La crisis sanitaria provocada por la Covid-19 está constituyendo un reto sin precedentes en todos los aspectos de la atención sanitaria. Un problema añadido es el abuso en la prescripción de antibióticos. Esto lleva años siendo un problema. El abuso con los fármacos antibióticos ha provocado que la resistencia a los mismos por las bacterias comunes provoque que en muchos casos necesarios sean inútiles para combatir una infección. Y durante las últimas semanas de coronavirus es algo que no sólo no se corrige sino que ha aumentado.
La resistencia a los medicamentos antimicrobianos, los antibióticos, es ya antigua y va en aumento. De tanto y tan mal usarlos se ha convertido en un problema de salud pública mundial. Como reconoce la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) en una nota informativa reciente,
la prescripción excesiva o inadecuada de tratamientos antibióticos en el contexto de la pandemia podría facilitar el desarrollo de bacterias resistentes y reducir la eficacia de futuros tratamientos, por lo que debe extremarse la prudencia en la utilización de este tipo de medicamentos».
Aunque la Covid-19 es una infección vírica y, por tanto, no se trata ni se previene con antibióticos, hay pacientes diagnosticados en los que existe confirmación o elevada sospecha de coinfección o sobreinfección bacteriana.
En estos cuadros clínicos es inevitable considerar la prescripción de tratamiento antibiótico, explican desde la Agencia.
En los casos de personas diagnosticadas de Covid con infección bacteriana confirmada o alta sospecha de ella, se recomienda que los médicos busquen el asesoramiento del equipo PROA (Programa de Optimización del Uso de Antibióticos) del hospital o el área de salud correspondiente antes que recetar «con normalidad» un antibiótico.
Algo común que detecta la Aemps es que se usan este tipo de fármacos
de manera generalizada para prevenir neumonía bacteriana«.
De acuerdo con las recomendaciones de la Agencia Española del Medicamentos y Productos Sanitarios, hay que evitar la utilización sistemática de azitromicina en combinación con hidroxicloroquina en el tratamiento de la Covid-19, ante la falta de evidencia de eficacia y los riesgos potenciales.
Así que estamos en plena desescalada y ahora parece que nuestras autoridades sanitarias entienden que durante esta epidemia de coronavirus han continuado las malas prácticas de conllevan el abuso de los tratamientos antibióticos.
La Agencia dependiente del Ministerio de Sanidad recuerda las interacciones y toxicidad de estos tratamientos. Por ejemplo, prolongación del intervalo QT (los fármacos macrólidos, quinolonas); interacciones catiónicas (doxiciclina, quinolonas) y otras interacciones medicamentosas (macrólidos, aminoglicósidos, quinolonas).
Dice también la institución encargada de la farmacovigilancia que hay que
reforzar la comunicación con el paciente para informarle de que el uso de antibióticos se justifica por una infección bacteriana ocasionada por una complicación secundaria a la infección viral«.
Bueno, existen pacientes que piden y piden fármacos a sus médicos cuando se sienten mal, pero digo yo que será responsabilidad de estos últimos saber cuándo se receta y cuándo no ha de hacerse un antibiótico.
Por otra parte, las infecciones de origen bacteriano en pacientes sin Covid-19 pueden pasar desapercibidas cuando toda la atención se centra en el abordaje de la pandemia. Resulta esencial considerar estas infecciones «cuando se evalúa a pacientes con fiebre y, especialmente, a personas aisladas en su domicilio», indican desde la Agencia.
En aquellos casos en los que se indique el uso de antibióticos los profesionales sanitarios deberán seguir las siguientes recomendaciones generales que, por otra parte parecen muy obvias:
-Basar la elección del tratamiento antibiótico en las guías locales.
-Adecuar la dosis de antibiótico al tipo de infección y a las circunstancias del paciente.
-Considerar el cambio de vía parenteral de un tratamiento antibiótico a vía oral, un cambio con beneficios importantes ya que disminuye las infecciones asociadas a catéteres y otras complicaciones derivadas de una hospitalización prolongada.
-Reevaluar periódicamente (cada 24-48 horas) y ajustar el tratamiento antibiótico según la evolución y los resultados microbiológicos.
A mí lo que me queda claro con todo esto es que siguen las malas prácticas con este grupo de eficaces y necesarios medicamentos y que el estado de alarma provocado por la Covid no ha hecho que la sociedad sea más prudente con el tema de la prescripción excesiva o inadecuada de antibióticos sino que con probabilidad -esto lo veremos con el tiempo- el contexto epidémico actual
podría facilitar el desarrollo de bacterias resistentes y reducir la eficacia de futuros tratamientos«.