fascinaron al público del Teatro Central. La coreógrafa caboverdiana tiene la capacidad de crear todo un universo, de hacer que entres en un mundo único, especial en el que vivir una experiencia única.
“Mal – Embriaguez divina” comienza cuando los espectadores todavía no se han sentado en sus asientos. Tras una red blanca hay un grupo de personas jugando a algo parecido al voleibol, ¿son presos? ¿Es un juego ancestral? En Marlene Monteiro todo tiene diferentes perspectivas.
Pero sí es determinante el que todos visten igual, llegan las banderas, los soldados, la severidad, sin embargo la música parece tribal, quizás muchos males llegan en el momento que se coloniza lo que antes se organizaba en comunión con la naturaleza. Sustituyen a otros.
Y entonces llega civilización, en una escenografía de tres hileras de bancos, empiezan a visualizarse las fábricas, la mecanización y todo el más que pueden producir al alma humana. La burocracia, la administración, la racionalización y todo el mal que pueden provocar en el alma humana. La política, los políticos, la toma de decisiones en función de intereses partidistas y lo demás ya lo sabemos.
Esto es una interpretación subjetiva por supuesto, en Marlene Monteiro hay un mundo que me recuerda al gran director polaco, Tadeusz Kantor, unos personajes grotescos, movimientos y sonidos estridentes, nada normativos, que conmocionan por su potencia energética y escénica.
Y después llega la guerra, las migraciones, la soledad, el odio. El mal provocado por el ser humano, pero Marlene no propone una reflexión sobre el mal, la propuesta es física, es adentrarse en las entrañas que poco tienen de razonables. Los bailarines tienen movimientos que sorprenden por su forma, por su plasticidad “extraña”, por sus sonidos de otro mundo y por su potencia energética durante las casi dos horas sin respiro que dura la obra. Ç
La música es otra de las grandes potencialidades de la obra, desde “Nuova Compagnia di Canto Popolare”, “Jesus Christ Superstar” o el “Fogo:Toque de Lilao com milho”, aunque la virtuoso es cuando surgen, que ambiente crean en la escena en conexión con los bailarines. Brutal.
Por último el mal que no puedes evitar, la enfermedad, el mal individual, la depresión, el suicidio. Marlene Monteiro nos lleva por un viaje a un mundo que ella a creado para los que allí nos dimos cita, un universo único y que solo pueden vivir los que tienen la suerte de apostar por el teatro como experiencia, un fin de semana cualquiera.
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