Revista Sociedad

El vaho de las ventanas

Publicado el 19 diciembre 2013 por Abel Ros

Parece que fue ayer cuando la abuela os regalaba calcetines el día de nochebuena 


El 2013 – comentaba Gregorio, mientras esperaba su turno en la carnicería de Berta – no pasará desapercibido para los ojos de sus nietos. No pasará, sin hacer ruido – decía el marido de Alejandra – porque han sido muchos, los sucesos extraordinarios que pondrán los acentos en los interlineados históricos. "Muchos serán los acentos, tildes y comillas – intervino Berta, mientras despiezaba el pavo a su cliente, Gregorio – pero pocas, las alegrías recibidas por los pringados de siempre". Gracias a Rajoy – contestó el señor de La Gaceta – la Hispania que usted tanto critica ha salido a flote sin necesidad de salvavidas. Ha salido a flote, cierto – replicó la mujer del maestro – porque el Estado, ¡el chiringuito montado por don Mariano y su camarilla!, ha instaurado el "neofranquismo" – término utilizado por Javier Marías, en su artículo del domingo – en el seno del XXI. Cuánta razón tendía Wyoming – exclamó la última de la cola – cuando el otro día, en la Sexta, puso en su boca los pensamientos que tenemos millones de españolitos, desencantados con sus élites. Tenía mucha razón, el líder del Intermedio, porque hemos consentido – nosotros, los demócratas -que Rajoy gobierne a su antojo sin respetar ni una "tilde, ni una coma" de sus promesas electorales. ¿Dónde está el regreso a los "felices años aznarianos"?, ¿dónde está la “política social", basada en la "creación de empleo?, ¿dónde está el chorro del crédito? Todo mentiras, contestó el loro amarillo desde lo alto de su jaula.

A las puertas de la carnicería, el vendedor de los "iguales" retomaba el discurso con los clientes que salían. Solamente – querido Manolo (nombre del lotero) – saldremos de esta tormenta, si algún "maldito" día nos tocase la lotería. "No quiero que me caigan mil millones, ni nada por el estilo. Me conformo – decía este humilde parado – con un simple "pellizquito" para tapar unos cuantos agujeros: Sacar a mi Alberto del paro; terminar de pagar la hipoteca, y vivir con la seguridad de que a los míos no les faltará un plato de lentejas". "Mucho pides" – exclamó el viejo lotero, mientras sorbía su carajillo – mucho pides, querido amigo, cuando el asfalto está lleno de mendigos y los prados desiertos de dinero". Esta nochebuena -dialogaba María con su vecina, a las puertas del semáforo – mi Francisco no cenará con nosotros. Lo veremos, ¡qué remedio nos queda!, por "el Skipe" y le cantaremos el "ande, ande…" para que su primera Navidad, lejos de los suyos, no se convierta en una noche nostálgica al acecho de los fríos alemanes. Quién nos iba a decir que los nuestros vivirían las mismas nochebuenas que, cuarenta años atrás, vivimos nosotras en los tugurios parisinos. No lo pintes así mujer – respondió María – nuestros hijos no son "emigrantes", ¡no señora!, son "movilizados exteriores", en palabras de Fátima.

¡Vaya!, al final habrá que darle las gracias a la ministra por su "Reforma Laboral". La misma reforma que solo ha servido para que los nuestros, tus hijos y los míos, hereden lo que nunca desearíamos para ellos, ¡vivir como "Godos" en tierras alejadas! En el Bar de Tomás, a escasos metros del semáforo, se veía al trasluz de sus cortinas un plasma con imágenes de Ana Rosa.

La subida de la luz para el año venidero rompía los silencios en el coche de Francisco. Todas las mañanas, el marido de María, solía escuchar las noticias en el Audi que ganó en sus tiempos de ladrillos. Para el 2014, decía el locutor de "Las Mañanas" tendremos la tarifa de la luz más alta de los socios europeos. El ciudadano medio – o sea, la inmensa mayoría – pagará, de media, 8,5 euros más al mes en el importe de su factura. Según la OCDE, segunda noticia del día, es aconsejable abaratar todavía más los despidos; alargar los tiempos de prueba y rebajar los salarios, si el empleo empeora. "Los tontos somos nosotros – murmuraba Francisco – en acudir a votar como corderos al verdugo que nos maltrata". Francisco sabía de qué hablaba, cuando hablaba de política. Durante más de veinte años militó en el partido de Zapatero. No se perdió ni un solo mitin de Felipe – "¡el líder de las patillas y la chaqueta de pana marrón!" -. Defendió por activa y por pasiva a los suyos, los socialistas como si de sus hermanos se tratara. Hoy, dos años después de la Moncloa sin Zapatero, Francisco, ha perdido la ilusión por la política. "Me engañaréis una y dos veces si hace falta – le decía a sus hijos, durante las cenas de nochebuena – pero no tres, ¿por qué?, porque no os votaré", así era Paco, el marido de María.

"Los tontos somos nosotros votar como corderos al verdugo que nos maltrata"

A las diez de la noche no queda ni "un alma" por las calles de Alborache. Las luces de las farolas iluminan el lento caminar de los perros abandonados; las sombras de las botellas eclipsan los rótulos de las tabernas encendidas; los maullidos de los gatos contrastan con el dulce crepitar de los troncos navideños. En la casa de María, todos felicitan la Navidad al hijo que les mira desde las tierras alejadas; en el piso de Berta, solo se habla de lo "bueno que está" el pavo con almendras recién cocinado por Manuela, su cuñada; en el barrio de Gregorio, los vecinos cantan el "ande, ande…" con los gorros de Noel; el señor de la Gaceta, contempla con entusiasmo las palabras de S.M.; Francisco juega con sus sobrinos a tirarse los cojines, mientras sus hermanos miran con disimulo los regalos de Sofía. En el extremo de la mesa está la "silla vacía" de la abuela, doña María. Parece que fue ayer – dijo en voz alta su nuera – cuando la yaya os regalaba calcetines el día de nochebuena. ¡Cuánto se reía la abuela con las caídas de Mota! El rocío blanco de la madrugaba envolvía de vaho el cristal de las ventanas. 

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