Revista Cultura y Ocio

El vaciado de Sophie Calle, Lucy Sante

Publicado el 08 agosto 2024 por Kim Nguyen

Sophie Calle, al igual que una escultora de cualquier siglo pasado, manipula y reconfigura en su arte una materia prima fundamental en la economía de su época. Esta materia prima no es bronce ni mármol, sino información, esa sustancia que circula sin cesar entre conciencia, documento y ciberespacio. Es una materia prima incuantificable y de una indefinición exasperante, que flota en un lugar impreciso de la frontera entre lo objetivo y lo subjetivo, lo público y lo privado, lo caliente y lo frío. Se cultiva en cantidades enormes, se pelea por ella, se roba, se adultera, se negocia a través de agencias de crédito, organismos de sondeos de opinión y empresas de investigación de mercados y, sin embargo, su valor reside en pormenores diminutos y huidizos matices de significado. Por ello su búsqueda recuerda a la ciencia experimental —se generan cantidades inmensas de documentos impresos por cada migaja que se pueda aprovechar y explotar— y al arte. Es tan inmaterial en todos los puntos del proceso, tan metafórica o abstracta que su condición de materia prima parece un número de ilusionismo, y su elaboración y comercio, una especie de remedo.

Calle no es la primera artista que trabaja con este medio. Se podría decir que los surrealistas fueron pioneros, en particular por su fascinación hacia los sondeos de opinión. El aforista y suicida Jacques Rigaut adoptó su propio enfoque sobre el tema. Llevaba consigo unas tijeritas que utilizaba para quitarle con disimulo un botón de ropa a cada persona con la que se encontraba; insistía en que era una forma de coleccionar arte. Una vez el novelista Philippe Soupault escenificó una versión de los asaltos de diligencias. Detuvo un autobús en la Avenue de la Opéra a altas horas de la noche tendiendo una cadena en su trayecto, luego ordenó a todos los pasajeros que le dijesen su fecha de nacimiento (la combinación de violencia y banalidad no parece alejarse de los intereses de Calle). Por otro lado, a las diversas etapas del arte conceptual, que trataba de alcanzar lo sublime a través de estrategias como la realización de tareas inútiles, se le asocian rasgos como la banalidad desprovista de violencia, la información acumulada porque sí o la documentación implacable de los procesos más embrutecedores. Se podría decir que los enfoques surrealista y conceptual al tratamiento de la información como medio en sí mismo representan, cada uno a su modo, la mezcla de fascinación y horror que inspira el triunfo intimidatorio de la burocracia. Los surrealistas reaccionaron con desconcierto y saña; los conceptualistas con algo así como una práctica meditativa: un vaciado.

Lucy Sante
Retrato underground
Traducción: María Alonso Seisdesos
Editorial: Libros del K.O.

Foto: Sophie Calle


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